/ jueves 19 de agosto de 2021

Mucho ruido

Nada tan estupido como vencer; la verdadera gloria está en convencer.

Víctor Hugo


Desde hace tiempo el ciudadano presidente López Obrador ha venido insistiendo en que los organismos electorales no son confiables, específicamente el Instituto Nacional Electoral (INE) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). Los ataques a dichas instancias subieron de tono a partir de la cancelación del registro a los candidatos de Morena para las gubernaturas de Guerrero y Michoacán, y se dispararon con la pérdida de tres candidaturas al partido oficial el fin de semana. El enojo fue inocultable.

Bajo éste contexto de venganza, el inquilino de Palacio Nacional ocupó tiempo en sus discursos para, incluso, personalizar sus ataques. Encarrerado, AMLO declaró que urge, de plano, una “renovación tajante” tanto del TEPJF como del INE porque sus integrantes, “no son demócratas” y “no respetan la voluntad del pueblo”. Además, señaló, que “los partidos crearon el Tribunal como un Frankenstein, a imagen y semejanza de sus intereses”. Enseguida afirmó, que “no se puede seguir con lo mismo”. Su postura dibuja un planteamiento “radical”, aunque el tabasqueño parece olvidar los requerimientos constitucionales que se necesitan para realizar los cambios enarbolados. Aunque, para fines prácticos poco importa dada la dinámica política del tabasqueño, que actúa atrabiliariamente contra las instituciones que no se pliegan y someten a sus dictados. Ya vimos cómo descalificó también a la Suprema Corte de Justicia, por no aceptar la prolongación del periodo de su ministro de cabecera, el pícaro Saldivar.

Es evidente, que el ex jefe de gobierno de la Ciudad de México pretende, por cualquier medio, edificar organismos electorales que le sean afines de cara a las próximas elecciones en algunos estados, pero, sobre todo, para las elecciones de 2024, cuya importancia es indiscutible. Lejos de lo que pudiera pensarse, no serán fáciles los comicios presidenciales y su complejidad iniciará con la definición del candidato de Morena, que es previsible, no será un trance pacifico.

La perspectiva para el cumplimiento de sus caprichos no se ve para nada sencillo. Los deseos de López Obrador tienen el dique de los números en el poder legislativo. Como se sabe, para cambiar súbitamente al INE y al Tribunal Electoral se requieren mayorías calificadas en ambas cámaras, con las cuales no contará Morena a partir del primero de septiembre. Por supuesto, puede haber rupturas, traiciones y reacomodos en la oposición que le permitan al oficialismo tener los votos necesarios y cumplir los afanes del guía moral. Esa es una hipótesis que no debemos descartar. Por lo pronto, hay mucho ruido y pocas nueces. Ya veremos.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz

Nada tan estupido como vencer; la verdadera gloria está en convencer.

Víctor Hugo


Desde hace tiempo el ciudadano presidente López Obrador ha venido insistiendo en que los organismos electorales no son confiables, específicamente el Instituto Nacional Electoral (INE) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). Los ataques a dichas instancias subieron de tono a partir de la cancelación del registro a los candidatos de Morena para las gubernaturas de Guerrero y Michoacán, y se dispararon con la pérdida de tres candidaturas al partido oficial el fin de semana. El enojo fue inocultable.

Bajo éste contexto de venganza, el inquilino de Palacio Nacional ocupó tiempo en sus discursos para, incluso, personalizar sus ataques. Encarrerado, AMLO declaró que urge, de plano, una “renovación tajante” tanto del TEPJF como del INE porque sus integrantes, “no son demócratas” y “no respetan la voluntad del pueblo”. Además, señaló, que “los partidos crearon el Tribunal como un Frankenstein, a imagen y semejanza de sus intereses”. Enseguida afirmó, que “no se puede seguir con lo mismo”. Su postura dibuja un planteamiento “radical”, aunque el tabasqueño parece olvidar los requerimientos constitucionales que se necesitan para realizar los cambios enarbolados. Aunque, para fines prácticos poco importa dada la dinámica política del tabasqueño, que actúa atrabiliariamente contra las instituciones que no se pliegan y someten a sus dictados. Ya vimos cómo descalificó también a la Suprema Corte de Justicia, por no aceptar la prolongación del periodo de su ministro de cabecera, el pícaro Saldivar.

Es evidente, que el ex jefe de gobierno de la Ciudad de México pretende, por cualquier medio, edificar organismos electorales que le sean afines de cara a las próximas elecciones en algunos estados, pero, sobre todo, para las elecciones de 2024, cuya importancia es indiscutible. Lejos de lo que pudiera pensarse, no serán fáciles los comicios presidenciales y su complejidad iniciará con la definición del candidato de Morena, que es previsible, no será un trance pacifico.

La perspectiva para el cumplimiento de sus caprichos no se ve para nada sencillo. Los deseos de López Obrador tienen el dique de los números en el poder legislativo. Como se sabe, para cambiar súbitamente al INE y al Tribunal Electoral se requieren mayorías calificadas en ambas cámaras, con las cuales no contará Morena a partir del primero de septiembre. Por supuesto, puede haber rupturas, traiciones y reacomodos en la oposición que le permitan al oficialismo tener los votos necesarios y cumplir los afanes del guía moral. Esa es una hipótesis que no debemos descartar. Por lo pronto, hay mucho ruido y pocas nueces. Ya veremos.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz

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