/ viernes 12 de abril de 2019

Movilidad en la cultura vial

En estas líneas queremos expresar que resulta fundamental continuar con el seguimiento de los cambios que puedan ser propiciados en nuestro contexto de cultura vial, donde todos participemos para forjar una adecuada movilidad en las metrópolis de manera segura y en paz, a través de la generación de normas acordes a la necesidad de desplazamiento que tenemos, pero también en el fomento de hábitos que todos estamos obligados a respetar, más allá de hacerlo de manera coercitiva.

¿Cuántos de nosotros hemos leído nuestros reglamentos de tránsito? ¿Quiénes ceden el paso, aún llevando prisa? ¿Respetamos los semáforos? ¿Conocemos el significado de los señalamientos? ¿Respetamos los límites de velocidad? Estas preguntas pudieran parecer triviales, sin embargo, en el fondo las respuestas que brindemos podrían exponer la falta de un principio básico de convivencia: respeto por el prójimo.

Y es justamente la falta de conocimiento, pero también, tristemente, la nula disposición de realizar cambios en sentido positivo lo que nos ha llevado al replanteamiento de conductas que debiéramos dar por entendidas si nuestra intención es convivir en espacios libres y seguros.

Hoy se habla de la jerarquización del desplazamiento ciudadano que inicia con las personas con movilidad limitada y peatones, continúa con los usuarios de transporte no motorizado, como las bicicletas, después los usuarios del servicio de trasporte público de pasajeros, los prestadores del servicio de trasporte público de pasajeros, los prestadores del servicio de transporte de carga y concluye con los usuarios de transporte particular.

Esta jerarquización ha obedecido a la intención de establecer un orden a las complicaciones de desplazamiento vigentes, y a la falta de una cultura vial más sólida, que promueva la protección de la integridad física de cada uno de nosotros, mediante la prevención y reducción de accidentes de tránsito a través del fomento y fortalecimiento de conductas como el uso del cinturón de seguridad, del casco para quien lo requiere como el ciclista y motociclista, así como el alcoholímetro, programa que nos insta a no ingerir bebidas alcohólicas si vamos a conducir para no poner en riesgo a las personas de nuestro entorno y a nosotros mismos.

Hoy estamos ciertos que la movilidad y la cultura vial son conceptos interrelacionados, que deben ser desarrollados de manera integral y no independiente, pues todos queremos desplazamientos, con cualquiera que sea el medio de transporte, de manera segura, llegar a nuestros destinos de forma óptima y tener certidumbre de estar todos en el mismo entendido sobre el respeto a las reglas de vialidad, tránsito y convivencia.

Un cambio en los malos hábitos, promover la prevención de accidentes, así como educar a los más pequeños desde casa permitirá un cambio social y cultural, que en consecuencia nos brinde la oportunidad de desarrollar nuestras actividades de manera armónica y positiva.

Las metrópolis continuarán creciendo y poblándose, ¿estamos listos para convivir con la bicicleta, para usar cascos, respetar límites de velocidad? Y sobre todo, ¿estamos listos fomentar y respetar una cultura vial sólida?

mafrcontacto@gmail.com

En estas líneas queremos expresar que resulta fundamental continuar con el seguimiento de los cambios que puedan ser propiciados en nuestro contexto de cultura vial, donde todos participemos para forjar una adecuada movilidad en las metrópolis de manera segura y en paz, a través de la generación de normas acordes a la necesidad de desplazamiento que tenemos, pero también en el fomento de hábitos que todos estamos obligados a respetar, más allá de hacerlo de manera coercitiva.

¿Cuántos de nosotros hemos leído nuestros reglamentos de tránsito? ¿Quiénes ceden el paso, aún llevando prisa? ¿Respetamos los semáforos? ¿Conocemos el significado de los señalamientos? ¿Respetamos los límites de velocidad? Estas preguntas pudieran parecer triviales, sin embargo, en el fondo las respuestas que brindemos podrían exponer la falta de un principio básico de convivencia: respeto por el prójimo.

Y es justamente la falta de conocimiento, pero también, tristemente, la nula disposición de realizar cambios en sentido positivo lo que nos ha llevado al replanteamiento de conductas que debiéramos dar por entendidas si nuestra intención es convivir en espacios libres y seguros.

Hoy se habla de la jerarquización del desplazamiento ciudadano que inicia con las personas con movilidad limitada y peatones, continúa con los usuarios de transporte no motorizado, como las bicicletas, después los usuarios del servicio de trasporte público de pasajeros, los prestadores del servicio de trasporte público de pasajeros, los prestadores del servicio de transporte de carga y concluye con los usuarios de transporte particular.

Esta jerarquización ha obedecido a la intención de establecer un orden a las complicaciones de desplazamiento vigentes, y a la falta de una cultura vial más sólida, que promueva la protección de la integridad física de cada uno de nosotros, mediante la prevención y reducción de accidentes de tránsito a través del fomento y fortalecimiento de conductas como el uso del cinturón de seguridad, del casco para quien lo requiere como el ciclista y motociclista, así como el alcoholímetro, programa que nos insta a no ingerir bebidas alcohólicas si vamos a conducir para no poner en riesgo a las personas de nuestro entorno y a nosotros mismos.

Hoy estamos ciertos que la movilidad y la cultura vial son conceptos interrelacionados, que deben ser desarrollados de manera integral y no independiente, pues todos queremos desplazamientos, con cualquiera que sea el medio de transporte, de manera segura, llegar a nuestros destinos de forma óptima y tener certidumbre de estar todos en el mismo entendido sobre el respeto a las reglas de vialidad, tránsito y convivencia.

Un cambio en los malos hábitos, promover la prevención de accidentes, así como educar a los más pequeños desde casa permitirá un cambio social y cultural, que en consecuencia nos brinde la oportunidad de desarrollar nuestras actividades de manera armónica y positiva.

Las metrópolis continuarán creciendo y poblándose, ¿estamos listos para convivir con la bicicleta, para usar cascos, respetar límites de velocidad? Y sobre todo, ¿estamos listos fomentar y respetar una cultura vial sólida?

mafrcontacto@gmail.com