/ lunes 15 de febrero de 2021

Misoginia en el Congreso de Aguascalientes

La misoginia es la animadversión a lo femenino, fomenta su odio y desprecio; cosifica, esclaviza y asesina a las mujeres por ser mujeres; es sinónimo de sexismo.


La mujer moderna ha roto estereotipos sexistas. Esto irrita sobremanera a los hombres tradicionales y machistas quienes están en todas partes; también en los congresos.


El viernes pasado el Congreso de Aguascalientes discutió un dictamen de la Iniciativa del Frente Nacional por la Familia, que logró este Estado se sume a los congresos que han votado el derecho a la vida desde la concepción. Salvo Chihuahua (1994), en ningún Estado había prosperado esta iniciativa de las organizaciones religiosas de considerar al producto de un embarazo, como una persona, es decir, desde la unión de un espermatozoide y un óvulo. Pero desde que la Asamblea del Distrito Federal despenalizó la interrupción de un embarazo no deseado, hasta las 12 semanas (2007), la iglesia católica y sus organizaciones, trazaron su estrategia para evitar otras entidades siguieran el ejemplo de la capital del país.


Este asunto confronta dos pensamientos: uno religioso, y otro jurídico y científico. Es difícil debatir un precepto legal desde una posición religiosa. Sin embargo, la presencia de diputadas y diputados que siguen por X o Z razón, el lineamiento religioso, ha hecho posible se perpetúa la criminalización de las mujeres pobres que abortan. En esta doble moral, las mujeres con recursos seguirán practicando un aborto con salubridad y con discrecionalidad.


Pero cuando esta discusión se da desde el insulto misógino contra quienes están a favor del derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo, ya no es posible permitirlo sin que se responda con firmeza.


De manera que es necesario responderle al diputado Sergio Augusto López del PVEM, que su ejemplo al comparar con su señal obscena del dedo medio “que entra por el c..o” con “el bebé o niño que está dentro de la madre”, es inadmisible, y le delata respecto de lo que piensa del acto sexual. Pero su diatriba no sólo pretendió apoyar el dictamen en comento, sino que insultó a las feministas y a todas las mujeres respecto a que deberían saber para qué sirven los preservativos. Acusó a quienes se manifiestan y marchan de que los hombres no tienen la culpa de su “descontrolada calentura” y las conminó a que no pidan la legalización del aborto: “mejor hazte la histerectomía, ese si es tu derecho a decidir sobre tu cuerpo, te animas o te falta el valor” retó desde la tribuna. Y nadie le conminó a rectificar! Así que continuó con su discurso de odio hacia las feministas, hacia las chicas del pañuelo verde que nació en Chile, a los derechos humanos. Obvio, eludió la responsabilidad de quienes embarazan.


Urge una discusión seria y científica respecto si una persona lo es desde la concepción, como dice lo que votaron en Aguascalientes, y si esa “persona no nacida”, “tiene derecho al reconocimiento de su personalidad jurídica”. Cómo exigiría este derecho un cigoto de 3 semanas, o un embrión de 7 semanas, o un feto de 4 meses? Por cierto, salvo que la ciencia avance tampoco hay manera que el producto de una concepción pueda lograrse 38 semanas fuera del útero de una mujer, ergo el útero forma parte de su cuerpo. Y ante todo, no hay que distraernos de la realidad: el aborto es un problema de salud pública por su práctica clandestina.

La misoginia es la animadversión a lo femenino, fomenta su odio y desprecio; cosifica, esclaviza y asesina a las mujeres por ser mujeres; es sinónimo de sexismo.


La mujer moderna ha roto estereotipos sexistas. Esto irrita sobremanera a los hombres tradicionales y machistas quienes están en todas partes; también en los congresos.


El viernes pasado el Congreso de Aguascalientes discutió un dictamen de la Iniciativa del Frente Nacional por la Familia, que logró este Estado se sume a los congresos que han votado el derecho a la vida desde la concepción. Salvo Chihuahua (1994), en ningún Estado había prosperado esta iniciativa de las organizaciones religiosas de considerar al producto de un embarazo, como una persona, es decir, desde la unión de un espermatozoide y un óvulo. Pero desde que la Asamblea del Distrito Federal despenalizó la interrupción de un embarazo no deseado, hasta las 12 semanas (2007), la iglesia católica y sus organizaciones, trazaron su estrategia para evitar otras entidades siguieran el ejemplo de la capital del país.


Este asunto confronta dos pensamientos: uno religioso, y otro jurídico y científico. Es difícil debatir un precepto legal desde una posición religiosa. Sin embargo, la presencia de diputadas y diputados que siguen por X o Z razón, el lineamiento religioso, ha hecho posible se perpetúa la criminalización de las mujeres pobres que abortan. En esta doble moral, las mujeres con recursos seguirán practicando un aborto con salubridad y con discrecionalidad.


Pero cuando esta discusión se da desde el insulto misógino contra quienes están a favor del derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo, ya no es posible permitirlo sin que se responda con firmeza.


De manera que es necesario responderle al diputado Sergio Augusto López del PVEM, que su ejemplo al comparar con su señal obscena del dedo medio “que entra por el c..o” con “el bebé o niño que está dentro de la madre”, es inadmisible, y le delata respecto de lo que piensa del acto sexual. Pero su diatriba no sólo pretendió apoyar el dictamen en comento, sino que insultó a las feministas y a todas las mujeres respecto a que deberían saber para qué sirven los preservativos. Acusó a quienes se manifiestan y marchan de que los hombres no tienen la culpa de su “descontrolada calentura” y las conminó a que no pidan la legalización del aborto: “mejor hazte la histerectomía, ese si es tu derecho a decidir sobre tu cuerpo, te animas o te falta el valor” retó desde la tribuna. Y nadie le conminó a rectificar! Así que continuó con su discurso de odio hacia las feministas, hacia las chicas del pañuelo verde que nació en Chile, a los derechos humanos. Obvio, eludió la responsabilidad de quienes embarazan.


Urge una discusión seria y científica respecto si una persona lo es desde la concepción, como dice lo que votaron en Aguascalientes, y si esa “persona no nacida”, “tiene derecho al reconocimiento de su personalidad jurídica”. Cómo exigiría este derecho un cigoto de 3 semanas, o un embrión de 7 semanas, o un feto de 4 meses? Por cierto, salvo que la ciencia avance tampoco hay manera que el producto de una concepción pueda lograrse 38 semanas fuera del útero de una mujer, ergo el útero forma parte de su cuerpo. Y ante todo, no hay que distraernos de la realidad: el aborto es un problema de salud pública por su práctica clandestina.