/ lunes 8 de agosto de 2022

México, con alto estrés hídrico en AL

por Yahir G. García-López

El movimiento constante de agua dulce entre las nubes, la tierra y el océano, comúnmente denominado ciclo del agua, está cambiando de manera cada vez más drástico y sus efectos ya se perciben en diferentes regiones de nuestro planeta debido al calentamiento global, lo que está generando una gran incertidumbre en varios países del mundo a causa de los efectos que en un futuro inmediato podrían generar sobre la vida en nuestro entorno geográfico.

El ciclo global del agua es un delicado sistema que transporta el agua del océano a la tierra, ayudando a que nuestro entorno sea susceptible de sostener la vida en la Tierra, sin embargo, el aumento de las temperaturas globales ha provocado cambios profundos en el funcionamiento del ciclo del agua a nivel planetario. El agua se aleja de las regiones secas hacia las húmedas, lo que provoca en muchas ocasiones que las sequías sean cada vez más drásticas en algunas partes del planeta, mientras que en otros lugares, se intensifique la presencia de lluvia torrencial y se incremente la presencia de inundaciones.

Al día de hoy, en nuestro planeta vivimos poco más de 7,700 millones de personas, de las cuales 2,100 millones (es decir, 3 de cada 10) carecen de acceso al abastecimiento de agua. Tan alarmante es la situación del agua en el mundo, que 844 millones no tienen ni siquiera el servicio básico de agua potable. Se calcula que aproximadamente 4,000 millones de personas —casi dos tercios de la población mundial— padecen escasez crítica o escasez de agua durante al menos un mes al año.

Hoy en día, más del 80% de las aguas residuales, producto de actividades económicas y sociales en el mundo, se vierten en ríos o el mar sin ningún tratamiento. Como resultado, por ejemplo, cada año, fallecen poco más de 361.000 niños menores de 5 años, debido a diarreas relacionadas con el saneamiento deficiente y el uso de aguas contaminadas para el consumo humano, que se asocian a la transmisión de enfermedades, como el cólera, la disentería, la hepatitis A y la fiebre tifoidea.

Aunado a lo anterior, y de acuerdo con un informe realizado por el World Resources Institute (WRI), nuestro país ocupa ya el segundo lugar en cuanto a estrés hídrico en América Latina y el número 24 en el mundo. Hablamos de estrés hídrico cuando la demanda de agua es más alta que la cantidad disponible durante un periodo determinado de tiempo, o cuando su uso se ve restringido por la baja calidad del agua. Esto evidentemente genera una serie de problemas de índole social, económicos, cultural y de salud pública, que impacta en otras esferas vinculadas con la administración, conservación, cuidado y suministro del agua. De acuerdo con dicho informe, en América Latina, Chile se encuentra en una situación más complicada que México.

Es importante mencionar que en nuestro país se han identificado cinco regiones que están utilizando un volumen de agua que excede lo que el ciclo natural del agua es capaz de producir, y que además, la calidad de agua no necesariamente cumple con las condiciones necesarias para ser utilizada. Y es justamente en estas regiones donde se encuentran las mayores aglomeraciones urbanas así como las mayores superficies productoras de alimento. Estas cinco regiones en México son: Noroeste (Sonora-Sinaloa), Río Bravo (Monterrey), Lerma-Santiago-Pacífico (Jalisco), la del Valle de México y la Región del Balsas (centro del país y Ciudad de México).

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el estrés hídrico mundial ha mostrado durante los últimos veinte años una tendencia gradualmente creciente, lo que se traduce en un incremento de las zonas en el mundo con mayor necesidad del recurso vital así como la generación de problemas de salud pública de impacto regional o mundial incluso, de índole geopolítico o económico a escala global. De esta manera, se estima que para el año 2025, 1.900 millones de personas vivirán en países o regiones que enfrentan una escasez absoluta de agua, y dos tercios de la población mundial podrían estar en una situación alarmante de estrés hídrico.

Por todo lo anterior, debemos asumir con mayor responsabilidad la tarea de gestionar y proteger el recurso hídrico vital, ya que de no hacerlo, estaremos enfrentando un futuro inmediato con profundos y serios problemas sociales. Por ejemplo, para el 2050, las proyecciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señalan un aumento de la demanda del agua en un 55%, respecto al año 2000. Por lo que de continuar con la actual tendencia de consumo de este recurso, para el año 2050 la mitad de la población sufrirá escasez de agua. En 2050 también se prevé que 240 millones de personas continúen sin acceso a agua y 1,400 millones, sin servicios básicos de saneamiento. Estos panoramas evidentemente son alarmantes, pero en la misma medida, debemos como sociedad asumir nuestra responsabilidad y comenzar a asumir compromisos que se traduzcan en el cuidado del medio ambiente en beneficio de todos. Es tiempo de actuar y de llevar al plano de la acción, la conciencia colectiva del ser parte de la solución. Tal como lo dijo el poeta, escritor y filósofo bengalí Rabindranath Tagore (1861-1941): “Convertid un árbol en leña y arderá para vosotros, pero no producirá flores ni frutos para vuestros hijos”.

* Subdirector de Innovación Pedagógica de la Secretaría de Educación Pública.

por Yahir G. García-López

El movimiento constante de agua dulce entre las nubes, la tierra y el océano, comúnmente denominado ciclo del agua, está cambiando de manera cada vez más drástico y sus efectos ya se perciben en diferentes regiones de nuestro planeta debido al calentamiento global, lo que está generando una gran incertidumbre en varios países del mundo a causa de los efectos que en un futuro inmediato podrían generar sobre la vida en nuestro entorno geográfico.

El ciclo global del agua es un delicado sistema que transporta el agua del océano a la tierra, ayudando a que nuestro entorno sea susceptible de sostener la vida en la Tierra, sin embargo, el aumento de las temperaturas globales ha provocado cambios profundos en el funcionamiento del ciclo del agua a nivel planetario. El agua se aleja de las regiones secas hacia las húmedas, lo que provoca en muchas ocasiones que las sequías sean cada vez más drásticas en algunas partes del planeta, mientras que en otros lugares, se intensifique la presencia de lluvia torrencial y se incremente la presencia de inundaciones.

Al día de hoy, en nuestro planeta vivimos poco más de 7,700 millones de personas, de las cuales 2,100 millones (es decir, 3 de cada 10) carecen de acceso al abastecimiento de agua. Tan alarmante es la situación del agua en el mundo, que 844 millones no tienen ni siquiera el servicio básico de agua potable. Se calcula que aproximadamente 4,000 millones de personas —casi dos tercios de la población mundial— padecen escasez crítica o escasez de agua durante al menos un mes al año.

Hoy en día, más del 80% de las aguas residuales, producto de actividades económicas y sociales en el mundo, se vierten en ríos o el mar sin ningún tratamiento. Como resultado, por ejemplo, cada año, fallecen poco más de 361.000 niños menores de 5 años, debido a diarreas relacionadas con el saneamiento deficiente y el uso de aguas contaminadas para el consumo humano, que se asocian a la transmisión de enfermedades, como el cólera, la disentería, la hepatitis A y la fiebre tifoidea.

Aunado a lo anterior, y de acuerdo con un informe realizado por el World Resources Institute (WRI), nuestro país ocupa ya el segundo lugar en cuanto a estrés hídrico en América Latina y el número 24 en el mundo. Hablamos de estrés hídrico cuando la demanda de agua es más alta que la cantidad disponible durante un periodo determinado de tiempo, o cuando su uso se ve restringido por la baja calidad del agua. Esto evidentemente genera una serie de problemas de índole social, económicos, cultural y de salud pública, que impacta en otras esferas vinculadas con la administración, conservación, cuidado y suministro del agua. De acuerdo con dicho informe, en América Latina, Chile se encuentra en una situación más complicada que México.

Es importante mencionar que en nuestro país se han identificado cinco regiones que están utilizando un volumen de agua que excede lo que el ciclo natural del agua es capaz de producir, y que además, la calidad de agua no necesariamente cumple con las condiciones necesarias para ser utilizada. Y es justamente en estas regiones donde se encuentran las mayores aglomeraciones urbanas así como las mayores superficies productoras de alimento. Estas cinco regiones en México son: Noroeste (Sonora-Sinaloa), Río Bravo (Monterrey), Lerma-Santiago-Pacífico (Jalisco), la del Valle de México y la Región del Balsas (centro del país y Ciudad de México).

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el estrés hídrico mundial ha mostrado durante los últimos veinte años una tendencia gradualmente creciente, lo que se traduce en un incremento de las zonas en el mundo con mayor necesidad del recurso vital así como la generación de problemas de salud pública de impacto regional o mundial incluso, de índole geopolítico o económico a escala global. De esta manera, se estima que para el año 2025, 1.900 millones de personas vivirán en países o regiones que enfrentan una escasez absoluta de agua, y dos tercios de la población mundial podrían estar en una situación alarmante de estrés hídrico.

Por todo lo anterior, debemos asumir con mayor responsabilidad la tarea de gestionar y proteger el recurso hídrico vital, ya que de no hacerlo, estaremos enfrentando un futuro inmediato con profundos y serios problemas sociales. Por ejemplo, para el 2050, las proyecciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señalan un aumento de la demanda del agua en un 55%, respecto al año 2000. Por lo que de continuar con la actual tendencia de consumo de este recurso, para el año 2050 la mitad de la población sufrirá escasez de agua. En 2050 también se prevé que 240 millones de personas continúen sin acceso a agua y 1,400 millones, sin servicios básicos de saneamiento. Estos panoramas evidentemente son alarmantes, pero en la misma medida, debemos como sociedad asumir nuestra responsabilidad y comenzar a asumir compromisos que se traduzcan en el cuidado del medio ambiente en beneficio de todos. Es tiempo de actuar y de llevar al plano de la acción, la conciencia colectiva del ser parte de la solución. Tal como lo dijo el poeta, escritor y filósofo bengalí Rabindranath Tagore (1861-1941): “Convertid un árbol en leña y arderá para vosotros, pero no producirá flores ni frutos para vuestros hijos”.

* Subdirector de Innovación Pedagógica de la Secretaría de Educación Pública.