/ jueves 7 de octubre de 2021

México: 200 años de independencia y lucha permanente 

El pasado 27 de septiembre de 2021 se conmemoraron 200 años de la culminación de la independencia de nuestro país.

En 1821, con el general Agustín de Iturbide a la cabeza, entró de manera triunfal a la Ciudad de México el Ejército Trigarante, el cual representaba tres principios fundadores contemplados en el Plan de Iguala: independencia, catolicismo y unión.

Cabe recordar que, para el 28 de septiembre de 1821, es decir, un día después de la consumación de la emancipación de nuestro país de España, se firmaba el Acta de Independencia de la Nación Mexicana, con el siguiente texto de apertura:

La Nación Mexicana que, por trescientos años ni ha tenido voluntad propia ni libre el uso de la voz, sale hoy de la opresión en que ha vivido. Los heroicos esfuerzos de sus hijos han sido coronados; y está consumada la empresa, eternamente memorable, que un genio, superior a toda admiración y elogio, amor y gloria de su Patria, principió en Iguala, prosiguió y llevó al cabo, arrollando obstáculos casi insuperables.

A pesar de esta proclama, existieron intentos de reconquista por parte de la monarquía española, la cual siguió enviando tropas desde Cuba a nuestro territorio.

En 1827 y 1829, respectivamente, fueron expedidas dos leyes de expulsión de los españoles. Sin embargo, no fue sino hasta 1836 que España reconoció la independencia de México.

Desde aquellos años y hasta hoy, la reivindicación de la independencia de México no se ha detenido. Esto significa que hemos lidiado con afrentas que buscaron poner en peligro nuestra emancipación y soberanía como nación. Cabe recordar que, por ejemplo, la guerra con Estados Unidos (1846-1848), la Intervención francesa de 1862 a 1867 o incluso la recuperación de la soberanía energética por medio de la expropiación petrolera de 1938 son ejemplos de lucha frente a otros países e intereses.

Actualmente, la salvaguardia de nuestra independencia se ha enfocado, en mucho, en la autodeterminación de los pueblos, el rechazo al colonialismo territorial y mental, el sectarismo y el racismo, entre otros aspectos. El cuestionamiento progresista del “orden de las cosas”, y no la preservación de clivajes colonialistas o conservadores, nos hace libres e independientes.

Las recientes declaraciones del ex jefe del Gobierno español, Pedro Aznar, y de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, respecto de la petición de perdón solicitada por el titular del Ejecutivo mexicano, Andrés Manuel López Obrador, al rey español Felipe VI y al papa Francisco, debido a los excesos cometidos durante la conquista en contra de los pueblos originarios de nuestro país, son ejemplos de lo anterior.

Ambos personajes españoles manifestaron su rechazo a que su país ofrezca perdón por los abusos de la conquista. Incluso la presidenta Díaz Ayuso sostuvo que “el indigenismo es el nuevo comunismo”, mientras que el señor Aznar dejó ver que, “si no hubieran pasado ciertas cosas”, el presidente de México no hubiera sido bautizado ni tendría el nombre que tiene.

Por el contrario, la carta enviada por el papa Francisco al presidente de la Conferencia Episcopal Mexicana con motivo de los 200 años de la consumación de la Independencia reveló un pensamiento progresista, fraterno y conciliador con nuestra nación y los pueblos indígenas.

En ella, el pontífice apeló a “un proceso de purificación de la memoria, es decir, reconocer los errores cometidos en el pasado, que han sido muy dolorosos”.

La reivindicación de los pueblos originarios de México, así como el reconocimiento nacional e internacional de su dignidad, fortaleza y porvenir son pilares de una verdadera reconciliación con el pasado, de una sociedad libre y de un país independiente, para seguir caminando, todas y todos, hacia el futuro.

ricardomonreala@yahoo.com.mx

Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA

El pasado 27 de septiembre de 2021 se conmemoraron 200 años de la culminación de la independencia de nuestro país.

En 1821, con el general Agustín de Iturbide a la cabeza, entró de manera triunfal a la Ciudad de México el Ejército Trigarante, el cual representaba tres principios fundadores contemplados en el Plan de Iguala: independencia, catolicismo y unión.

Cabe recordar que, para el 28 de septiembre de 1821, es decir, un día después de la consumación de la emancipación de nuestro país de España, se firmaba el Acta de Independencia de la Nación Mexicana, con el siguiente texto de apertura:

La Nación Mexicana que, por trescientos años ni ha tenido voluntad propia ni libre el uso de la voz, sale hoy de la opresión en que ha vivido. Los heroicos esfuerzos de sus hijos han sido coronados; y está consumada la empresa, eternamente memorable, que un genio, superior a toda admiración y elogio, amor y gloria de su Patria, principió en Iguala, prosiguió y llevó al cabo, arrollando obstáculos casi insuperables.

A pesar de esta proclama, existieron intentos de reconquista por parte de la monarquía española, la cual siguió enviando tropas desde Cuba a nuestro territorio.

En 1827 y 1829, respectivamente, fueron expedidas dos leyes de expulsión de los españoles. Sin embargo, no fue sino hasta 1836 que España reconoció la independencia de México.

Desde aquellos años y hasta hoy, la reivindicación de la independencia de México no se ha detenido. Esto significa que hemos lidiado con afrentas que buscaron poner en peligro nuestra emancipación y soberanía como nación. Cabe recordar que, por ejemplo, la guerra con Estados Unidos (1846-1848), la Intervención francesa de 1862 a 1867 o incluso la recuperación de la soberanía energética por medio de la expropiación petrolera de 1938 son ejemplos de lucha frente a otros países e intereses.

Actualmente, la salvaguardia de nuestra independencia se ha enfocado, en mucho, en la autodeterminación de los pueblos, el rechazo al colonialismo territorial y mental, el sectarismo y el racismo, entre otros aspectos. El cuestionamiento progresista del “orden de las cosas”, y no la preservación de clivajes colonialistas o conservadores, nos hace libres e independientes.

Las recientes declaraciones del ex jefe del Gobierno español, Pedro Aznar, y de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, respecto de la petición de perdón solicitada por el titular del Ejecutivo mexicano, Andrés Manuel López Obrador, al rey español Felipe VI y al papa Francisco, debido a los excesos cometidos durante la conquista en contra de los pueblos originarios de nuestro país, son ejemplos de lo anterior.

Ambos personajes españoles manifestaron su rechazo a que su país ofrezca perdón por los abusos de la conquista. Incluso la presidenta Díaz Ayuso sostuvo que “el indigenismo es el nuevo comunismo”, mientras que el señor Aznar dejó ver que, “si no hubieran pasado ciertas cosas”, el presidente de México no hubiera sido bautizado ni tendría el nombre que tiene.

Por el contrario, la carta enviada por el papa Francisco al presidente de la Conferencia Episcopal Mexicana con motivo de los 200 años de la consumación de la Independencia reveló un pensamiento progresista, fraterno y conciliador con nuestra nación y los pueblos indígenas.

En ella, el pontífice apeló a “un proceso de purificación de la memoria, es decir, reconocer los errores cometidos en el pasado, que han sido muy dolorosos”.

La reivindicación de los pueblos originarios de México, así como el reconocimiento nacional e internacional de su dignidad, fortaleza y porvenir son pilares de una verdadera reconciliación con el pasado, de una sociedad libre y de un país independiente, para seguir caminando, todas y todos, hacia el futuro.

ricardomonreala@yahoo.com.mx

Twitter y Facebook: @RicardoMonrealA