/ martes 8 de septiembre de 2020

Migración y Covid-19

Por: Almendra Ortiz de Zárate

Los migrantes se han convertido en uno de los grupos más vulnerables en los últimos años a nivel mundial. Desde el momento del tránsito se enfrentan a terribles dificultades que incluyen asaltos, violencia y abusos que, en ocasiones, llegan a poner en riesgo o a terminar con su vida. En caso de arribar con éxito al lugar de destino, pronto se adhieren a las filas de personas con mayor precariedad laboral, menores oportunidades y más bajos salarios. Pero, a pesar de ello, la migración persiste alrededor del mundo por múltiples motivos, como la falta de oportunidades laborales, los círculos de pobreza y la violencia endémica en los lugares de origen, por mencionar tan solo algunos.

En la nueva normalidad, la situación no es muy distinta. Si bien el Covid-19 es una amenaza para toda la humanidad, los grupos migrantes son quienes se llevan la peor parte, pues ellos reciben menores apoyos gubernamentales y de la sociedad civil, que en este momento se enfoca en resolver nuevas necesidades. Esta situación se replica en los diferentes corredores migrantes del mundo.

La realidad para los migrantes en los diferentes albergues, campamentos y centros de detención es cada vez peor. En el centro de la Palma de Eloy, en Arizona, se han presentado más de 350 casos de coronavirus en un entorno donde confluyen alrededor de 21 mil personas detenidas, sin distinción entre grupos de mayor susceptibilidad de contraer la enfermedad. En los albergues de la ciudad de Tijuana los hijos de migrantes de diferentes nacionalidades han comenzado a tomar clases a distancia en espacios reducidos, sin las medidas sanitarias necesarias para protegerlos.

En el caso europeo la situación no es muy distinta. En el corredor del Mediterráneo, en el campo de refugiados de Moira, se registró el primer caso de Covid-19, poniendo en riesgo a más de 13 mil personas, incluidos niños, mujeres embarazadas y personas con comorbilidades que se encuentran en el campamento viviendo en condiciones precarias de salubridad. Este lugar se estableció originalmente para atender a menos de 3 mil personas, por lo que es evidente la imposibilidad de evitar las conglomeraciones entre los refugiados.

El escenario actual no frenará las migraciones. Por el contrario, los efectos de la pandemia detonarán un mayor número de desplazamientos provocados por el agravamiento de la pobreza en las regiones más afectadas. Apenas se levanten las restricciones hacia la movilización se observará que las migraciones continuarán su curso. Esto representa un enorme reto para los gobiernos, pues aún no se perciben estrategias claras tendientes a garantizar la atención adecuada hacia los migrantes que contraigan la enfermedad. El principal desafío consistirá en evitar la propagación de contagios, pero, sobre todo, brindar la atención médica para atender los casos de mayor riesgo.

La estrategia de debe centrarse en la sensibilización de las poblaciones para promover la empatía hacia las personas migrantes, pues si bien la atención a pacientes con Covid-19 ha resultado difícil en distintos entornos, el caso para los migrantes representa aún mayor dificultad.

Por: Almendra Ortiz de Zárate

Los migrantes se han convertido en uno de los grupos más vulnerables en los últimos años a nivel mundial. Desde el momento del tránsito se enfrentan a terribles dificultades que incluyen asaltos, violencia y abusos que, en ocasiones, llegan a poner en riesgo o a terminar con su vida. En caso de arribar con éxito al lugar de destino, pronto se adhieren a las filas de personas con mayor precariedad laboral, menores oportunidades y más bajos salarios. Pero, a pesar de ello, la migración persiste alrededor del mundo por múltiples motivos, como la falta de oportunidades laborales, los círculos de pobreza y la violencia endémica en los lugares de origen, por mencionar tan solo algunos.

En la nueva normalidad, la situación no es muy distinta. Si bien el Covid-19 es una amenaza para toda la humanidad, los grupos migrantes son quienes se llevan la peor parte, pues ellos reciben menores apoyos gubernamentales y de la sociedad civil, que en este momento se enfoca en resolver nuevas necesidades. Esta situación se replica en los diferentes corredores migrantes del mundo.

La realidad para los migrantes en los diferentes albergues, campamentos y centros de detención es cada vez peor. En el centro de la Palma de Eloy, en Arizona, se han presentado más de 350 casos de coronavirus en un entorno donde confluyen alrededor de 21 mil personas detenidas, sin distinción entre grupos de mayor susceptibilidad de contraer la enfermedad. En los albergues de la ciudad de Tijuana los hijos de migrantes de diferentes nacionalidades han comenzado a tomar clases a distancia en espacios reducidos, sin las medidas sanitarias necesarias para protegerlos.

En el caso europeo la situación no es muy distinta. En el corredor del Mediterráneo, en el campo de refugiados de Moira, se registró el primer caso de Covid-19, poniendo en riesgo a más de 13 mil personas, incluidos niños, mujeres embarazadas y personas con comorbilidades que se encuentran en el campamento viviendo en condiciones precarias de salubridad. Este lugar se estableció originalmente para atender a menos de 3 mil personas, por lo que es evidente la imposibilidad de evitar las conglomeraciones entre los refugiados.

El escenario actual no frenará las migraciones. Por el contrario, los efectos de la pandemia detonarán un mayor número de desplazamientos provocados por el agravamiento de la pobreza en las regiones más afectadas. Apenas se levanten las restricciones hacia la movilización se observará que las migraciones continuarán su curso. Esto representa un enorme reto para los gobiernos, pues aún no se perciben estrategias claras tendientes a garantizar la atención adecuada hacia los migrantes que contraigan la enfermedad. El principal desafío consistirá en evitar la propagación de contagios, pero, sobre todo, brindar la atención médica para atender los casos de mayor riesgo.

La estrategia de debe centrarse en la sensibilización de las poblaciones para promover la empatía hacia las personas migrantes, pues si bien la atención a pacientes con Covid-19 ha resultado difícil en distintos entornos, el caso para los migrantes representa aún mayor dificultad.