/ jueves 1 de julio de 2021

Mírame y no me toques

La decisión por mayoría relativa de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en cuanto a la marihuana es de muy dudosa naturaleza, y sí es “un día histórico para la libertad”, como dijera el ministro presidente Arturo Zaldívar, pero en sentido negativo. Lo delicado del asunto es que la Suprema Corte ha entrado en un terreno estrictamente jurídico-legal, de si lo permite la ley o de si no lo debe permitir basándose -todo lo indica así- en una corriente universal que ha rebasado y con mucho los límites de la razón. ¿Por qué? Porque lo de conceder permisos de usar la marihuana con fines lúdicos es un asunto que tiene muchas aristas que dependen de la individualidad de cada quien, o sea, de su compleja personalidad. Aparte de que una persona podría alegar en su favor y beneficio de que equis acción ilícita -por ejemplo defraudar a un tercero- la llevó a cabo para entretenerse y divertirse. Y lo peor del caso, podría probarlo, ¿pero es ello materia de la ley o rebasa la mera ley para volverse una cuestión de estructura y composición moral no sujeta al criterio personal sobre el juego o entretenimiento? Y algo más, ¿puede uno hacer lo que quiera en nombre de su libertad sin pensar en las repercusiones familiares, sociales y generales de su decisión? Hay cosas, y esto es definitivo, con las que no se puede jugar o que no se prestan al mero y simple entretenimiento. Y claro que le corresponden al Derecho pero a condición de que no se queden sólo en el terreno siempre sinuoso de la simple legalidad, de lo que “dice” la ley. Hay asuntos cuya trascendencia no depende de un permiso.

Ahora bien, ¿cuál es el criterio para calificar algo de juego o de entretenimiento? ¿Lo puede definir el Estado -la Suprema Corte- a su libre albedrío? Porque en nombre de una supuesta libertad, se podría permitir todo… En el extremo se podría concluir que puedo hacer con mi cuerpo y vida lo que yo quiera (por jugar), y en consecuencia privarme de la vida. Ya el gran Carrara, por cierto, en sus Opúsculos adujo al respecto que el suicidio es insancionable por razones obvias, excluyéndolo del Derecho. ¿Puerta de salida intachable para algo que no corresponde al Derecho? Y otra cosa, la Suprema Corte ha fallado en algo relativo a un derecho (derecho a jugar -lo lúdico- sólo por jugar). ¿Pero tal fallo no trasciende los casos particulares y eleva así el usar la marihuana, juego o no, a un nivel de algo normal o natural? ¿No se ha pensado que en la especie usar la marihuana vendría o viene a substituir “artificialmente” el juego, entretenimiento o placer que son o pueden ser medios de satisfacción espiritual y moral naturales? La marihuana tiene propiedades estupefacientes o terapéuticas. ¿La Suprema Corte ha decidido permitir “lo estupefaciente” en vez de “lo natural”? Y repito: ¿tiene derecho de llegar hasta allí? ¿Es razonable que ya se pueda “sembrar, cultivar, cosechar y transportar marihuana con fines recreativos, respetándose de tal manera el derecho al “libre desarrollo de la personalidad””? La marihuana era antes “de mírame y no me toques”. Allí estaba pero sin que se la “tocara”. Ahora muchos de nosotros la seguiremos mirando, aunque “tocándola” con un cúmulo de respuestas pero sin que la Suprema Corte tenga respuestas lógicas y razonables para nuestras múltiples preguntas. La Suprema Corte -última instancia constitucional en la impartición de justicia- ha olvidado lamentablemente que bajo los efectos de un estupefaciente, que es la propiedad más evidente de la marihuana, se pueden cometer infinidad de delitos. ¿Eso es prevenirlos de acuerdo con los postulados básicos de la Criminología? No, es ignorar los alcances del Derecho y de la Libertad.

PROFESOR EMÉRITO DE LA UNAM

Sígueme en Twitter: @RaulCarranca

Y Facebook: www.facebook.com/despacho.raulcarranca

La decisión por mayoría relativa de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en cuanto a la marihuana es de muy dudosa naturaleza, y sí es “un día histórico para la libertad”, como dijera el ministro presidente Arturo Zaldívar, pero en sentido negativo. Lo delicado del asunto es que la Suprema Corte ha entrado en un terreno estrictamente jurídico-legal, de si lo permite la ley o de si no lo debe permitir basándose -todo lo indica así- en una corriente universal que ha rebasado y con mucho los límites de la razón. ¿Por qué? Porque lo de conceder permisos de usar la marihuana con fines lúdicos es un asunto que tiene muchas aristas que dependen de la individualidad de cada quien, o sea, de su compleja personalidad. Aparte de que una persona podría alegar en su favor y beneficio de que equis acción ilícita -por ejemplo defraudar a un tercero- la llevó a cabo para entretenerse y divertirse. Y lo peor del caso, podría probarlo, ¿pero es ello materia de la ley o rebasa la mera ley para volverse una cuestión de estructura y composición moral no sujeta al criterio personal sobre el juego o entretenimiento? Y algo más, ¿puede uno hacer lo que quiera en nombre de su libertad sin pensar en las repercusiones familiares, sociales y generales de su decisión? Hay cosas, y esto es definitivo, con las que no se puede jugar o que no se prestan al mero y simple entretenimiento. Y claro que le corresponden al Derecho pero a condición de que no se queden sólo en el terreno siempre sinuoso de la simple legalidad, de lo que “dice” la ley. Hay asuntos cuya trascendencia no depende de un permiso.

Ahora bien, ¿cuál es el criterio para calificar algo de juego o de entretenimiento? ¿Lo puede definir el Estado -la Suprema Corte- a su libre albedrío? Porque en nombre de una supuesta libertad, se podría permitir todo… En el extremo se podría concluir que puedo hacer con mi cuerpo y vida lo que yo quiera (por jugar), y en consecuencia privarme de la vida. Ya el gran Carrara, por cierto, en sus Opúsculos adujo al respecto que el suicidio es insancionable por razones obvias, excluyéndolo del Derecho. ¿Puerta de salida intachable para algo que no corresponde al Derecho? Y otra cosa, la Suprema Corte ha fallado en algo relativo a un derecho (derecho a jugar -lo lúdico- sólo por jugar). ¿Pero tal fallo no trasciende los casos particulares y eleva así el usar la marihuana, juego o no, a un nivel de algo normal o natural? ¿No se ha pensado que en la especie usar la marihuana vendría o viene a substituir “artificialmente” el juego, entretenimiento o placer que son o pueden ser medios de satisfacción espiritual y moral naturales? La marihuana tiene propiedades estupefacientes o terapéuticas. ¿La Suprema Corte ha decidido permitir “lo estupefaciente” en vez de “lo natural”? Y repito: ¿tiene derecho de llegar hasta allí? ¿Es razonable que ya se pueda “sembrar, cultivar, cosechar y transportar marihuana con fines recreativos, respetándose de tal manera el derecho al “libre desarrollo de la personalidad””? La marihuana era antes “de mírame y no me toques”. Allí estaba pero sin que se la “tocara”. Ahora muchos de nosotros la seguiremos mirando, aunque “tocándola” con un cúmulo de respuestas pero sin que la Suprema Corte tenga respuestas lógicas y razonables para nuestras múltiples preguntas. La Suprema Corte -última instancia constitucional en la impartición de justicia- ha olvidado lamentablemente que bajo los efectos de un estupefaciente, que es la propiedad más evidente de la marihuana, se pueden cometer infinidad de delitos. ¿Eso es prevenirlos de acuerdo con los postulados básicos de la Criminología? No, es ignorar los alcances del Derecho y de la Libertad.

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