/ miércoles 10 de enero de 2018

Meade, el desconocido

Me recuerda a Ernesto Zedillo. Un (pre) candidato poco carismático, desconocido por las mayorías y con grandes dificultades para conectar con la población. La diferencia notoria está en la cónyuge: mientras Nilda Patricia rechazaba la idea de que su marido llegara a Los Pinos, a Juana Cuevas no parece molestarle en absoluto.

Eran otros tiempos y, tras el homicidio de Luis Donaldo Colosio, el tricolor puso en marcha la maquinaria y consiguió el triunfo de quien fuera gris candidato, para convertirse en uno de los Presidentes más aceptables de las últimas décadas.

Arrancó la etapa de campaña de las precandidaturas y sigo sin ver al señor Meade. Algún columnista  comentaba que se debía a que el PRI, le tiene miedo al Instituto Nacional Electoral. Los enredos de una legislación más que compleja, impiden que, el precandidato único de una coalición, tenga presencia. ¿Y por qué López Obrador acapara espacios mediáticos sin control?

Parece que, al tabasqueño, es el INE el que le tiene temor. Como si ya trajera la ambicionada banda, presenta a su “gabinete”, se les entrevista sin límite y se les facilita que hablen hasta por los codos. Del resto de los contendientes, poco y parco.

De regreso con el exsecretario de Hacienda, da la impresión de que el partido le ha puesto una careta. Cuando se le escuchaba en cualquiera de sus presentaciones -como funcionario público-, aparecía como un hombre capaz de sostener diálogos fundamentados, sólidos, con pleno conocimiento de la materia a la que se refería.

Se convierte en el típico jilguero de la época PRInosáurica, con un discurso aburrido, cero propuestas y mimetizándose con la fuerza más repudiada por la población. Lo enfundan en trajes indígenas, en mítines con los ancestrales acarreados, sudando la gota gorda para arrancar un aplauso que, como en los viejos tiempos, suena a torta, refresco y comparecencia a forziori.

¿Dónde diantres tiene la cabeza la cúpula encabezada por el Clavillazo Ochoa? ¿Se quedaron de pronto, sin publicistas ni estrategas, que inspiraban campañas atractivas y jaladoras?

Quiero pensar que intentan darlo a conocer entre la inmensa masa, que no puede ni pronunciar su apellido. La estrategia, hasta ahora, fallida. ¿Ignoran la creatividad de los magos de AMLO, que sin nombrarlo dejan claro quién es su gallo? ¿Están ciegos a la verborrea del exjoven maravilla (Ricardo Anaya)?

Al oscuro silencio lo rompen las infinitas agresiones de sus opositores. Se le acusa de todo: de ser el autor del gasolinazo, de solapar corruptelas de gobernadores sátrapas, hasta a su señora se le critica por ir al supermercado. La potencia del manejo de las redes, por parte de los morenos, atiza el fuego en donde puede. Lo mismo son correos insultantes a periodistas, que no comparten las “heroicidades” del interfecto, que críticas a cuanto paso da el señor Meade y sus cercanos.

La gente votará por aquellos a quienes conoce. De momento, AMLO se lleva de calle las estadísticas. Aunque no suba más, será difícil darle alcance, si se sigue por la vía de una publicidad desangelada y errónea.

Poco se le escuchan propuestas de gobierno, de cambios; la única oferta es el más de lo mismo, fuente de repudio generalizado. En cuanto a su defensa de los ataques de sus opositores, tibias y en su mayoría, pasan desapercibidas.

Se equivoca el Revolucionario Institucional, si cree que tiene el triunfo en la bolsa. O espabilan, despiertan y empiezan a ser creativos, o se van a llevar el descalabro de su vida.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

Me recuerda a Ernesto Zedillo. Un (pre) candidato poco carismático, desconocido por las mayorías y con grandes dificultades para conectar con la población. La diferencia notoria está en la cónyuge: mientras Nilda Patricia rechazaba la idea de que su marido llegara a Los Pinos, a Juana Cuevas no parece molestarle en absoluto.

Eran otros tiempos y, tras el homicidio de Luis Donaldo Colosio, el tricolor puso en marcha la maquinaria y consiguió el triunfo de quien fuera gris candidato, para convertirse en uno de los Presidentes más aceptables de las últimas décadas.

Arrancó la etapa de campaña de las precandidaturas y sigo sin ver al señor Meade. Algún columnista  comentaba que se debía a que el PRI, le tiene miedo al Instituto Nacional Electoral. Los enredos de una legislación más que compleja, impiden que, el precandidato único de una coalición, tenga presencia. ¿Y por qué López Obrador acapara espacios mediáticos sin control?

Parece que, al tabasqueño, es el INE el que le tiene temor. Como si ya trajera la ambicionada banda, presenta a su “gabinete”, se les entrevista sin límite y se les facilita que hablen hasta por los codos. Del resto de los contendientes, poco y parco.

De regreso con el exsecretario de Hacienda, da la impresión de que el partido le ha puesto una careta. Cuando se le escuchaba en cualquiera de sus presentaciones -como funcionario público-, aparecía como un hombre capaz de sostener diálogos fundamentados, sólidos, con pleno conocimiento de la materia a la que se refería.

Se convierte en el típico jilguero de la época PRInosáurica, con un discurso aburrido, cero propuestas y mimetizándose con la fuerza más repudiada por la población. Lo enfundan en trajes indígenas, en mítines con los ancestrales acarreados, sudando la gota gorda para arrancar un aplauso que, como en los viejos tiempos, suena a torta, refresco y comparecencia a forziori.

¿Dónde diantres tiene la cabeza la cúpula encabezada por el Clavillazo Ochoa? ¿Se quedaron de pronto, sin publicistas ni estrategas, que inspiraban campañas atractivas y jaladoras?

Quiero pensar que intentan darlo a conocer entre la inmensa masa, que no puede ni pronunciar su apellido. La estrategia, hasta ahora, fallida. ¿Ignoran la creatividad de los magos de AMLO, que sin nombrarlo dejan claro quién es su gallo? ¿Están ciegos a la verborrea del exjoven maravilla (Ricardo Anaya)?

Al oscuro silencio lo rompen las infinitas agresiones de sus opositores. Se le acusa de todo: de ser el autor del gasolinazo, de solapar corruptelas de gobernadores sátrapas, hasta a su señora se le critica por ir al supermercado. La potencia del manejo de las redes, por parte de los morenos, atiza el fuego en donde puede. Lo mismo son correos insultantes a periodistas, que no comparten las “heroicidades” del interfecto, que críticas a cuanto paso da el señor Meade y sus cercanos.

La gente votará por aquellos a quienes conoce. De momento, AMLO se lleva de calle las estadísticas. Aunque no suba más, será difícil darle alcance, si se sigue por la vía de una publicidad desangelada y errónea.

Poco se le escuchan propuestas de gobierno, de cambios; la única oferta es el más de lo mismo, fuente de repudio generalizado. En cuanto a su defensa de los ataques de sus opositores, tibias y en su mayoría, pasan desapercibidas.

Se equivoca el Revolucionario Institucional, si cree que tiene el triunfo en la bolsa. O espabilan, despiertan y empiezan a ser creativos, o se van a llevar el descalabro de su vida.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq