/ viernes 21 de febrero de 2020

México, víctima de una obsesión (IV)

Estados Unidos no cejó en sus pretensiones de engrandecer su territorio. Pactó con España y con Francia en la adquisición de los territorios de Florida y de Louisiana a principios del siglo 19. Pero tenía muchísimo más interés en la certera anexión de Texas que le abría la puerta al territorio mexicano.

Pero esta anexión tardó como 30 años porque las autoridades mexicanas se percataron de esta insistencia y cerraron las puertas a los inmigrantes al territorio tejano. Y como lo mencioné en la segunda parte de esta serie, el presidente Jackson envió al soldado Samuel Houston a apoyar a los colonos sublevados. Corría el año de 1830.

En marzo de 1836 las fuerzas mexicanas comandadas por Santa Anna cometieron excesos contra la guarnición militar en El Álamo, que fue pasada por las armas después de haberse rendido tras un sangriento combate. Esto ofreció a los secesionistas encabezados por Houston un eslogan que fue explotado a partir de entonces: “Remember The Alamo” (“Recuerden El Álamo”), intentando dar un contenido ético positivo a sus campañas. La derrota mexicana en San Jacinto, al mes siguiente, en la que el propio Santa Anna cayó prisionero de Houston, selló definitivamente la pérdida de Texas para México.

El investigador ecuatoriano Manuel Medina Castro narra: “Santa Anna cayó en manos de Houston. Sigue un capítulo de claudicaciones, que a la memoria repugna recordar. A cambio del mendrugo de su vida, el prisionero suscribió tratados rindiendo sus armas y obligándose a gestionar el reconocimiento de la independencia de Texas, con la frontera en el Río Bravo”.

Aquel proceso marcó el denominado “destino manifiesto”, que comenzó a manifestarse como principio político de Estados Unidos desde inicios de la década, el que debía extenderse “por leyes históricas ineluctables, a todas aquellas tierras que parecían marcadas para entrar a formar parte de “la gran República”. La creencia en el “destino manifiesto” justificaba ante las más escrupulosas conciencias estas ambiciones de tierras ajenas» (Ramiro Guerra Sánchez).

En octubre de ese año, Houston se proclamó presidente de la República de Texas, durando en su encargo dos años. Los territorios mexicanos estaban prácticamente perdiéndose por una pésima táctica militar, por un desenfado absoluto, y por la corrupción monetaria.

Para 1837 la “independencia” de Texas fue reconocida por el gobierno estadounidense tensando las relaciones diplomáticas con México, y su agravamiento posterior provocaría la guerra estadounidense-mexicana y su total desgajamiento del territorio mexicano.

En 1842, y como muestra del clima psicológico previo a la guerra de rapiña desatada contra México, fuerzas de la Marina de Guerra y del Ejército estadounidense ocuparon temporalmente las ciudades mexicanas de Monterrey y San Diego, en California.

Ante la inminente invasión de los Estados Unidos, la respuesta militar mexicana, dirigida por el presidente Antonio López de Santa Anna, fue calificada por Manuel Medina Castro como “descolorida, sin relieve. Y para los jefes mexicanos, sin duda, vergonzante”.

La noticia de la falsa "paz" anunciaba la pérdida de más de la mitad del territorio mexicano. Esta información publicada en el diario Tiempo de México (1844) confirmaba que se perdía la mitad del territorio mexicano. En realidad, fue más de la mitad.

Entre enero y febrero de 1845 la Cámara y el Senado de Estados Unidos sancionaron el tratado de anexión de Texas. Fue aprobado el 1° de marzo por el presidente estadounidense Tyler, materializándose a finales del año. México declaró interrumpidas las relaciones y acusó a Estados Unidos de “despojar a una nación amiga de una porción considerable de su territorio”. No hizo declaración de guerra.

Para 1846 el gobierno de Estados Unidos había movilizado sus fuerzas militares y navales atenazando el territorio mexicano desde 1845. En enero de 1846 ordenó al general Zachary Taylor que penetrase hasta la margen oriental del Río Grande, con el objetivo de provocar un enfrentamiento con tropas mexicanas que diese el pretexto para declarar la guerra.

El 25 de abril se produjo el primer choque armado en La Rosita, cerca de la ciudad de Matamoros. El 13 de mayo el gobierno estadounidense declaró la guerra a México.

(continuará)

pacofonn@yahoo.com.mx

Estados Unidos no cejó en sus pretensiones de engrandecer su territorio. Pactó con España y con Francia en la adquisición de los territorios de Florida y de Louisiana a principios del siglo 19. Pero tenía muchísimo más interés en la certera anexión de Texas que le abría la puerta al territorio mexicano.

Pero esta anexión tardó como 30 años porque las autoridades mexicanas se percataron de esta insistencia y cerraron las puertas a los inmigrantes al territorio tejano. Y como lo mencioné en la segunda parte de esta serie, el presidente Jackson envió al soldado Samuel Houston a apoyar a los colonos sublevados. Corría el año de 1830.

En marzo de 1836 las fuerzas mexicanas comandadas por Santa Anna cometieron excesos contra la guarnición militar en El Álamo, que fue pasada por las armas después de haberse rendido tras un sangriento combate. Esto ofreció a los secesionistas encabezados por Houston un eslogan que fue explotado a partir de entonces: “Remember The Alamo” (“Recuerden El Álamo”), intentando dar un contenido ético positivo a sus campañas. La derrota mexicana en San Jacinto, al mes siguiente, en la que el propio Santa Anna cayó prisionero de Houston, selló definitivamente la pérdida de Texas para México.

El investigador ecuatoriano Manuel Medina Castro narra: “Santa Anna cayó en manos de Houston. Sigue un capítulo de claudicaciones, que a la memoria repugna recordar. A cambio del mendrugo de su vida, el prisionero suscribió tratados rindiendo sus armas y obligándose a gestionar el reconocimiento de la independencia de Texas, con la frontera en el Río Bravo”.

Aquel proceso marcó el denominado “destino manifiesto”, que comenzó a manifestarse como principio político de Estados Unidos desde inicios de la década, el que debía extenderse “por leyes históricas ineluctables, a todas aquellas tierras que parecían marcadas para entrar a formar parte de “la gran República”. La creencia en el “destino manifiesto” justificaba ante las más escrupulosas conciencias estas ambiciones de tierras ajenas» (Ramiro Guerra Sánchez).

En octubre de ese año, Houston se proclamó presidente de la República de Texas, durando en su encargo dos años. Los territorios mexicanos estaban prácticamente perdiéndose por una pésima táctica militar, por un desenfado absoluto, y por la corrupción monetaria.

Para 1837 la “independencia” de Texas fue reconocida por el gobierno estadounidense tensando las relaciones diplomáticas con México, y su agravamiento posterior provocaría la guerra estadounidense-mexicana y su total desgajamiento del territorio mexicano.

En 1842, y como muestra del clima psicológico previo a la guerra de rapiña desatada contra México, fuerzas de la Marina de Guerra y del Ejército estadounidense ocuparon temporalmente las ciudades mexicanas de Monterrey y San Diego, en California.

Ante la inminente invasión de los Estados Unidos, la respuesta militar mexicana, dirigida por el presidente Antonio López de Santa Anna, fue calificada por Manuel Medina Castro como “descolorida, sin relieve. Y para los jefes mexicanos, sin duda, vergonzante”.

La noticia de la falsa "paz" anunciaba la pérdida de más de la mitad del territorio mexicano. Esta información publicada en el diario Tiempo de México (1844) confirmaba que se perdía la mitad del territorio mexicano. En realidad, fue más de la mitad.

Entre enero y febrero de 1845 la Cámara y el Senado de Estados Unidos sancionaron el tratado de anexión de Texas. Fue aprobado el 1° de marzo por el presidente estadounidense Tyler, materializándose a finales del año. México declaró interrumpidas las relaciones y acusó a Estados Unidos de “despojar a una nación amiga de una porción considerable de su territorio”. No hizo declaración de guerra.

Para 1846 el gobierno de Estados Unidos había movilizado sus fuerzas militares y navales atenazando el territorio mexicano desde 1845. En enero de 1846 ordenó al general Zachary Taylor que penetrase hasta la margen oriental del Río Grande, con el objetivo de provocar un enfrentamiento con tropas mexicanas que diese el pretexto para declarar la guerra.

El 25 de abril se produjo el primer choque armado en La Rosita, cerca de la ciudad de Matamoros. El 13 de mayo el gobierno estadounidense declaró la guerra a México.

(continuará)

pacofonn@yahoo.com.mx