/ lunes 15 de enero de 2018

#MeToo o #NoHayTantaBronca

El feminismo se caracteriza por el desarrollo del pensamiento analítico desde la perspectiva de género para explicar las razones por las que las mujeres están circunscritas a una marginalidad aprehendida y diferenciada por el sexo. Todas las instituciones del Estado -construidas por los hombres por cierto- se han encargado a través de los tiempos, de perpetuar esta marginalidad y sumisión de las mujeres al predominio de los hombres, y particularmente entre otros, al control de su sexualidad.

Por eso es emblemático cómo ha impactado también en el feminismo el movimiento #MeToo emprendido por diversas actrices, quienes sufrieron acoso y abuso sexual por parte del productor hollywoodense Harvey Weinstein y otros miembros de este ámbito y que fue retomado por Oprah Winfrey en su discurso durante la entrega de los Globos de Oro, ligándolo a otro grave problema: la discriminación racial de las mujeres afrodescendientes.

Las mujeres sufragistas del siglo XIX fueron enfáticas en exigir nuestro derecho al voto; luego surgiría otro movimiento encabezado por las obreras para exigir mejores condiciones de trabajo a sus explotadores; en el siglo XX se incorpora nuestro derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, y hoy estamos exigiendo justicia contra el feminicidio y las violencias perpetradas por la condición de género reafirmando enfáticamente #NiUnaMás.

Volviendo al derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, éste no sólo se refiere a cuándo embarazarse, o no, tiene que ver en cómo queremos vernos y vestirnos, en tener la libertad de transitar hacia cualquier parte e involucrarnos con cualquier persona y sentirnos seguras.

En este contexto se inscribe la discusión del “piropo”, de las exclamaciones de los hombres hacia las mujeres principalmente jóvenes, en la escuela, en el trabajo, en el espacio público. Y han sido 100 francesas quienes han desatado el debate al afirmar que el flirteo insistente o torpe no es un delito, ni la galantería una agresión machista, en contraposición al movimiento #MeToo.

Conviene contextualizar la discusión: no me refiero a la exclamación de admiración o elogio adulador consentido, sino al que va mas allá de una pretendida seducción donde dos partes en igualdad de condiciones consienten una cercanía.

No, me refiero a las formas que padece una chica en un elevador por parte de un señor donde el “halago” a su blusa va acompañado de una revisión lasciva de su cuerpo; o cuando el jefe le dice “reinita” o “mija” a una empleada y le pone la mano en la espalda o en otro lugar confianzudamente; o le manda mensajes de texto a su celular y la presiona para que salga con él; o los arrimones en el transporte público, etcétera.

Hay que poner en el centro de esta discusión cómo se expresan en la cotidianidad de las mujeres las actitudes de los machos que las ven como un objeto sexual, no a una persona con dignidad humana que exige transitar por la vida sin ser hostigada, acosada, violada, controlada, asesinada; porque esto, lo provoca el machismo que exige se le complazca sin más.

Esta discusión va a continuar, en la revisión de las leyes, de las normas, de las relaciones y en el fomento de la igualdad y la no discriminación; porque al día de hoy, ni siquiera quien ha logrado plena libertad y autosuficiencia económica decide en el mismo contexto de la decisión de un hombre.

Senadora por el PRD

@angelicadelap

El feminismo se caracteriza por el desarrollo del pensamiento analítico desde la perspectiva de género para explicar las razones por las que las mujeres están circunscritas a una marginalidad aprehendida y diferenciada por el sexo. Todas las instituciones del Estado -construidas por los hombres por cierto- se han encargado a través de los tiempos, de perpetuar esta marginalidad y sumisión de las mujeres al predominio de los hombres, y particularmente entre otros, al control de su sexualidad.

Por eso es emblemático cómo ha impactado también en el feminismo el movimiento #MeToo emprendido por diversas actrices, quienes sufrieron acoso y abuso sexual por parte del productor hollywoodense Harvey Weinstein y otros miembros de este ámbito y que fue retomado por Oprah Winfrey en su discurso durante la entrega de los Globos de Oro, ligándolo a otro grave problema: la discriminación racial de las mujeres afrodescendientes.

Las mujeres sufragistas del siglo XIX fueron enfáticas en exigir nuestro derecho al voto; luego surgiría otro movimiento encabezado por las obreras para exigir mejores condiciones de trabajo a sus explotadores; en el siglo XX se incorpora nuestro derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, y hoy estamos exigiendo justicia contra el feminicidio y las violencias perpetradas por la condición de género reafirmando enfáticamente #NiUnaMás.

Volviendo al derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, éste no sólo se refiere a cuándo embarazarse, o no, tiene que ver en cómo queremos vernos y vestirnos, en tener la libertad de transitar hacia cualquier parte e involucrarnos con cualquier persona y sentirnos seguras.

En este contexto se inscribe la discusión del “piropo”, de las exclamaciones de los hombres hacia las mujeres principalmente jóvenes, en la escuela, en el trabajo, en el espacio público. Y han sido 100 francesas quienes han desatado el debate al afirmar que el flirteo insistente o torpe no es un delito, ni la galantería una agresión machista, en contraposición al movimiento #MeToo.

Conviene contextualizar la discusión: no me refiero a la exclamación de admiración o elogio adulador consentido, sino al que va mas allá de una pretendida seducción donde dos partes en igualdad de condiciones consienten una cercanía.

No, me refiero a las formas que padece una chica en un elevador por parte de un señor donde el “halago” a su blusa va acompañado de una revisión lasciva de su cuerpo; o cuando el jefe le dice “reinita” o “mija” a una empleada y le pone la mano en la espalda o en otro lugar confianzudamente; o le manda mensajes de texto a su celular y la presiona para que salga con él; o los arrimones en el transporte público, etcétera.

Hay que poner en el centro de esta discusión cómo se expresan en la cotidianidad de las mujeres las actitudes de los machos que las ven como un objeto sexual, no a una persona con dignidad humana que exige transitar por la vida sin ser hostigada, acosada, violada, controlada, asesinada; porque esto, lo provoca el machismo que exige se le complazca sin más.

Esta discusión va a continuar, en la revisión de las leyes, de las normas, de las relaciones y en el fomento de la igualdad y la no discriminación; porque al día de hoy, ni siquiera quien ha logrado plena libertad y autosuficiencia económica decide en el mismo contexto de la decisión de un hombre.

Senadora por el PRD

@angelicadelap