/ lunes 25 de julio de 2022

Médicos pasantes bajo amenaza

El servicio social fue creado en 1936 por el maestro Gustavo Baz Prada, director de la Escuela Nacional de Medicina. Desde ese entonces, juega un papel trascendente en el desarrollo de nuestro país. En un principio, el servicio social era solo para estudiantes de medicina y tenía como objetivo atender las necesidades de comunidades en situación de marginalidad, pobreza y exclusión.

Las y los estudiantes al llegar a la comunidad eran bien recibidos, eran la única vía que tenían los pobladores para acceder a los servicios básicos de salud y se les reconocía su labor por la comunidad. Hoy, tristemente la situación ha cambiado.

El realizar el servicio social lleva consigo grandes desafíos para la salud e integridad de los médicos pasantes. Son muchas las denuncias realizadas por la excesiva carga de trabajo, la falta de instrumentos y herramientas para llevar a cabo su trabajo, así como las afectaciones a su salud mental. Y hoy en día, se encuentran en estado de indefensión e incluso la violencia les arrebata la vida.

El pasado viernes 15 de julio se reportó en el municipio de Pueblo Nuevo, Durango, el asesinato de Érick Andrade, un joven médico de 24 años. Perdió la vida por un disparo de arma de fuego mientras brindaba atención médica a un hombre en el consultorio médico.

Érick no es un caso aislado. Hace un año conocimos del asesinato de Luis Fernando Montes en la comunidad de Valparaíso en el estado de Zacatecas. A estos se agrega también el de Mariana Sánchez. Mientras realizaba su servicio social en la comunidad de Ocosingo, Chiapas, sufrió acoso y hostigamiento sexual. Denunció ante las autoridades, pero no fue tomada en cuenta. Ellos tienen algo en común, eran médicos que realizaban su servicio social.

Ante esta situación, es imperioso reconocer que el servicio social es una etapa indispensable en la formación académica como profesional. Por ello, presenté una iniciativa para que las autoridades educativas, en coordinación con las instituciones de salud y seguridad garanticen la integridad física y salud mental de las y los prestadores de servicio social en apego a sus derechos humanos.

A través del servicio se logra unir la teoría con la práctica, se impulsan los conocimientos y aprendizajes, se fomenta en los prestadores una conciencia cívica, de servicio y de retribución a la sociedad. No debe eliminarse el servicio social. Lo que debe cambiar son las condiciones de seguridad y protección. No podemos permitir más casos donde se transgrede la vida y la dignidad de las personas que llevan a cabo la loable actividad de ayudar a quien lo necesita. Ni un asesinato más.

El servicio social fue creado en 1936 por el maestro Gustavo Baz Prada, director de la Escuela Nacional de Medicina. Desde ese entonces, juega un papel trascendente en el desarrollo de nuestro país. En un principio, el servicio social era solo para estudiantes de medicina y tenía como objetivo atender las necesidades de comunidades en situación de marginalidad, pobreza y exclusión.

Las y los estudiantes al llegar a la comunidad eran bien recibidos, eran la única vía que tenían los pobladores para acceder a los servicios básicos de salud y se les reconocía su labor por la comunidad. Hoy, tristemente la situación ha cambiado.

El realizar el servicio social lleva consigo grandes desafíos para la salud e integridad de los médicos pasantes. Son muchas las denuncias realizadas por la excesiva carga de trabajo, la falta de instrumentos y herramientas para llevar a cabo su trabajo, así como las afectaciones a su salud mental. Y hoy en día, se encuentran en estado de indefensión e incluso la violencia les arrebata la vida.

El pasado viernes 15 de julio se reportó en el municipio de Pueblo Nuevo, Durango, el asesinato de Érick Andrade, un joven médico de 24 años. Perdió la vida por un disparo de arma de fuego mientras brindaba atención médica a un hombre en el consultorio médico.

Érick no es un caso aislado. Hace un año conocimos del asesinato de Luis Fernando Montes en la comunidad de Valparaíso en el estado de Zacatecas. A estos se agrega también el de Mariana Sánchez. Mientras realizaba su servicio social en la comunidad de Ocosingo, Chiapas, sufrió acoso y hostigamiento sexual. Denunció ante las autoridades, pero no fue tomada en cuenta. Ellos tienen algo en común, eran médicos que realizaban su servicio social.

Ante esta situación, es imperioso reconocer que el servicio social es una etapa indispensable en la formación académica como profesional. Por ello, presenté una iniciativa para que las autoridades educativas, en coordinación con las instituciones de salud y seguridad garanticen la integridad física y salud mental de las y los prestadores de servicio social en apego a sus derechos humanos.

A través del servicio se logra unir la teoría con la práctica, se impulsan los conocimientos y aprendizajes, se fomenta en los prestadores una conciencia cívica, de servicio y de retribución a la sociedad. No debe eliminarse el servicio social. Lo que debe cambiar son las condiciones de seguridad y protección. No podemos permitir más casos donde se transgrede la vida y la dignidad de las personas que llevan a cabo la loable actividad de ayudar a quien lo necesita. Ni un asesinato más.