/ martes 30 de octubre de 2018

Mito del ahorro con el horario de verano

El horario de verano se ha aplicado durante 23 años, ya que nació en 1996, durante la Presidencia de Ernesto Zedillo. La causa real de dicha medida obedeció esencialmente a la necesidad de superar una difícil etapa en la cual el llamado margen de reserva de generación de energía se encontraba en un nivel excesivamente bajo y los riesgos de incurrir en apagones estaban resultando demasiado elevados.

El delicado problema radicaba en que durante las horas pico de demanda de energía eléctrica, que se presentan alrededor de las 19:30 hs. a las 22 hs., el consumo excedía con frecuencia a la capacidad de generación y los indeseables apagones podían ocasionar considerables daños en múltiples sectores. Reiteremos lo ya expuesto aquí hace más de cuatro años:

Por ello se optó de un lado por establecer una tarifa considerablemente más elevada para el consumo industrial durante las horas pico y de otro lado se trató de diluir el consumo doméstico de energía adelantando una hora la llegada de las personas a los hogares cuando todavía hay luz natural, de forma tal que cuando aún existe un alto consumo de energía industrial se disminuye un poco la demanda doméstica y se diluye en un periodo más largo el consumo global de las horas pico. Ese cálculo no tomó en cuenta que con frecuencia el consumo que se ahorra en las primeras horas de la noche es aumentado en los hogares durante las primeras horas de la mañana de manera que el ahorro global es imperceptible o inexistente.

A pesar de la inexistencia de evidencias que probaran disminución real en los montos del consumo de energía, las entidades encargadas de promover el ahorro de energía, como el FIDE y la CONAE decidieron embarcarse en formular cuentas demasiado alegres e infladas de ahorro de energía.

En Europa, donde el horario en cuestión tiene mucha mayor razón de ser porque en los veranos, a diferencia de México, es muy notable la prolongación de la presencia del sol, la Comisión Europea está considerando ya eliminar el horario de verano porque ni siquiera allá están encontrando indicios de que en realidad se disminuya el consumo.

Además se implantó aquí un irracional periodo de siete meses para el verano, cuando éste dura sólo tres, lo cual también implica graves cargas financieras por enormes subsidios tarifarios que perjudican con severidad a nuestra hoy todavía improductiva CFE. Ésta posee hoy un excesivo margen de reserva de generación de energía y de ninguna forma se necesita ya continuar fomentando el mito de que con el veraniego horario se ahorra energía en consumo doméstico.

El horario de verano se ha aplicado durante 23 años, ya que nació en 1996, durante la Presidencia de Ernesto Zedillo. La causa real de dicha medida obedeció esencialmente a la necesidad de superar una difícil etapa en la cual el llamado margen de reserva de generación de energía se encontraba en un nivel excesivamente bajo y los riesgos de incurrir en apagones estaban resultando demasiado elevados.

El delicado problema radicaba en que durante las horas pico de demanda de energía eléctrica, que se presentan alrededor de las 19:30 hs. a las 22 hs., el consumo excedía con frecuencia a la capacidad de generación y los indeseables apagones podían ocasionar considerables daños en múltiples sectores. Reiteremos lo ya expuesto aquí hace más de cuatro años:

Por ello se optó de un lado por establecer una tarifa considerablemente más elevada para el consumo industrial durante las horas pico y de otro lado se trató de diluir el consumo doméstico de energía adelantando una hora la llegada de las personas a los hogares cuando todavía hay luz natural, de forma tal que cuando aún existe un alto consumo de energía industrial se disminuye un poco la demanda doméstica y se diluye en un periodo más largo el consumo global de las horas pico. Ese cálculo no tomó en cuenta que con frecuencia el consumo que se ahorra en las primeras horas de la noche es aumentado en los hogares durante las primeras horas de la mañana de manera que el ahorro global es imperceptible o inexistente.

A pesar de la inexistencia de evidencias que probaran disminución real en los montos del consumo de energía, las entidades encargadas de promover el ahorro de energía, como el FIDE y la CONAE decidieron embarcarse en formular cuentas demasiado alegres e infladas de ahorro de energía.

En Europa, donde el horario en cuestión tiene mucha mayor razón de ser porque en los veranos, a diferencia de México, es muy notable la prolongación de la presencia del sol, la Comisión Europea está considerando ya eliminar el horario de verano porque ni siquiera allá están encontrando indicios de que en realidad se disminuya el consumo.

Además se implantó aquí un irracional periodo de siete meses para el verano, cuando éste dura sólo tres, lo cual también implica graves cargas financieras por enormes subsidios tarifarios que perjudican con severidad a nuestra hoy todavía improductiva CFE. Ésta posee hoy un excesivo margen de reserva de generación de energía y de ninguna forma se necesita ya continuar fomentando el mito de que con el veraniego horario se ahorra energía en consumo doméstico.