/ viernes 5 de junio de 2020

Mi vida sin el deporte | Los quarterbacks buenos, y los muy buenos

A veces la temporada baja de la NFL es casi igual de emocionante que la temporada regular, o al menos lo es para todos a los que les gusta estar pendientes del dinero que se mueve entre los contratos de los jugadores. Como es costumbre, los quarterbacks siempre son los mejor pagados, entre otras cosas porque es la posición más determinante, y también, hay que decirlo, porque no abundan los grandes mariscales de campo. Hay muchos buenos, desde luego, porque rara vez se puede jugar en la NFL siendo malo, pero en una liga de tal nivel no basta con ser bueno, hay que ser muy bueno, y de esos hay pocos.

Esto ocasiona que a menudo los quarterbacks se aprovechen de la desesperación de los equipos, y de pronto nos enteremos de cosas que en situaciones normales jamás serían posibles. Por ejemplo, este año todas las conversaciones apuntan al nuevo contrato de Patrick Mahomes, que rondaría los 200 millones de dólares por los próximos cinco años, es decir, nada más y nada menos que 40 millones de dólares por temporada, esos mismos que pide Dak Prescott, el mariscal de campo de los Vaqueros. Si uno se pone a pensar que Mahomes, siendo Mahomes, ganará ese dineral, por principio de justicia Prescott, siendo Prescott, no debería de ganar ni la mitad, simplemente porque Prescott es bueno, pero Mahomes es muy bueno, aunque la NFL, como ya sabemos, no funciona así.

Basta decir que hubo un año en el que Matthew Stafford fue el mariscal mejor pagado, como si los Leones pensaran que con él en los controles de su ofensiva fuera suficiente para dar por fin el paso anhelado hacia un primer anillo, pero no. Aunque por momentos se entiende la decisión de Detroit, porque es cierto que tampoco hay muchos mariscales mejores que Stafford, y que en todo caso es mejor tenerlo a él que no tenerlo.

En una situación similar se vieron los Vikingos de Minnesota, quienes por años estuvieron buscando en la agencia libre un mariscal que pudiera salvarlos, y que casi lo encuentran con Keenum, pero tampoco fue la solución. En su desesperación, convirtieron nada más y nada menos que a Kirk Cousins en el mejor pagado de la temporada 2018. Fue tanto el dinero que le dieron que pensaron que con eso bastaría para compensar su falta de carácter en los momentos importantes, pero no. Algo parecido le pasó a los Carneros, que hipotecaron su futuro por darle a Jared Goff la módica cantidad de 33.5 millones.

Luego, hay épocas en las que la NFL recupera su cordura y pone por encima de la lista a jugadores como Wilson, Rodgers y Roethlisberger, esos quarterbacks que sí son muy buenos. Mahomes, y quizá Prescott, si de pronto un aire enloquecido asalta a Jerry Jones, pondrán la marca en los 40 millones. Una marca que en unos años se quedará corta, porque el dinero nunca será suficiente en la desesperación de buscar ese mariscal de campo que represente a la franquicia. O que al menos evite esa pena de andar por la liga sin un pasador que sea bueno, aunque no muy bueno.

A veces la temporada baja de la NFL es casi igual de emocionante que la temporada regular, o al menos lo es para todos a los que les gusta estar pendientes del dinero que se mueve entre los contratos de los jugadores. Como es costumbre, los quarterbacks siempre son los mejor pagados, entre otras cosas porque es la posición más determinante, y también, hay que decirlo, porque no abundan los grandes mariscales de campo. Hay muchos buenos, desde luego, porque rara vez se puede jugar en la NFL siendo malo, pero en una liga de tal nivel no basta con ser bueno, hay que ser muy bueno, y de esos hay pocos.

Esto ocasiona que a menudo los quarterbacks se aprovechen de la desesperación de los equipos, y de pronto nos enteremos de cosas que en situaciones normales jamás serían posibles. Por ejemplo, este año todas las conversaciones apuntan al nuevo contrato de Patrick Mahomes, que rondaría los 200 millones de dólares por los próximos cinco años, es decir, nada más y nada menos que 40 millones de dólares por temporada, esos mismos que pide Dak Prescott, el mariscal de campo de los Vaqueros. Si uno se pone a pensar que Mahomes, siendo Mahomes, ganará ese dineral, por principio de justicia Prescott, siendo Prescott, no debería de ganar ni la mitad, simplemente porque Prescott es bueno, pero Mahomes es muy bueno, aunque la NFL, como ya sabemos, no funciona así.

Basta decir que hubo un año en el que Matthew Stafford fue el mariscal mejor pagado, como si los Leones pensaran que con él en los controles de su ofensiva fuera suficiente para dar por fin el paso anhelado hacia un primer anillo, pero no. Aunque por momentos se entiende la decisión de Detroit, porque es cierto que tampoco hay muchos mariscales mejores que Stafford, y que en todo caso es mejor tenerlo a él que no tenerlo.

En una situación similar se vieron los Vikingos de Minnesota, quienes por años estuvieron buscando en la agencia libre un mariscal que pudiera salvarlos, y que casi lo encuentran con Keenum, pero tampoco fue la solución. En su desesperación, convirtieron nada más y nada menos que a Kirk Cousins en el mejor pagado de la temporada 2018. Fue tanto el dinero que le dieron que pensaron que con eso bastaría para compensar su falta de carácter en los momentos importantes, pero no. Algo parecido le pasó a los Carneros, que hipotecaron su futuro por darle a Jared Goff la módica cantidad de 33.5 millones.

Luego, hay épocas en las que la NFL recupera su cordura y pone por encima de la lista a jugadores como Wilson, Rodgers y Roethlisberger, esos quarterbacks que sí son muy buenos. Mahomes, y quizá Prescott, si de pronto un aire enloquecido asalta a Jerry Jones, pondrán la marca en los 40 millones. Una marca que en unos años se quedará corta, porque el dinero nunca será suficiente en la desesperación de buscar ese mariscal de campo que represente a la franquicia. O que al menos evite esa pena de andar por la liga sin un pasador que sea bueno, aunque no muy bueno.