/ domingo 5 de abril de 2020

Mi vida sin el deporte | El eterno dilema entre Messi y Cristiano

Bastó que Pelé dijera que Cristiano Ronaldo es mejor que Messi para generar una avalancha de opiniones.

Acostumbrados a competir todos los días, parece que buscamos un pretexto para polemizar. Opinar es el deporte de la cuarentena. La comparación entre los dos mejores jugadores de la última década no es nueva.

Y aunque lejos quedaron esos días en los que ambos peleaban palmo a palmo por el Balón de Oro, han dejado un debate nos durará para siempre. No se entiende uno sin el otro.

Dicen que el futbol es cuestión de gustos, y también de colores, por supuesto. De otra forma no se entendería que en plena época de Guardiola aún hay quien encuentra virtudes en Mourinho. El aficionado construye su esencia mediante los momentos felices, y esos casi siempre se encuentran en el gol.

Hay excepciones, claro, porque un grito del “Cholo” Simeone tras una barrida de Giménez también tiene su encanto.

Lionel Messi y Cristiano Ronaldo son de esa clase de jugadores que entienden el futbol a su modo. Cada uno genera emociones de distinta forma. Sólo el gol es su punto comparable. Los años, como es lógico, han servido para explicar su esencia. Mientras que el portugués se tiró para arriba en una búsqueda casi obsesiva por el gol, el argentino ha retrasado su posición, consciente de que el juego lo necesita, en un romance bien correspondido.

Apenas el viernes pasado se cumplieron dos años del gol de Cristiano Ronaldo a la Juventus. La imagen del goleador empalmando la chilena a dos metros y medio del pasto es tan poderosa que resume su carrera. El portugués, que empezó su andar en el futbol bien pegado a la banda y al ritmo del movimiento un tanto mecánico de sus pies, evolucionó a tal grado de convertirse en un goleador de un solo toque. La inteligencia del de Madeira se mide en su movimiento sin la pelota.

Con Messi, sin embargo, el futbol es distinto. El argentino concibe su futbol a través de una sucesión de pequeños momentos. Messi es esa clase de jugadores que generan el juego y en el trayecto son capaces de encontrar mediante la gambeta los espacios milagrosos. El recuerdo del Lionel de los primeros años invoca a un jugador absoluto capaz de recorrer el campo en una carrera ensimismada, para luego definir al poste más lejano del arquero. Los años le han quitado vértigo, pero no la inteligencia para decidir correctamente cuando la cancha se hace corta. En una guerra de goles, Messi es capaz de ser bala y trinchera a la vez.

Cuando me preguntan quién es el mejor jugador que he visto en mi vida y tercamente respondo Messi, apelo a una caricatura dibujada por mi abuelo hace muchos años. En ella, abuelo, padre y nieto discuten sobre el mejor futbolista de todos los tiempos. El de mayor edad asegura que Alfredo Di Stéfano es el más grande de todos. El hijo defiende con locura la magia de Pelé, mientras que el nieto asegura que no hay nadie como Diego Armando Maradona. Lo decíamos, el futbol es cuestión de gustos y colores, pero también de época

Bastó que Pelé dijera que Cristiano Ronaldo es mejor que Messi para generar una avalancha de opiniones.

Acostumbrados a competir todos los días, parece que buscamos un pretexto para polemizar. Opinar es el deporte de la cuarentena. La comparación entre los dos mejores jugadores de la última década no es nueva.

Y aunque lejos quedaron esos días en los que ambos peleaban palmo a palmo por el Balón de Oro, han dejado un debate nos durará para siempre. No se entiende uno sin el otro.

Dicen que el futbol es cuestión de gustos, y también de colores, por supuesto. De otra forma no se entendería que en plena época de Guardiola aún hay quien encuentra virtudes en Mourinho. El aficionado construye su esencia mediante los momentos felices, y esos casi siempre se encuentran en el gol.

Hay excepciones, claro, porque un grito del “Cholo” Simeone tras una barrida de Giménez también tiene su encanto.

Lionel Messi y Cristiano Ronaldo son de esa clase de jugadores que entienden el futbol a su modo. Cada uno genera emociones de distinta forma. Sólo el gol es su punto comparable. Los años, como es lógico, han servido para explicar su esencia. Mientras que el portugués se tiró para arriba en una búsqueda casi obsesiva por el gol, el argentino ha retrasado su posición, consciente de que el juego lo necesita, en un romance bien correspondido.

Apenas el viernes pasado se cumplieron dos años del gol de Cristiano Ronaldo a la Juventus. La imagen del goleador empalmando la chilena a dos metros y medio del pasto es tan poderosa que resume su carrera. El portugués, que empezó su andar en el futbol bien pegado a la banda y al ritmo del movimiento un tanto mecánico de sus pies, evolucionó a tal grado de convertirse en un goleador de un solo toque. La inteligencia del de Madeira se mide en su movimiento sin la pelota.

Con Messi, sin embargo, el futbol es distinto. El argentino concibe su futbol a través de una sucesión de pequeños momentos. Messi es esa clase de jugadores que generan el juego y en el trayecto son capaces de encontrar mediante la gambeta los espacios milagrosos. El recuerdo del Lionel de los primeros años invoca a un jugador absoluto capaz de recorrer el campo en una carrera ensimismada, para luego definir al poste más lejano del arquero. Los años le han quitado vértigo, pero no la inteligencia para decidir correctamente cuando la cancha se hace corta. En una guerra de goles, Messi es capaz de ser bala y trinchera a la vez.

Cuando me preguntan quién es el mejor jugador que he visto en mi vida y tercamente respondo Messi, apelo a una caricatura dibujada por mi abuelo hace muchos años. En ella, abuelo, padre y nieto discuten sobre el mejor futbolista de todos los tiempos. El de mayor edad asegura que Alfredo Di Stéfano es el más grande de todos. El hijo defiende con locura la magia de Pelé, mientras que el nieto asegura que no hay nadie como Diego Armando Maradona. Lo decíamos, el futbol es cuestión de gustos y colores, pero también de época