/ miércoles 24 de abril de 2019

Minatitlán: mi tierra de ayer y hoy

1. Añoranza del pasado. Recuerdo los años 90´s de Minatitlán, mi época de secundaria y preparatoria: un entorno tranquilo, donde se podía ir caminando a cualquier lado (incluso en la noche), en donde era rarísimo que algún joven consumiera drogas, la diversión era sana y la camaradería una constante. Fue la época en la que inició el declive de la región como polo petrolero. Minatitlán fue en los años 80´s una zona de bonanza alrededor de PEMEX y su industria: la refinería Lázaro Cárdenas -la más antigua de Latinoamérica- y el Complejo Petroquímico de Cosoleacaque (en aquella época, primer productor nacional de amoniaco, hoy parado y casi en ruinas) eran los ejes de aquellos años dorados. Lamentablemente la voracidad -y corrupción- alrededor de los negocios petroleros fue lo que poco a poco mermó PEMEX al grado en que hoy está, arrastrando a los municipios petroleros como Minatitlán.

2. El desastroso control sindicalista. Minatitlán tuvo la mala fortuna de haber sido gobernada por décadas por los “prominentes” líderes del sindicato petrolero (hay algunas excepciones). El destino político del municipio siempre estuvo en manos del pequeñísimo grupo de poder que controlaba el sindicato petrolero de la región (Sección 10 del S.T.P.R.M.), digo que fue mala fortuna, porque en ninguno de los gobiernos municipales que encabezaron los sindicalistas -sin mencionar todos los demás cargos de elección popular que también acapararon- se tuvo la visión, el interés o la estrategia de llevar a la ciudad al lugar que debería de corresponderle acorde a la importancia nacional que tenía por su valor petrolero. Tuvieron todo a su favor y lo desperdiciaron absurdamente; por el contrario, esos líderes sólo se preocuparon por su beneficio personal y por no perder el control corporativo del sindicato que era el que les permitía conservar ese feudo, y así se fue deteriorando la ciudad, administración tras administración. Los líderes del sindicato petrolero nunca hicieron nada por Minatitlán, y la reforma laboral recién aprobada que contempla una verdadera democracia sindical les depara el fin a manos de los propios trabajadores a quienes siempre trataron como mercancía político-electoral. Llegó la hora de los trabajadores, no de los líderes.

3. El inicio de la descomposición. Durante el Gobierno de Fidel Herrera Beltrán se toleró y fomentó la entrada de grupos delincuenciales en Veracruz, llegaron principalmente desde Tamaulipas, con ello se empezó a generar una violencia nunca antes vista, que rápidamente se expandió y que se consolidó fuertemente en el sureste del estado. ¿Cuál fue la razón de esos asentamientos y violencia de la zona? En esa región confluyen muchos factores que permiten diversificar las actividades delincuenciales: robo de combustible, por tener vocación petrolera; tráfico y “granjas” de personas, por confluir allí rutas de migrantes centroamericanos; robo de mercancías, por constituir una zona de logística de transportes a través del tren y del puerto de Coatzacoalcos; paso -para el sur y para el norte- de tráfico de drogas, y adicionalmente las actividades que más han golpeado a la sociedad, el secuestro y el cobro de piso.

4. El consumo de drogas como epicentro de la delincuencia. En mi análisis, todo lo anterior florece de manera imparable por un fenómeno poco mencionado -y nunca atendido en el pasado- que ha penetrado fuertemente a la sociedad: el consumo de drogas.


Como parte del “negocio” se fomentó la existencia de un mercado fuerte de consumo interno de drogas, tan grande y arraigado que permea en todos los ámbitos. Los gobiernos de Fidel Herrera, Javier Duarte y Miguel Ángel Yunes, fueron los responsables de la escalada de ese fenómeno tan dañino, tanto en lo individual como en lo social. La adicción ha contribuido a generar un círculo vicioso que solo exacerba la comisión de delitos y otras conductas que deterioran la sociedad: violencia intrafamiliar, delitos sexuales, deserción escolar, etcétera. Los gobiernos mencionados nunca atendieron ese fenómeno porque formaba parte del negocio que, o fomentaron, o toleraron.

5. La herencia del pasado. El trágico acontecimiento del viernes 19 de abril en el que un comando armado irrumpió en una fiesta y ejecutó a los asistentes -entre ellos un niño de un año de edad- constituye el último episodio de una serie de atrocidades que se han vivido en la región. Desde hace 15 años aproximadamente se sabe de amigos, conocidos o personas de la comunidad que han sido secuestradas, “levantadas”, extorsionadas, ejecutadas, otros han huido, cientos de historias que se han robado la tranquilidad de ese municipio que algún día fue un lugar de historia y gloria petrolera. El desempleo agudizó la situación; es común ver muchas casas y locales en venta o en renta, otras abandonadas. Por donde se vea hay pocas esperanzas. Esa es la herencia que nos dejaron.

6. El futuro que todos debemos construir. El combate a la delincuencia debe ser -y será- frontal. Quienes cometen delitos tan atroces serán perseguidos y castigados según se anunció por el Gobernador y el Presidente de la República. Está en consolidación la Guardia Nacional que vendrá a coadyuvar con las estrategias de seguridad, porque con esa descomposición social y arraigo delincuencial, lo lógico es que el proceso de erradicación lleve un tiempo razonable a partir del desmantelamiento de estructuras de corrupción y de estrategias de inteligencia y operacionales. Tomará un tiempo.

Otro ingrediente más en todo esto, es la lamentable actuación del Fiscal General del Veracruz, Jorge Winckler, quien privilegia su agenda política de protección a quienes lo impulsaron al cargo, en lugar de tomar con seriedad la altísima responsabilidad que tiene en sus manos; es clara su incapacidad y sesgo político, que estando las cosas como están constituye en sí mismo un crimen hacia los veracruzanos. Sin duda Jorge Winckler debe renunciar.

Por su parte, el Presidente del Poder Judicial del Estado, Edel Álvarez Peña, otro funcionario heredado con evidente sesgo político partidista como su currículum lo indica (carente de cualquier mérito judicial), debe tomar la gravedad del asunto con responsabilidad, teniendo presente que la puerta giratoria por la que los delincuentes abandonan rápidamente las cárceles no será aceptada por la sociedad.

Pero la parte que a mí me parece más de fondo es la del cambio de la realidad social: se necesitan generar condiciones que permitan que la gente tenga una esperanza que hasta el momento no ha tenido, y en eso se ha estado avanzando: el proyecto del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec y la inversión en la Refinería Lázaro Cárdenas deben de contribuir a generar las condiciones económicas que cambien la realidad social de la región. Estamos impulsando que esas inversiones se queden en la región a través de la contratación de empresas y mano de obra local, al respecto presentaré esta semana una iniciativa de ley en ese sentido; por otra parte, el funcionamiento de los programas sociales del gobierno apuntalará hacia una normalidad económica que pondrá en otro ánimo a los minatitlecos.

Otro punto en el que debemos avanzar es el de tener una nueva política de drogas. El alto consumo de la región debe ser atendido como prioridad, así como el tomar medidas para no criminalizar esto -bajo parámetros adecuados- a efecto de no contribuir a la espiral de descomposición. Está en el Senado de la República una iniciativa propuesta por la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero; pudiera ser momento de comenzar a trabajar ese tema que también está contemplado en el Plan Nacional de Paz.

Por último, la labor que todos debemos hacer: concientizarnos que la criminalidad no es la normalidad. Hace un par de días leí en Facebook lo que un minatitleco escribió: “Si tienes un amigo o un familiar que trabaja para el crimen organizado, no lo solapes, no lo encubras, no disfrutes de ese dinero mal habido…” esa convivencia de “normalidad” con personas que forman parte de ese entramado delincuencial contribuyen a las tragedias que se han vivido. El gobierno debe hacer -y hará- su trabajo, pero en la sociedad debemos contribuir también.

Es un tema de todos. XXX TWITTER: @Sergeluna_S

DIPUTADO FEDERAL POR MORENA, ESTADO DE MÉXICO. SECRETARIO DE LA COMISIÓN DE PUNTOS CONSTITUCIONALES

1. Añoranza del pasado. Recuerdo los años 90´s de Minatitlán, mi época de secundaria y preparatoria: un entorno tranquilo, donde se podía ir caminando a cualquier lado (incluso en la noche), en donde era rarísimo que algún joven consumiera drogas, la diversión era sana y la camaradería una constante. Fue la época en la que inició el declive de la región como polo petrolero. Minatitlán fue en los años 80´s una zona de bonanza alrededor de PEMEX y su industria: la refinería Lázaro Cárdenas -la más antigua de Latinoamérica- y el Complejo Petroquímico de Cosoleacaque (en aquella época, primer productor nacional de amoniaco, hoy parado y casi en ruinas) eran los ejes de aquellos años dorados. Lamentablemente la voracidad -y corrupción- alrededor de los negocios petroleros fue lo que poco a poco mermó PEMEX al grado en que hoy está, arrastrando a los municipios petroleros como Minatitlán.

2. El desastroso control sindicalista. Minatitlán tuvo la mala fortuna de haber sido gobernada por décadas por los “prominentes” líderes del sindicato petrolero (hay algunas excepciones). El destino político del municipio siempre estuvo en manos del pequeñísimo grupo de poder que controlaba el sindicato petrolero de la región (Sección 10 del S.T.P.R.M.), digo que fue mala fortuna, porque en ninguno de los gobiernos municipales que encabezaron los sindicalistas -sin mencionar todos los demás cargos de elección popular que también acapararon- se tuvo la visión, el interés o la estrategia de llevar a la ciudad al lugar que debería de corresponderle acorde a la importancia nacional que tenía por su valor petrolero. Tuvieron todo a su favor y lo desperdiciaron absurdamente; por el contrario, esos líderes sólo se preocuparon por su beneficio personal y por no perder el control corporativo del sindicato que era el que les permitía conservar ese feudo, y así se fue deteriorando la ciudad, administración tras administración. Los líderes del sindicato petrolero nunca hicieron nada por Minatitlán, y la reforma laboral recién aprobada que contempla una verdadera democracia sindical les depara el fin a manos de los propios trabajadores a quienes siempre trataron como mercancía político-electoral. Llegó la hora de los trabajadores, no de los líderes.

3. El inicio de la descomposición. Durante el Gobierno de Fidel Herrera Beltrán se toleró y fomentó la entrada de grupos delincuenciales en Veracruz, llegaron principalmente desde Tamaulipas, con ello se empezó a generar una violencia nunca antes vista, que rápidamente se expandió y que se consolidó fuertemente en el sureste del estado. ¿Cuál fue la razón de esos asentamientos y violencia de la zona? En esa región confluyen muchos factores que permiten diversificar las actividades delincuenciales: robo de combustible, por tener vocación petrolera; tráfico y “granjas” de personas, por confluir allí rutas de migrantes centroamericanos; robo de mercancías, por constituir una zona de logística de transportes a través del tren y del puerto de Coatzacoalcos; paso -para el sur y para el norte- de tráfico de drogas, y adicionalmente las actividades que más han golpeado a la sociedad, el secuestro y el cobro de piso.

4. El consumo de drogas como epicentro de la delincuencia. En mi análisis, todo lo anterior florece de manera imparable por un fenómeno poco mencionado -y nunca atendido en el pasado- que ha penetrado fuertemente a la sociedad: el consumo de drogas.


Como parte del “negocio” se fomentó la existencia de un mercado fuerte de consumo interno de drogas, tan grande y arraigado que permea en todos los ámbitos. Los gobiernos de Fidel Herrera, Javier Duarte y Miguel Ángel Yunes, fueron los responsables de la escalada de ese fenómeno tan dañino, tanto en lo individual como en lo social. La adicción ha contribuido a generar un círculo vicioso que solo exacerba la comisión de delitos y otras conductas que deterioran la sociedad: violencia intrafamiliar, delitos sexuales, deserción escolar, etcétera. Los gobiernos mencionados nunca atendieron ese fenómeno porque formaba parte del negocio que, o fomentaron, o toleraron.

5. La herencia del pasado. El trágico acontecimiento del viernes 19 de abril en el que un comando armado irrumpió en una fiesta y ejecutó a los asistentes -entre ellos un niño de un año de edad- constituye el último episodio de una serie de atrocidades que se han vivido en la región. Desde hace 15 años aproximadamente se sabe de amigos, conocidos o personas de la comunidad que han sido secuestradas, “levantadas”, extorsionadas, ejecutadas, otros han huido, cientos de historias que se han robado la tranquilidad de ese municipio que algún día fue un lugar de historia y gloria petrolera. El desempleo agudizó la situación; es común ver muchas casas y locales en venta o en renta, otras abandonadas. Por donde se vea hay pocas esperanzas. Esa es la herencia que nos dejaron.

6. El futuro que todos debemos construir. El combate a la delincuencia debe ser -y será- frontal. Quienes cometen delitos tan atroces serán perseguidos y castigados según se anunció por el Gobernador y el Presidente de la República. Está en consolidación la Guardia Nacional que vendrá a coadyuvar con las estrategias de seguridad, porque con esa descomposición social y arraigo delincuencial, lo lógico es que el proceso de erradicación lleve un tiempo razonable a partir del desmantelamiento de estructuras de corrupción y de estrategias de inteligencia y operacionales. Tomará un tiempo.

Otro ingrediente más en todo esto, es la lamentable actuación del Fiscal General del Veracruz, Jorge Winckler, quien privilegia su agenda política de protección a quienes lo impulsaron al cargo, en lugar de tomar con seriedad la altísima responsabilidad que tiene en sus manos; es clara su incapacidad y sesgo político, que estando las cosas como están constituye en sí mismo un crimen hacia los veracruzanos. Sin duda Jorge Winckler debe renunciar.

Por su parte, el Presidente del Poder Judicial del Estado, Edel Álvarez Peña, otro funcionario heredado con evidente sesgo político partidista como su currículum lo indica (carente de cualquier mérito judicial), debe tomar la gravedad del asunto con responsabilidad, teniendo presente que la puerta giratoria por la que los delincuentes abandonan rápidamente las cárceles no será aceptada por la sociedad.

Pero la parte que a mí me parece más de fondo es la del cambio de la realidad social: se necesitan generar condiciones que permitan que la gente tenga una esperanza que hasta el momento no ha tenido, y en eso se ha estado avanzando: el proyecto del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec y la inversión en la Refinería Lázaro Cárdenas deben de contribuir a generar las condiciones económicas que cambien la realidad social de la región. Estamos impulsando que esas inversiones se queden en la región a través de la contratación de empresas y mano de obra local, al respecto presentaré esta semana una iniciativa de ley en ese sentido; por otra parte, el funcionamiento de los programas sociales del gobierno apuntalará hacia una normalidad económica que pondrá en otro ánimo a los minatitlecos.

Otro punto en el que debemos avanzar es el de tener una nueva política de drogas. El alto consumo de la región debe ser atendido como prioridad, así como el tomar medidas para no criminalizar esto -bajo parámetros adecuados- a efecto de no contribuir a la espiral de descomposición. Está en el Senado de la República una iniciativa propuesta por la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero; pudiera ser momento de comenzar a trabajar ese tema que también está contemplado en el Plan Nacional de Paz.

Por último, la labor que todos debemos hacer: concientizarnos que la criminalidad no es la normalidad. Hace un par de días leí en Facebook lo que un minatitleco escribió: “Si tienes un amigo o un familiar que trabaja para el crimen organizado, no lo solapes, no lo encubras, no disfrutes de ese dinero mal habido…” esa convivencia de “normalidad” con personas que forman parte de ese entramado delincuencial contribuyen a las tragedias que se han vivido. El gobierno debe hacer -y hará- su trabajo, pero en la sociedad debemos contribuir también.

Es un tema de todos. XXX TWITTER: @Sergeluna_S

DIPUTADO FEDERAL POR MORENA, ESTADO DE MÉXICO. SECRETARIO DE LA COMISIÓN DE PUNTOS CONSTITUCIONALES