/ sábado 10 de abril de 2021

Madre, yo al oro me humillo…

Los versos de esta letrilla satírica escrita por el famoso Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645) han cruzado a lo largo de más de cuatro centurias y sigue plenamente en vigor. No hay nada, salvo la muerte, que no se pueda adquirir con el amante amarillo.

Madre, yo al oro me humillo / él es mi amante y mi amado / pues de puro enamorado / anda contino amarillo / que, pues doblón o sencillo / hace todo cuanto quiero / poderoso caballero/es don Dinero.

Ahora bien, el dinero mal habido produce ese mal que sí es una pandemia, la corrupción. La corrupción es el mal de la sociedad que descompone todo lo que alcanza. No tiene límites ni medida, no se detiene ante nada. De hecho, no se detendrá. ¿Quién va a parar esta condición humana? ¿Se terminará cuando el último cierre la puerta? ¿O quedará alguien para sembrar otra vez la semilla?

Es galán y es como un oro / tiene quebrado el color / persona de gran valor / tan cristiano como moro / pues da y quita el decoro / y quebranta cualquier fuero / poderoso caballero es don Dinero.

Sin embargo, y según hemos visto, la corrupción no solo se produce con dinero de por medio, sino con acciones atrabiliarias para beneficiar a grupos políticos, a entes, a organizaciones sociales y a individuos. Así se quebrantan fueros, como dijera Quevedo, y en este país, mi país, lamentablemente un fuero lo es todo. Y me refiero al fuero definido por la Real Academia Española como un privilegio o prerrogativa que se le reconoce sólo a algunas personas, especialmente por el desempeño de su labor. También es un beneficio del que gozan ciertos servidores públicos para resguardarlos de acusaciones.

Hoy que se están pagando lustros de ingobernabilidad, hoy que se utilizó la crisis viral hasta que ya no dio para más, hoy que se cosechan desconfianza y dudas, hoy que se usa la lucha contra la delincuencia organizada como estandarte gubernamental, ya no sabemos qué actitud guardar, ya no sabemos cuál es nuestro camino.

Por importar en los tratos / y dar tan buenos consejos / en las casas de los viejos / gatos le guardan de gatos / y pues él rompe recatos / y ablanda al juez más severo / poderoso caballero es don Dinero.

Hoy debe preocuparnos que seamos capaces de darnos cuenta que el otro tiene derecho a creer y pensar como quiera, sin etiquetar a la persona con comentarios como: “se entiende que es de izquierda o de derecha”. Debe preocuparnos que las autoridades ministeriales y judiciales no se ablanden ante el brillo del oro.

Los Acuerdos de Bretton Woods en New Hampshire que se llevaron a cabo en 1944 decidieron la creación del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, y del uso del dólar como moneda internacional. Esas instituciones financieras, que se volvieron operacionales en1946, ya no satisfacen a nadie sobre todo ante la actual crisis financiera que hace estragos en la economía mundial.

Una publicación de la Universidad de Los Andes expone claramente que la acumulación de riquezas de los más acaudalados se llevó a niveles descomunales. A partir de ello, hoy día 500 corporaciones multinacionales globales manejan prácticamente la economía mundial, con facturaciones que se miden por decenas o centenas de miles de millones de dólares (una sola empresa con más renta que el PIB total de muchos países del Sur), y el patrimonio de las 358 personas cuyos activos sobrepasan los mil millones de dólares –selecto grupo que cabe en un Boeing 747, en su gran mayoría de origen estadounidense– supera el ingreso anual combinado de naciones en las que vive el 45% de la población mundial. Esa acumulación fabulosa de riqueza se hizo sobre la base de un empobrecimiento mayúsculo de las grandes mayorías.

Y no solo hace estragos. Ahoga a la humanidad entera, sobre todo ahora que el maldito virus que no nos deja en paz, ha encarecido la vida de tal forma que ha crecido exponencialmente en número de depauperados, y la existencia se oscurece más y más. La falta de efectivo se ve en todas partes. Solo los muy muy agraciados y ricos se dan el lujo de comprar camionetas de lujo y atiborrar sus congeladores con alimentos para muchos meses por venir.

Lo que sí debe importarnos a todos es la rápida e inmediata solución de nuestra vida en sociedad. Es imperativo que las autoridades apliquen sus mejores estrategias para combatir a la organizada delincuencia. Hay infinidad de asociaciones civiles, comités, comisiones, barras, grupos vecinales, etc., que se la pasan acicateando al pueblo contra el gobernante; y después se acercan a las autoridades para “venderles” la solución de todos los problemas. Todo ello lo hacen para lucrar, y para proyectar sus deslucidas agrupaciones en un cielo nebuloso y oscuro.

Al Gobierno no deben temblarle las rodillas para enfrentar las realidades.

Madre, yo al oro me humillo…


Premio Nacional de Periodismo

Fundador de Notimex

pacofonn@gmail.com

Los versos de esta letrilla satírica escrita por el famoso Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645) han cruzado a lo largo de más de cuatro centurias y sigue plenamente en vigor. No hay nada, salvo la muerte, que no se pueda adquirir con el amante amarillo.

Madre, yo al oro me humillo / él es mi amante y mi amado / pues de puro enamorado / anda contino amarillo / que, pues doblón o sencillo / hace todo cuanto quiero / poderoso caballero/es don Dinero.

Ahora bien, el dinero mal habido produce ese mal que sí es una pandemia, la corrupción. La corrupción es el mal de la sociedad que descompone todo lo que alcanza. No tiene límites ni medida, no se detiene ante nada. De hecho, no se detendrá. ¿Quién va a parar esta condición humana? ¿Se terminará cuando el último cierre la puerta? ¿O quedará alguien para sembrar otra vez la semilla?

Es galán y es como un oro / tiene quebrado el color / persona de gran valor / tan cristiano como moro / pues da y quita el decoro / y quebranta cualquier fuero / poderoso caballero es don Dinero.

Sin embargo, y según hemos visto, la corrupción no solo se produce con dinero de por medio, sino con acciones atrabiliarias para beneficiar a grupos políticos, a entes, a organizaciones sociales y a individuos. Así se quebrantan fueros, como dijera Quevedo, y en este país, mi país, lamentablemente un fuero lo es todo. Y me refiero al fuero definido por la Real Academia Española como un privilegio o prerrogativa que se le reconoce sólo a algunas personas, especialmente por el desempeño de su labor. También es un beneficio del que gozan ciertos servidores públicos para resguardarlos de acusaciones.

Hoy que se están pagando lustros de ingobernabilidad, hoy que se utilizó la crisis viral hasta que ya no dio para más, hoy que se cosechan desconfianza y dudas, hoy que se usa la lucha contra la delincuencia organizada como estandarte gubernamental, ya no sabemos qué actitud guardar, ya no sabemos cuál es nuestro camino.

Por importar en los tratos / y dar tan buenos consejos / en las casas de los viejos / gatos le guardan de gatos / y pues él rompe recatos / y ablanda al juez más severo / poderoso caballero es don Dinero.

Hoy debe preocuparnos que seamos capaces de darnos cuenta que el otro tiene derecho a creer y pensar como quiera, sin etiquetar a la persona con comentarios como: “se entiende que es de izquierda o de derecha”. Debe preocuparnos que las autoridades ministeriales y judiciales no se ablanden ante el brillo del oro.

Los Acuerdos de Bretton Woods en New Hampshire que se llevaron a cabo en 1944 decidieron la creación del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, y del uso del dólar como moneda internacional. Esas instituciones financieras, que se volvieron operacionales en1946, ya no satisfacen a nadie sobre todo ante la actual crisis financiera que hace estragos en la economía mundial.

Una publicación de la Universidad de Los Andes expone claramente que la acumulación de riquezas de los más acaudalados se llevó a niveles descomunales. A partir de ello, hoy día 500 corporaciones multinacionales globales manejan prácticamente la economía mundial, con facturaciones que se miden por decenas o centenas de miles de millones de dólares (una sola empresa con más renta que el PIB total de muchos países del Sur), y el patrimonio de las 358 personas cuyos activos sobrepasan los mil millones de dólares –selecto grupo que cabe en un Boeing 747, en su gran mayoría de origen estadounidense– supera el ingreso anual combinado de naciones en las que vive el 45% de la población mundial. Esa acumulación fabulosa de riqueza se hizo sobre la base de un empobrecimiento mayúsculo de las grandes mayorías.

Y no solo hace estragos. Ahoga a la humanidad entera, sobre todo ahora que el maldito virus que no nos deja en paz, ha encarecido la vida de tal forma que ha crecido exponencialmente en número de depauperados, y la existencia se oscurece más y más. La falta de efectivo se ve en todas partes. Solo los muy muy agraciados y ricos se dan el lujo de comprar camionetas de lujo y atiborrar sus congeladores con alimentos para muchos meses por venir.

Lo que sí debe importarnos a todos es la rápida e inmediata solución de nuestra vida en sociedad. Es imperativo que las autoridades apliquen sus mejores estrategias para combatir a la organizada delincuencia. Hay infinidad de asociaciones civiles, comités, comisiones, barras, grupos vecinales, etc., que se la pasan acicateando al pueblo contra el gobernante; y después se acercan a las autoridades para “venderles” la solución de todos los problemas. Todo ello lo hacen para lucrar, y para proyectar sus deslucidas agrupaciones en un cielo nebuloso y oscuro.

Al Gobierno no deben temblarle las rodillas para enfrentar las realidades.

Madre, yo al oro me humillo…


Premio Nacional de Periodismo

Fundador de Notimex

pacofonn@gmail.com