/ martes 20 de febrero de 2018

Mala fe y equilibrio

Durante los últimos meses los republicanos han aprobado o propuesto tres grandes iniciativas presupuestales.

Primero, promulgaron un recorte fiscal que era como la primavera de los plutócratas ya que derrama beneficios sobre los ricos mientras arroja unas cuantas migajas a las familias ordinarias; migajas que tras unos años les quitarán, de tal modo que acabe siendo un aumento en los impuestos de la clase media. Después, suscribieron un acuerdo presupuestal que elevará el déficit presupuestal a niveles nunca antes vistos, excepto durante guerras o recesiones severas. Por último, el gobierno de Trump dio a conocer una propuesta presupuestal incomparablemente despiadada que castiga no solo a las familias vulnerables, sino también a las más trabajadoras.

Ver todo esto debería enojarlos mucho; a mí me enfurece.

Sin embargo, mi enojo no se dirige principalmente a los republicanos; se dirige a sus facilitadores, los centristas profesionales, los críticos de ambos bandos y las organizaciones noticiosas que pasaron años negándose a reconocer que el Partido Republicano moderno es lo que con tanta claridad muestra.

Esto no quiere decir que los republicanos deberían estar libres de culpa.

En efecto, la historia estadounidense está repleta de políticos y partidos que trataron de lograr fines perversos. Después de todo, el Partido Demócrata anterior a la Guerra Civil, se dedicó en gran medida a la causa de conservar la esclavitud. Sin embargo, no puedo pensar en un ejemplo anterior de un partido que haya actuado de mala fe de manera sistemática, que finge que le importan las cosas que no lo hacían y que aparenta estar a favor de metas que eran lo contrario de sus intenciones.

Tal vez recuerden, por ejemplo, las advertencias de los líderes republicanos sobre los peligros de los déficits presupuestales, con Paul Ryan, el presidente de la Cámara de Representantes, que declaró que nuestra “aplastante carga de deuda” crearía una crisis económica.

Después, vino la oportunidad de aprobar un recorte fiscal de 1.5 billones de dólares dirigido a los ricos, y de repente todas las preocupaciones sobre el déficit desaparecieron temporalmente.

Ahora el recorte fiscal es ley, y la retórica de los halcones del déficit ha vuelto, no para reconsiderar esas exenciones fiscales, sino para recortar los cupones de comida y Medicaid. Ya sabían que esto iba a suceder, aunque hasta yo esperaba que los falsos halcones del déficit esperaran un poco más antes de retomar su actuación.

Tal vez también recuerden cómo los republicanos se hicieron pasar por defensores de Medicare, acusando al gobierno de Obama de planear un recorte de 500 mil mdd del programa para pagar la Ley de Atención Médica

Asequible. La legislación sí buscó hacer ahorros considerables en Medicare, al poner fin a los sobrepagos a las compañías aseguradoras, pero las propuestas republicanas hicieron lo mismo. Trump, quien prometió durante la campaña no recortar Medicare ni Medicaid, ahora está proponiendo cientos de millones más en recortes a Medicare y recortes draconianos a Medicaid.

Ahora el recorte fiscal es ley, claro está, y la retórica de los halcones del déficit ha vuelto, no para reconsiderar esas exenciones fiscales, sino para recortar los cupones de comida y Medicaid.

Durante los últimos meses los republicanos han aprobado o propuesto tres grandes iniciativas presupuestales.

Primero, promulgaron un recorte fiscal que era como la primavera de los plutócratas ya que derrama beneficios sobre los ricos mientras arroja unas cuantas migajas a las familias ordinarias; migajas que tras unos años les quitarán, de tal modo que acabe siendo un aumento en los impuestos de la clase media. Después, suscribieron un acuerdo presupuestal que elevará el déficit presupuestal a niveles nunca antes vistos, excepto durante guerras o recesiones severas. Por último, el gobierno de Trump dio a conocer una propuesta presupuestal incomparablemente despiadada que castiga no solo a las familias vulnerables, sino también a las más trabajadoras.

Ver todo esto debería enojarlos mucho; a mí me enfurece.

Sin embargo, mi enojo no se dirige principalmente a los republicanos; se dirige a sus facilitadores, los centristas profesionales, los críticos de ambos bandos y las organizaciones noticiosas que pasaron años negándose a reconocer que el Partido Republicano moderno es lo que con tanta claridad muestra.

Esto no quiere decir que los republicanos deberían estar libres de culpa.

En efecto, la historia estadounidense está repleta de políticos y partidos que trataron de lograr fines perversos. Después de todo, el Partido Demócrata anterior a la Guerra Civil, se dedicó en gran medida a la causa de conservar la esclavitud. Sin embargo, no puedo pensar en un ejemplo anterior de un partido que haya actuado de mala fe de manera sistemática, que finge que le importan las cosas que no lo hacían y que aparenta estar a favor de metas que eran lo contrario de sus intenciones.

Tal vez recuerden, por ejemplo, las advertencias de los líderes republicanos sobre los peligros de los déficits presupuestales, con Paul Ryan, el presidente de la Cámara de Representantes, que declaró que nuestra “aplastante carga de deuda” crearía una crisis económica.

Después, vino la oportunidad de aprobar un recorte fiscal de 1.5 billones de dólares dirigido a los ricos, y de repente todas las preocupaciones sobre el déficit desaparecieron temporalmente.

Ahora el recorte fiscal es ley, y la retórica de los halcones del déficit ha vuelto, no para reconsiderar esas exenciones fiscales, sino para recortar los cupones de comida y Medicaid. Ya sabían que esto iba a suceder, aunque hasta yo esperaba que los falsos halcones del déficit esperaran un poco más antes de retomar su actuación.

Tal vez también recuerden cómo los republicanos se hicieron pasar por defensores de Medicare, acusando al gobierno de Obama de planear un recorte de 500 mil mdd del programa para pagar la Ley de Atención Médica

Asequible. La legislación sí buscó hacer ahorros considerables en Medicare, al poner fin a los sobrepagos a las compañías aseguradoras, pero las propuestas republicanas hicieron lo mismo. Trump, quien prometió durante la campaña no recortar Medicare ni Medicaid, ahora está proponiendo cientos de millones más en recortes a Medicare y recortes draconianos a Medicaid.

Ahora el recorte fiscal es ley, claro está, y la retórica de los halcones del déficit ha vuelto, no para reconsiderar esas exenciones fiscales, sino para recortar los cupones de comida y Medicaid.