/ miércoles 1 de abril de 2020

Mi vida sin el deporte | El partidazo que nos perdimos

No es que me guste hacer leña del árbol caído. Incluso, me propuse durante estos días escribir de cosas positivas. Más allá de que las noticias nos pintan una realidad crudísima, me gusta recordar esas historias maravillosas que abundan en el deporte. Durante estos días he leído mucho, pero también he visto la televisión.

La grandes cadenas, al igual que todos, sufren lo indecible para encontrar contenido de calidad. Aunque es cierto que hay algo que no se agota, como la hemeroteca de los partidos memorables. Les decía que no me gusta hacer leña del árbol caído porque apenas el lunes pasado, mientras cambiaba sin mucha esperanza de canal, vi que estaba la transmisión del partidazo entre los Carneros y los Jefes, el de la temporada 2018. Sí, efectivamente, ese que se debió jugar en el estadio Azteca pero que por el lamentable estado de la cancha se disputó en el Memorial Coliseum, de Los Ángeles.

Lo empecé a ver a partir del segundo cuarto y no pude parar. La mezcla de emociones fue exactamente la misma a la que sentí ese lunes por la noche, cuando desde la sala de mi casa no daba crédito a lo que veía. La adrenalina de un juego histórico combinada con el coraje de no estar en el estadio Azteca, y más por una cuestión tan tonta como que un estadio no tenga el pasto cuidado. Esa semana, recuerdo en especial la tristeza de mi amigo Alonso, el único aficionado a los Carneros que conozco en México, o quizá y no es el único, pero yo sólo lo conozco a él. .

En la transmisión, las voces emocionadas de Álvaro Martín y Raúl Alegre daban cuenta de un nuevo clásico en la NFL. La ventaja de verlo varios años después me ofreció otro panorama. Ya ven eso que dicen que el tiempo lo cambia todo. Por aquel entonces, la mente maestra de Sean McVay, coach de los Rams, aún era indescifrable.

Los Carneros movían el ovoide con soltura, incluso hasta se hablaba de Jared Goff como un quarterback de élite. Por el otro lado ya se intuía de lo que era capaz Patrick Mahomes, uno de esos jugadores que sólo aparecen de vez en cuando. Esa noche, pese a lanzar seis pases de touchdown, no le alcanzó para ganar el partido. Eso sí, sus dos intercepciones en el momento decisivo, a pocos minutos minutos del final, después de incontables volteretas, le costaron caro. La amenaza de los tiempos extras estuvo a punto de hacer realidad el sueño de todos. Que aquel duelo inolvidable no acabara nunca. El partido, sin embargo, terminó de manera abrupta. Como si alguien de golpe bajara el interruptor de la adrenalina y de la historia. Fueron 105 puntos en poco más de tres horas. La promesa del Super Bowl entre ambos quedó trunca por culpa, cuándo no, de los Patriotas de Tom Brady y Bill Belichick, que se metieron a un gélido Arrowhead para sellar su boleto a Atlanta, donde posteriormente vencieron a los Carneros. La revancha para Mahomes y sus Jefes llegó apenas un año después, ante San Francisco, en Miami.

¿Por qué siempre vemos partidos de los Jefes si tú le vas a San Francisco?, me pregunta mi mamá. Y yo le digo que los vemos por Mahomes, un jugador así no se ve todos los días.

No es que me guste hacer leña del árbol caído. Incluso, me propuse durante estos días escribir de cosas positivas. Más allá de que las noticias nos pintan una realidad crudísima, me gusta recordar esas historias maravillosas que abundan en el deporte. Durante estos días he leído mucho, pero también he visto la televisión.

La grandes cadenas, al igual que todos, sufren lo indecible para encontrar contenido de calidad. Aunque es cierto que hay algo que no se agota, como la hemeroteca de los partidos memorables. Les decía que no me gusta hacer leña del árbol caído porque apenas el lunes pasado, mientras cambiaba sin mucha esperanza de canal, vi que estaba la transmisión del partidazo entre los Carneros y los Jefes, el de la temporada 2018. Sí, efectivamente, ese que se debió jugar en el estadio Azteca pero que por el lamentable estado de la cancha se disputó en el Memorial Coliseum, de Los Ángeles.

Lo empecé a ver a partir del segundo cuarto y no pude parar. La mezcla de emociones fue exactamente la misma a la que sentí ese lunes por la noche, cuando desde la sala de mi casa no daba crédito a lo que veía. La adrenalina de un juego histórico combinada con el coraje de no estar en el estadio Azteca, y más por una cuestión tan tonta como que un estadio no tenga el pasto cuidado. Esa semana, recuerdo en especial la tristeza de mi amigo Alonso, el único aficionado a los Carneros que conozco en México, o quizá y no es el único, pero yo sólo lo conozco a él. .

En la transmisión, las voces emocionadas de Álvaro Martín y Raúl Alegre daban cuenta de un nuevo clásico en la NFL. La ventaja de verlo varios años después me ofreció otro panorama. Ya ven eso que dicen que el tiempo lo cambia todo. Por aquel entonces, la mente maestra de Sean McVay, coach de los Rams, aún era indescifrable.

Los Carneros movían el ovoide con soltura, incluso hasta se hablaba de Jared Goff como un quarterback de élite. Por el otro lado ya se intuía de lo que era capaz Patrick Mahomes, uno de esos jugadores que sólo aparecen de vez en cuando. Esa noche, pese a lanzar seis pases de touchdown, no le alcanzó para ganar el partido. Eso sí, sus dos intercepciones en el momento decisivo, a pocos minutos minutos del final, después de incontables volteretas, le costaron caro. La amenaza de los tiempos extras estuvo a punto de hacer realidad el sueño de todos. Que aquel duelo inolvidable no acabara nunca. El partido, sin embargo, terminó de manera abrupta. Como si alguien de golpe bajara el interruptor de la adrenalina y de la historia. Fueron 105 puntos en poco más de tres horas. La promesa del Super Bowl entre ambos quedó trunca por culpa, cuándo no, de los Patriotas de Tom Brady y Bill Belichick, que se metieron a un gélido Arrowhead para sellar su boleto a Atlanta, donde posteriormente vencieron a los Carneros. La revancha para Mahomes y sus Jefes llegó apenas un año después, ante San Francisco, en Miami.

¿Por qué siempre vemos partidos de los Jefes si tú le vas a San Francisco?, me pregunta mi mamá. Y yo le digo que los vemos por Mahomes, un jugador así no se ve todos los días.