/ sábado 27 de enero de 2018

Luchemos por los mares

Hemos externado nuestra preocupación por las consecuencias del cambio climático y los daños que ya está generando a todas las especies vivas sobre el planeta, desde el calentamiento global que hace subir el nivel del mar hasta la afectación a la salud de los seres humanos pasando por daños a la producción de alimentos y la extinción de especies. Hay algo más, sin embargo, que es responsabilidad directa de los humanos: la contaminación de los mares que atenta directamente ¡contra nosotros mismos!

El principal problema de esta contaminación son los vertederos de aguas residuales, sucias por el uso urbano y por el uso industrial, y la basura que arrojamos. En México cada segundo se vierten a las cuencas 124 mil litros de aguas sin tratar. Todavía hay drenajes que descargan aguas negras al mar.

La información de que disponemos subraya que de 154 municipios con costa en nuestro país sólo la mitad cuenta con plantas de tratamiento de aguas negras y genera daños o afectaciones a unos tres millones de personas que viven ahí, más los turistas que visitan muchos de estos sitios.

Son consecuentes los daños a la salud, si se nada en estas aguas: irritación a la piel, infecciones de oídos, ojos y sistema respiratorio, malestar estomacal y diarreas por infecciones gastrointestinales.

Además, para mayor alerta, la contaminación de las zonas costeras por esas descargas urbanas, industriales y agrícolas se encuentra ya en ostiones y peces que consumimos con sustancias tóxicas como cadmio, plomo, mercurio, cobre, zinc y otros compuestos industriales, además de bacterias como la salmonella y de cólera.

Y si de basura se trata hay un dato conocido, una alerta hecha por el Programa de las Naciones Unidas del Medio Ambiente: de continuar el ritmo acelerado de contaminación de los océanos del mundo, para 2050 los ecosistemas marinos tendrán más plásticos que peces y aproximadamente 99 por ciento de las aves marinas habrán ingerido plástico. Y a ello hay que agregarle la contaminación por derrames de petróleo.

Más de un millón de aves marinas mueren cada año a causa de la contaminación oceánica y en el mismo lapso también perecen 300 mil delfines y marsopas. Además, cada año, más de cien mil mamíferos acuáticos mueren por la misma contaminación.

Y frente a esta situación que casi es de terror, que es verdaderamente preocupante, los esfuerzos que hacemos los propios seres humanos, particularmente los que vivimos en zonas costeras, resultan insuficientes. No hemos sido capaces de empezar por nosotros mismos para cuidar y preservar los mares.

Nos lo han advertido: estamos atentando contra nosotros mismos, contra la principal fuente de sustento de la humanidad que son los océanos. El 2050, que es la fecha advertida por Naciones Unidas para encontrar más plástico que peces en los ecosistemas marinos si continuamos al mismo ritmo de contaminación, ya está a la vuelta de la esquina. Sólo son 32 años que muchos de los que hoy poblamos el planeta, y contaminamos consciente o inconscientemente, alcanzaremos a vivir y comprobar el horror, si no paramos.

Empecemos hoy por nosotros mismos. Si vivimos en zonas costeras, evitemos contaminarlo con plásticos, con aguas negras, con otros desechos. Eduquemos a nuestros hijos en ese mismo sentido. Pensemos que quienes tal vez ya no alcancemos a vivir el horror que se avecina sobre la humanidad, sí dejaremos aquí hijos, nietos, bisnietos y una descendencia que desde hoy amamos y que quisiéramos ver vivir sana y felizmente.

Si los gobiernos solos no pueden, y no podrán, hagamos campañas personales de limpieza de costas, con familiares y amigos. Luchemos por crear una consciencia de preservación de nuestros mares aunque sólo sea para preservar nuestra propia especie, la humana.

 

Senador del PRI

 

Hemos externado nuestra preocupación por las consecuencias del cambio climático y los daños que ya está generando a todas las especies vivas sobre el planeta, desde el calentamiento global que hace subir el nivel del mar hasta la afectación a la salud de los seres humanos pasando por daños a la producción de alimentos y la extinción de especies. Hay algo más, sin embargo, que es responsabilidad directa de los humanos: la contaminación de los mares que atenta directamente ¡contra nosotros mismos!

El principal problema de esta contaminación son los vertederos de aguas residuales, sucias por el uso urbano y por el uso industrial, y la basura que arrojamos. En México cada segundo se vierten a las cuencas 124 mil litros de aguas sin tratar. Todavía hay drenajes que descargan aguas negras al mar.

La información de que disponemos subraya que de 154 municipios con costa en nuestro país sólo la mitad cuenta con plantas de tratamiento de aguas negras y genera daños o afectaciones a unos tres millones de personas que viven ahí, más los turistas que visitan muchos de estos sitios.

Son consecuentes los daños a la salud, si se nada en estas aguas: irritación a la piel, infecciones de oídos, ojos y sistema respiratorio, malestar estomacal y diarreas por infecciones gastrointestinales.

Además, para mayor alerta, la contaminación de las zonas costeras por esas descargas urbanas, industriales y agrícolas se encuentra ya en ostiones y peces que consumimos con sustancias tóxicas como cadmio, plomo, mercurio, cobre, zinc y otros compuestos industriales, además de bacterias como la salmonella y de cólera.

Y si de basura se trata hay un dato conocido, una alerta hecha por el Programa de las Naciones Unidas del Medio Ambiente: de continuar el ritmo acelerado de contaminación de los océanos del mundo, para 2050 los ecosistemas marinos tendrán más plásticos que peces y aproximadamente 99 por ciento de las aves marinas habrán ingerido plástico. Y a ello hay que agregarle la contaminación por derrames de petróleo.

Más de un millón de aves marinas mueren cada año a causa de la contaminación oceánica y en el mismo lapso también perecen 300 mil delfines y marsopas. Además, cada año, más de cien mil mamíferos acuáticos mueren por la misma contaminación.

Y frente a esta situación que casi es de terror, que es verdaderamente preocupante, los esfuerzos que hacemos los propios seres humanos, particularmente los que vivimos en zonas costeras, resultan insuficientes. No hemos sido capaces de empezar por nosotros mismos para cuidar y preservar los mares.

Nos lo han advertido: estamos atentando contra nosotros mismos, contra la principal fuente de sustento de la humanidad que son los océanos. El 2050, que es la fecha advertida por Naciones Unidas para encontrar más plástico que peces en los ecosistemas marinos si continuamos al mismo ritmo de contaminación, ya está a la vuelta de la esquina. Sólo son 32 años que muchos de los que hoy poblamos el planeta, y contaminamos consciente o inconscientemente, alcanzaremos a vivir y comprobar el horror, si no paramos.

Empecemos hoy por nosotros mismos. Si vivimos en zonas costeras, evitemos contaminarlo con plásticos, con aguas negras, con otros desechos. Eduquemos a nuestros hijos en ese mismo sentido. Pensemos que quienes tal vez ya no alcancemos a vivir el horror que se avecina sobre la humanidad, sí dejaremos aquí hijos, nietos, bisnietos y una descendencia que desde hoy amamos y que quisiéramos ver vivir sana y felizmente.

Si los gobiernos solos no pueden, y no podrán, hagamos campañas personales de limpieza de costas, con familiares y amigos. Luchemos por crear una consciencia de preservación de nuestros mares aunque sólo sea para preservar nuestra propia especie, la humana.

 

Senador del PRI