En la primaria nos enseñan que la democracia es el gobierno ejercido por el pueblo, años más adelante, nos dicen que demos significa pueblo y cratos poder, algún docente nos explicó que así se edificó la palabra democracia, sin embargo, nuestra legislación electoral echa por la ventana cualquier explicación simple y solo los expertos nos podrían explicar cómo, cuándo y porqué una persona gana una elección. El rompecabezas del derecho electoral es la aspiración de regular cualquier conducta humana en ese ámbito. Y así seguimos con un sinfín de cosas que se tratan organizar a punta de normas jurídicas y que en la vida real no funcionan.
El joven Marco Antonio Sánchez Flores fue víctima de una detención ilícita, desapareció varios días y su integridad fue afectada. Ahora nos dicen que el hecho es una oportunidad para revisar los protocolos de actuación, puesto en otras palabras: a punta de papeles quieren sustituir el sentido común de las autoridades. Las reglas de la detención de un menor de edad están en diversas leyes ¿Para qué quieren crear más protocolos, leyes, circulares o cómo sea que se llamen? El caso de Marco Antonio Sánchez no es una oportunidad para revisar los protocolos policiales. Este asunto es una muestra de los problemas de los operadores de los protocolos y ejecutores de las leyes.
En la clase de civismo nos dijeron que tenemos que cumplir la ley y que todos somos iguales frente a ésta. Hace unos días, en las calles de Río Elba número 31, de la Ciudad de México, tres escoltas impidieron que un auto de lujo con placas 977-TJB fuera inmovilizado. Incluso, los tres escoltas se dieron el lujo de empujar al oficial de policía ¿todos somos iguales? La respuesta es no. En una sociedad de castas, tres escoltas hacen la diferencia. Reformar la Constitución General, la Constitución de la Ciudad de México o expedir más leyes para regular la seguridad privada no va a cambiar las cosas. Aquí se abren dos opciones: el dueño del auto de lujo podría recordar sus clases de civismo, aplicar el sentido común, aceptar la infracción y pedir disculpas -o- las autoridades deberían de aplicar las leyes que ya existen en contra del dueño del auto.
En teoría, los abogados somos expertos en el método para calificar una conducta como apegada o infractora de la ley. En la actualidad está la idea de regular el ejercicio de la abogacía. Nos dicen que los abogados no tenemos control ni auto-crítica en nuestra labor cotidiana. El argumento es verdadero. Nuestra práctica cotidiana es un desastre, pero más allá de que se emita un cúmulo de leyes que después se van a infringir, ¿por qué no se aplican las normas que ya existen, el sentido común, un poco de decencia o un mínimo ejercicio moral?
Antes de seguir expidiendo leyes, se deberían de impartir diplomados en sentido común y en el uso de éste. Nuestro laberinto legislativo y su interpretación por los tribunales se han vuelto tan complejos, que llega un momento, en que estos sustituyen la sustancia de lo que se estaba regulando. Tenemos dos problemas con el cúmulo de normas jurídicas que tenemos: el primero es que antes de llegar a usarlas, debería de operar la lógica, ese piso mínimo de auto-contención o civismo. El segundo problema es que una vez que la ley se vuelve necesaria, las autoridades deben de aplicarlas de manera ineludible a todas las personas en nuestro país. Por ello, menos leyes, más auto-contención y mayor aplicación de las que hay.
Dr. en Derecho