/ lunes 25 de junio de 2018

Mis razones para votar por Anaya

Soy defensora de los derechos humanos. Nunca he militado en ningún partido que no sea de izquierda. Soy feminista y mi trabajo ha sido siempre a favor de la promoción de los derechos de la niñez. Quien soy se refleja en mi trayectoria legislativa, dos veces como diputada federal y una como Senadora. En 1976 voté por Valentín Campa; en 1982 voté por Arnoldo Martínez Verdugo; en 1988 y 1994 voté por Cuauhtémoc Cárdenas, y en 2006 y 2012 por López Obrador.

En 2012, no participe con el mismo ímpetu porque no vi interés en materias que requerían atención urgente, como los derechos a favor de la niñez y de las mujeres; respeto para las personas con diversa orientación sexual, y un largo etcétera.

Hoy tampoco observo en el candidato que se dice de izquierda compromisos con las víctimas, nada que refleje algún conocimiento con el derecho internacional de los derechos humanos, ni con cambios serios en materia económica. AMLO es un carismático de corte populista, de consignas simples que llegan a la parte más sensible de la gente enojada, frustrada y ciertamente harta de tantos problemas provocados por la violencia y pobreza. Sus mensajes son elementales y repetitivos, sin cambios sustanciales durante los 13 años de sus candidaturas. Se le identifica de izquierda porque estuvo en el PRD, desde mi conocimiento no lo es. Ninguno de los que compiten lo son.

Entonces ¿por qué promuevo la coalición Por México al Frente que tiene al panista Ricardo Anaya como candidato a la Presidencia? Simple: se requieren soluciones profundas, estructurales y novedosas, para construir una alternativa al desastre de 70 años del PRI; porque necesitamos en la Presidencia a una persona que no se asuma omnipotente y omnipresente, que no actúe como un cacique a quien no se le pueden exigir resultados.

Porque se requiere quién lidere la transformación del actual régimen político y el impulso a la democracia ciudadana; el combate total y frontal a la corrupción y a la impunidad; la pacificación del país con seguridad; la creación de una Fiscalía autónoma; el respeto de los derechos humanos y la recuperación de la justicia para todas las personas; la articulación de un desarrollo económico con crecimiento, inclusión social y sostenibilidad; el restablecimiento de una política exterior que con firmeza y dignidad devuelva a México la posición que debe tener en el escenario internacional. Estos ejes sustantivos determinan muchas acciones que son un dique para detener la caída hacia el vacío de la inestabilidad.

Urge detener la pendiente de impunidad y corrupción, que nos impide avanzar como sociedad, como Estado. Urge un giro de timón hacia un gobierno de coalición donde los poderes Legislativo, Judicial y Ejecutivo y organismos autónomos, estén en perfecto equilibrio; esto solo se logra con una Presidencia republicana.

Ya basta que durante 6 años quien es Presidente sea intocable e ignore al parlamento, a las y los académicos, a las OSC. Se requiere un Presidente con la capacidad de reconocer que en soledad, es incapaz de gobernar un país de más de 120 millones personas.

Lo que debe definir a nuestro próximo Presidente es que quiera realmente un cambio para bien de la Nación; eso no lo veo, por los intereses que sustentan sus candidaturas, ni en Meade, ni en López Obrador. Por eso voy a votar por Anaya.

Senadora por el PRD

Angelica de la Peña

@angelicadelap

Soy defensora de los derechos humanos. Nunca he militado en ningún partido que no sea de izquierda. Soy feminista y mi trabajo ha sido siempre a favor de la promoción de los derechos de la niñez. Quien soy se refleja en mi trayectoria legislativa, dos veces como diputada federal y una como Senadora. En 1976 voté por Valentín Campa; en 1982 voté por Arnoldo Martínez Verdugo; en 1988 y 1994 voté por Cuauhtémoc Cárdenas, y en 2006 y 2012 por López Obrador.

En 2012, no participe con el mismo ímpetu porque no vi interés en materias que requerían atención urgente, como los derechos a favor de la niñez y de las mujeres; respeto para las personas con diversa orientación sexual, y un largo etcétera.

Hoy tampoco observo en el candidato que se dice de izquierda compromisos con las víctimas, nada que refleje algún conocimiento con el derecho internacional de los derechos humanos, ni con cambios serios en materia económica. AMLO es un carismático de corte populista, de consignas simples que llegan a la parte más sensible de la gente enojada, frustrada y ciertamente harta de tantos problemas provocados por la violencia y pobreza. Sus mensajes son elementales y repetitivos, sin cambios sustanciales durante los 13 años de sus candidaturas. Se le identifica de izquierda porque estuvo en el PRD, desde mi conocimiento no lo es. Ninguno de los que compiten lo son.

Entonces ¿por qué promuevo la coalición Por México al Frente que tiene al panista Ricardo Anaya como candidato a la Presidencia? Simple: se requieren soluciones profundas, estructurales y novedosas, para construir una alternativa al desastre de 70 años del PRI; porque necesitamos en la Presidencia a una persona que no se asuma omnipotente y omnipresente, que no actúe como un cacique a quien no se le pueden exigir resultados.

Porque se requiere quién lidere la transformación del actual régimen político y el impulso a la democracia ciudadana; el combate total y frontal a la corrupción y a la impunidad; la pacificación del país con seguridad; la creación de una Fiscalía autónoma; el respeto de los derechos humanos y la recuperación de la justicia para todas las personas; la articulación de un desarrollo económico con crecimiento, inclusión social y sostenibilidad; el restablecimiento de una política exterior que con firmeza y dignidad devuelva a México la posición que debe tener en el escenario internacional. Estos ejes sustantivos determinan muchas acciones que son un dique para detener la caída hacia el vacío de la inestabilidad.

Urge detener la pendiente de impunidad y corrupción, que nos impide avanzar como sociedad, como Estado. Urge un giro de timón hacia un gobierno de coalición donde los poderes Legislativo, Judicial y Ejecutivo y organismos autónomos, estén en perfecto equilibrio; esto solo se logra con una Presidencia republicana.

Ya basta que durante 6 años quien es Presidente sea intocable e ignore al parlamento, a las y los académicos, a las OSC. Se requiere un Presidente con la capacidad de reconocer que en soledad, es incapaz de gobernar un país de más de 120 millones personas.

Lo que debe definir a nuestro próximo Presidente es que quiera realmente un cambio para bien de la Nación; eso no lo veo, por los intereses que sustentan sus candidaturas, ni en Meade, ni en López Obrador. Por eso voy a votar por Anaya.

Senadora por el PRD

Angelica de la Peña

@angelicadelap