/ sábado 31 de julio de 2021

México: una fabrica de talentos

A lo largo de los años he tenido una especial preocupación por la deserción escolar, el abandono del alumno a su obligación primaria; el estudio y la preparación. No es difícil comprender esta situación. Lo que expreso es mi seguridad de implementar en exceso cursos de orientación vocacional que son, finalmente, los que dan la pauta del sentir estudiantil. Muchos años fui docente y me percaté de esa falla en la educación.

La principal causa de la deserción escolar es la falta de una adecuada y justa orientación vocacional. Menciono adecuada y justa porque no debemos orientar grandes grupos de alumnos hacia disciplinas que ya se encuentran saturadas, lo cual sería, además de una pérdida de tiempo, una frustración más.

Pero en estos dieciocho meses de pandemia, en los que la educación se ha enseñado por vía remota, no presencial, los niveles de aprendizaje han sufrido una caída impresionante al grado que la mayoría de los estudiantes no tiene ni idea de lo que se les ha enseñado, y mucho menos tendrá bases para continuar con la educación presencial, seguramente a partir del próximo mes de agosto.

La educación se inicia en la familia, se incrementa en los jardines de niños, se establecen sus fundamentos en la educación básica, se formaliza y se encauza en el bachillerato. Podría decirse que en el cuarto año de este último nivel que menciono, el estudiante empieza a pensar en el camino que han de tomar sus estudios, en este momento debemos intensificar nuestros esfuerzos para orientar a los alumnos hacia una preparación que sea de su agrado.

En México existían diversos tipos de bachillerato; algunos eran de carácter técnico: ciencias sociales, ciencias físicomatemáticas, ciencias químicobiológicas, etc., y otros que proporcionaban una base cultural más amplia, aunque dentro de las mismas áreas.

Pero hoy es más importante pensar en encausar al estudiante hacia los nuevos derroteros que se abren, sobre todo, con los avances tecnológicos.

Los jóvenes deben pensar en lo moderno y futurista: Ingeniería Ambiental, Agronomía, Ciencias de la Tierra, Manejo de Zonas Costeras, Ingeniería en alimentos, Biotecnología, Genética, Nutrición, Química de los alimentos, Robótica, Ingeniería civil, Ingeniería electrónica, Ingeniería química, Ingeniería petrolera, Ingeniería industrial, Nanotecnología, Ciencias de la computación.

El sistema educativo, cuando es socialmente eficaz, se convierte en un instrumento de cambio ordenado a lo largo de las generaciones en cuanto a la distribución por clases de los individuos y de los grupos. Pero el sistema de orientación vocacional e integración social puede también debilitar la formación de la sociedad por falta de coordinación o de adaptabilidad.

Un exceso de personas preparadas para la administración pública o para el ejercicio de la ley, o con un adiestramiento especializado, favorece la aparición de una intelectualidad descontenta e inquieta en las sociedades en vías de desarrollo que carecen a la vez de suficientes científicos y técnicos. Un exceso de personas con una preparación por debajo de ciertos límites de cultura abre la posibilidad de que se constituya una gran masa de trabajadores no calificados, mismos que serán incapaces de asimilar la readaptación constante que la moderna economía exige.

La unión íntima de educación y economía hace de la enseñanza una fábrica de talentos, llamémosla “una empresa de tratamiento masivo” que preparará la mano de obra de acuerdo con la demanda profesional y gubernamental.

El sistema educativo no causa preocupaciones al estudiante, pero crea problemas a profesores y alumnos con intereses intelectuales. Esta “empresa de tratamiento masivo” está organizada a escala grande y especializada. Uno de los resultados de ese tratamiento masivo es que las relaciones entre administradores, profesores y alumnos se hacen más tensas. El joven actual, idealista, preocupado con su identidad personal y con los problemas de justicia social en nuestra sociedad de masas, se siente un tanto decepcionado por una enseñanza dependiente, en mayor grado, del avance tecnológico.

Debemos preocuparnos todos; padres, hermanos, profesores, educadores, etc., en buscar fórmulas creadoras de verdaderos Planes de Orientación Vocacional. No es posible que sigan egresando del bachillerato jóvenes que desconocen los estudios a seguir porque se prepararon en un área diferente de la que marca su inclinación o preferencia.

Para finalizar por hoy agrego que es necesario incluir en los programas universitarios cursos intensivos de orientación vocacional con objeto de no permitir que haya estudiantes que desperdicien su tiempo y muchas veces su dinero en capacitarse erróneamente y en convertirse en lastre de una colectividad que lo que necesita son generadores y creadores de nuevas oportunidades. México debe ser una fábrica de talentos.


Fundador de Notimex

Premio Nacional de Periodismo

pacofonn@yahoo.com.mx

A lo largo de los años he tenido una especial preocupación por la deserción escolar, el abandono del alumno a su obligación primaria; el estudio y la preparación. No es difícil comprender esta situación. Lo que expreso es mi seguridad de implementar en exceso cursos de orientación vocacional que son, finalmente, los que dan la pauta del sentir estudiantil. Muchos años fui docente y me percaté de esa falla en la educación.

La principal causa de la deserción escolar es la falta de una adecuada y justa orientación vocacional. Menciono adecuada y justa porque no debemos orientar grandes grupos de alumnos hacia disciplinas que ya se encuentran saturadas, lo cual sería, además de una pérdida de tiempo, una frustración más.

Pero en estos dieciocho meses de pandemia, en los que la educación se ha enseñado por vía remota, no presencial, los niveles de aprendizaje han sufrido una caída impresionante al grado que la mayoría de los estudiantes no tiene ni idea de lo que se les ha enseñado, y mucho menos tendrá bases para continuar con la educación presencial, seguramente a partir del próximo mes de agosto.

La educación se inicia en la familia, se incrementa en los jardines de niños, se establecen sus fundamentos en la educación básica, se formaliza y se encauza en el bachillerato. Podría decirse que en el cuarto año de este último nivel que menciono, el estudiante empieza a pensar en el camino que han de tomar sus estudios, en este momento debemos intensificar nuestros esfuerzos para orientar a los alumnos hacia una preparación que sea de su agrado.

En México existían diversos tipos de bachillerato; algunos eran de carácter técnico: ciencias sociales, ciencias físicomatemáticas, ciencias químicobiológicas, etc., y otros que proporcionaban una base cultural más amplia, aunque dentro de las mismas áreas.

Pero hoy es más importante pensar en encausar al estudiante hacia los nuevos derroteros que se abren, sobre todo, con los avances tecnológicos.

Los jóvenes deben pensar en lo moderno y futurista: Ingeniería Ambiental, Agronomía, Ciencias de la Tierra, Manejo de Zonas Costeras, Ingeniería en alimentos, Biotecnología, Genética, Nutrición, Química de los alimentos, Robótica, Ingeniería civil, Ingeniería electrónica, Ingeniería química, Ingeniería petrolera, Ingeniería industrial, Nanotecnología, Ciencias de la computación.

El sistema educativo, cuando es socialmente eficaz, se convierte en un instrumento de cambio ordenado a lo largo de las generaciones en cuanto a la distribución por clases de los individuos y de los grupos. Pero el sistema de orientación vocacional e integración social puede también debilitar la formación de la sociedad por falta de coordinación o de adaptabilidad.

Un exceso de personas preparadas para la administración pública o para el ejercicio de la ley, o con un adiestramiento especializado, favorece la aparición de una intelectualidad descontenta e inquieta en las sociedades en vías de desarrollo que carecen a la vez de suficientes científicos y técnicos. Un exceso de personas con una preparación por debajo de ciertos límites de cultura abre la posibilidad de que se constituya una gran masa de trabajadores no calificados, mismos que serán incapaces de asimilar la readaptación constante que la moderna economía exige.

La unión íntima de educación y economía hace de la enseñanza una fábrica de talentos, llamémosla “una empresa de tratamiento masivo” que preparará la mano de obra de acuerdo con la demanda profesional y gubernamental.

El sistema educativo no causa preocupaciones al estudiante, pero crea problemas a profesores y alumnos con intereses intelectuales. Esta “empresa de tratamiento masivo” está organizada a escala grande y especializada. Uno de los resultados de ese tratamiento masivo es que las relaciones entre administradores, profesores y alumnos se hacen más tensas. El joven actual, idealista, preocupado con su identidad personal y con los problemas de justicia social en nuestra sociedad de masas, se siente un tanto decepcionado por una enseñanza dependiente, en mayor grado, del avance tecnológico.

Debemos preocuparnos todos; padres, hermanos, profesores, educadores, etc., en buscar fórmulas creadoras de verdaderos Planes de Orientación Vocacional. No es posible que sigan egresando del bachillerato jóvenes que desconocen los estudios a seguir porque se prepararon en un área diferente de la que marca su inclinación o preferencia.

Para finalizar por hoy agrego que es necesario incluir en los programas universitarios cursos intensivos de orientación vocacional con objeto de no permitir que haya estudiantes que desperdicien su tiempo y muchas veces su dinero en capacitarse erróneamente y en convertirse en lastre de una colectividad que lo que necesita son generadores y creadores de nuevas oportunidades. México debe ser una fábrica de talentos.


Fundador de Notimex

Premio Nacional de Periodismo

pacofonn@yahoo.com.mx