/ lunes 21 de diciembre de 2020

México-EU: relación compleja

Sin lugar a dudas, la relación más importante y compleja para México es la que tiene con Estados Unidos. No es fácil compartir poco más de 3 mil kilómetros de frontera con un país históricamente expansionista y geopolíticamente tan fuerte, cuna del capitalismo moderno y potencia militar experta en intervenir países más débiles “en nombre de la democracia”.

En este contexto es evidente que cada vez que llega un nuevo presidente a la Casa Blanca, en México nos preguntamos cómo nos irá, qué matices tomará la relación y qué temas se posicionarán en la agenda. De hecho, ya lo dijo el Dr. Leonardo Curzio, México siempre está buscando cómo convertir la vecindad con Estados Unidos en desarrollo, aunque eso ha implicado cooperar en temas donde hay franca desventaja, como lo es la seguridad y la gestión fronteriza.

Incluso, cada presidente mexicano tiene como un indicador del éxito (o fracaso) de su gestión, la forma en la que se las arregló con EEUU, esto es muy claro especialmente después de la alternancia democrática de 2000. Y es bien sabido que entre los perfiles más fuertes del presidente en turno, están su secretario de Hacienda, su Canciller y su Embajador en Washington.

Vicente Fox inició con una agresiva agenda migratoria (la famosa y fallida “enchilada completa”), para luego simplemente “caerse de un caballo” justo después del atentado del 9/11 y poner en aprietos diplomáticos a México.

Mientras que a Felipe Calderón se le criticó fuertemente centrar la relación bilateral en la seguridad y aceptar esquemas tradicionales de asistencia como la Iniciativa Mérida; pero sin duda fue la primera vez que EEUU aceptó su responsabilidad en el tráfico de armas y eso implicó un cambio sustancial en la narrativa ya que fue la primera vez que se habló de “responsabilidad compartida”.

Por otra parte, se vio con buenos ojos que Enrique Peña buscara centrar la relación en temas comerciales mediante el Diálogo Económico de Alto Nivel y reenfocar la cooperación en materia educativa. Sin embargo, fue una mala idea invitar a Donald Trump a México mientras era candidato, especialmente cuando su campaña estaba basada en culpar al TLCAN y a los migrantes mexicanos de todos los males de la sociedad estadounidense.

En fin, este breve resumen histórico para destacar que, más allá del determinismo geográfico, son muchos los intereses económicos y comerciales, así como los sociales y políticos, que involucran a ambos países, por lo que la gestión de esa relación bilateral nunca va a ser fácil.

Sin embargo, lo mínimo que se espera del presidente mexicano en turno, es hacerse rodear de un equipo de expertos que le ayuden a tomar las decisiones más asertivas para lidiar con todo lo que Estados Unidos implica para México, su población, su economía y sus migrantes. Y esto es justamente lo que se le reprochado tanto a AMLO: no escuchar las voces de quienes tienen más experiencia que él en ciertos temas.

Mientras que democracias avanzadas como la alemana o la francesa se congratulaban de ver fuera de la Casa Blanca a Donald Trump, el presidente mexicano se unía a una penosa lista de gobernantes que parecían extrañarse de que no hubiera ganado. Pese a todo, incluso hubo quien vio con buenos ojos que se esperara la decisión del Colegio Electoral en aras de ser respetuosos de las instituciones estadounidenses.

Pero esta coyuntura ha coincidido con la jubilación anticipada de la embajadora de México en EEUU, Martha Bárcena, que no es cosa menor: ella es miembro del Servicio Exterior Mexicano y alcanzó una de las joyas más deseadas para cualquier diplomático de carrera. Sin embargo, se va y será suplida por el actual Secretario de Educación, Estaban Moctezuma, quién también es conocido por representar los intereses del empresario mexicano que es dueño del banco que opera la entrega de los apoyos gubernamentales.

Esto suena a capitalismo de cuates y nos indigna bastante a los empresarios honestos porque solo acentúa el estigma de que el empresariado no tiene sensibilidad social sino solo intereses, lo cual siembra entre la opinión pública ideas erróneas sobre la dimensión social que tienen las empresas en México, especialmente en materia de creación de trabajo decente (concepto de la Organización Internacional del Trabajo).

Finalmente, hay que decir que es muy poco probable que la relación entre México y Estados Unidos haya sido determinada por la carta del presidente López Obrador a Biden, así que no hay que caer en falsos debates. Al contrario, hay que estar pendientes del anuncio de los primeros 100 días de gobierno y sobretodo, de la agenda que defienda el nuevo embajador Moctezuma Barragán.

Sin lugar a dudas, la relación más importante y compleja para México es la que tiene con Estados Unidos. No es fácil compartir poco más de 3 mil kilómetros de frontera con un país históricamente expansionista y geopolíticamente tan fuerte, cuna del capitalismo moderno y potencia militar experta en intervenir países más débiles “en nombre de la democracia”.

En este contexto es evidente que cada vez que llega un nuevo presidente a la Casa Blanca, en México nos preguntamos cómo nos irá, qué matices tomará la relación y qué temas se posicionarán en la agenda. De hecho, ya lo dijo el Dr. Leonardo Curzio, México siempre está buscando cómo convertir la vecindad con Estados Unidos en desarrollo, aunque eso ha implicado cooperar en temas donde hay franca desventaja, como lo es la seguridad y la gestión fronteriza.

Incluso, cada presidente mexicano tiene como un indicador del éxito (o fracaso) de su gestión, la forma en la que se las arregló con EEUU, esto es muy claro especialmente después de la alternancia democrática de 2000. Y es bien sabido que entre los perfiles más fuertes del presidente en turno, están su secretario de Hacienda, su Canciller y su Embajador en Washington.

Vicente Fox inició con una agresiva agenda migratoria (la famosa y fallida “enchilada completa”), para luego simplemente “caerse de un caballo” justo después del atentado del 9/11 y poner en aprietos diplomáticos a México.

Mientras que a Felipe Calderón se le criticó fuertemente centrar la relación bilateral en la seguridad y aceptar esquemas tradicionales de asistencia como la Iniciativa Mérida; pero sin duda fue la primera vez que EEUU aceptó su responsabilidad en el tráfico de armas y eso implicó un cambio sustancial en la narrativa ya que fue la primera vez que se habló de “responsabilidad compartida”.

Por otra parte, se vio con buenos ojos que Enrique Peña buscara centrar la relación en temas comerciales mediante el Diálogo Económico de Alto Nivel y reenfocar la cooperación en materia educativa. Sin embargo, fue una mala idea invitar a Donald Trump a México mientras era candidato, especialmente cuando su campaña estaba basada en culpar al TLCAN y a los migrantes mexicanos de todos los males de la sociedad estadounidense.

En fin, este breve resumen histórico para destacar que, más allá del determinismo geográfico, son muchos los intereses económicos y comerciales, así como los sociales y políticos, que involucran a ambos países, por lo que la gestión de esa relación bilateral nunca va a ser fácil.

Sin embargo, lo mínimo que se espera del presidente mexicano en turno, es hacerse rodear de un equipo de expertos que le ayuden a tomar las decisiones más asertivas para lidiar con todo lo que Estados Unidos implica para México, su población, su economía y sus migrantes. Y esto es justamente lo que se le reprochado tanto a AMLO: no escuchar las voces de quienes tienen más experiencia que él en ciertos temas.

Mientras que democracias avanzadas como la alemana o la francesa se congratulaban de ver fuera de la Casa Blanca a Donald Trump, el presidente mexicano se unía a una penosa lista de gobernantes que parecían extrañarse de que no hubiera ganado. Pese a todo, incluso hubo quien vio con buenos ojos que se esperara la decisión del Colegio Electoral en aras de ser respetuosos de las instituciones estadounidenses.

Pero esta coyuntura ha coincidido con la jubilación anticipada de la embajadora de México en EEUU, Martha Bárcena, que no es cosa menor: ella es miembro del Servicio Exterior Mexicano y alcanzó una de las joyas más deseadas para cualquier diplomático de carrera. Sin embargo, se va y será suplida por el actual Secretario de Educación, Estaban Moctezuma, quién también es conocido por representar los intereses del empresario mexicano que es dueño del banco que opera la entrega de los apoyos gubernamentales.

Esto suena a capitalismo de cuates y nos indigna bastante a los empresarios honestos porque solo acentúa el estigma de que el empresariado no tiene sensibilidad social sino solo intereses, lo cual siembra entre la opinión pública ideas erróneas sobre la dimensión social que tienen las empresas en México, especialmente en materia de creación de trabajo decente (concepto de la Organización Internacional del Trabajo).

Finalmente, hay que decir que es muy poco probable que la relación entre México y Estados Unidos haya sido determinada por la carta del presidente López Obrador a Biden, así que no hay que caer en falsos debates. Al contrario, hay que estar pendientes del anuncio de los primeros 100 días de gobierno y sobretodo, de la agenda que defienda el nuevo embajador Moctezuma Barragán.