/ lunes 7 de marzo de 2022

Mujer

“Yo, la peor de todas”, sentenció Sor Juana Inés de la Cruz al rebelarse a un sistema patriarcal que oprimía a las mujeres, negándoles todas las oportunidades y limitándolas a los quehaceres del hogar y el cuidado de los hijos. Estudió no para saber más sino para ignorar menos. Con ella, la lucha feminista toma un rostro y una identidad. Es una inspiración para muchas porque su lucha justo es por la liberación de la mujer.

En la Grecia clásica, una mujer no quiso su destino de opresión: Aspasia. Mujer tan brillante y sabia que enseñó filosofía a un joven Sócrates y política y retórica a Pericles, quien convertiría a Atenas en el centro del mundo. De ahí que el siglo V a.C., sea el siglo de Oro. “No es que no hayan existido mujeres que filosofaran. Es que los filósofos han preferido olvidarlas, tal vez después de haberse apropiado de sus ideas”, advierte Gilles Ménage en su obra Historia de las mujeres filósofas. Nuestras ideas han recreado el mundo, aunque no tengamos el crédito.

Hermila Galindo, en los tiempos revolucionarios, alzó la voz cuando las mujeres no accedían al sufragio universal. “Ustedes nos dan a cumplir todas las obligaciones, pagamos impuestos, cuidamos el hogar y nuestros hijos, pero no tenemos ninguna prerrogativa”, expresó cuando les fue negado el derecho al voto por el Constituyente del 1917. La lucha continuó porque las mujeres no podemos quedarnos tranquilas ante una sociedad profundamente desigual.

En México, en la actualidad, con la reforma constitucional en materia de paridad, se hace más tangible la igualdad entre hombres y mujeres. Sin embargo, gran trecho falta por recorrer si pensamos que las mujeres, aún con el principio de paridad, no accedemos a los puestos de decisiones. Es una lástima que en nuestro país aún no haya llegado una mujer a la presidencia de la República. No sorprende. Hoy, de las 32 entidades federativas, sólo siete son gobernadas por mujeres; de 11 ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sólo cuatro son mujeres; y de los 15 Grupos Parlamentarios de las Cámaras de Diputados y de Senadores, solo dos son encabezados por mujeres. Ambas en la Cámara de Senadores. Las estructuras machistas y patriarcales han mermado seriamente los derechos político-electorales de las mujeres. El camino que recorremos está plagado de estigmas, prejuicios e ideas erróneas.

Las mujeres a través de la historia nos han enseñado el camino: luchar por nuestros derechos. Reivindicar el camino. Esa es la apuesta. Como dijera Estela Hernández, hasta que la dignidad se haga costumbre.

Senadora por el PT

“Yo, la peor de todas”, sentenció Sor Juana Inés de la Cruz al rebelarse a un sistema patriarcal que oprimía a las mujeres, negándoles todas las oportunidades y limitándolas a los quehaceres del hogar y el cuidado de los hijos. Estudió no para saber más sino para ignorar menos. Con ella, la lucha feminista toma un rostro y una identidad. Es una inspiración para muchas porque su lucha justo es por la liberación de la mujer.

En la Grecia clásica, una mujer no quiso su destino de opresión: Aspasia. Mujer tan brillante y sabia que enseñó filosofía a un joven Sócrates y política y retórica a Pericles, quien convertiría a Atenas en el centro del mundo. De ahí que el siglo V a.C., sea el siglo de Oro. “No es que no hayan existido mujeres que filosofaran. Es que los filósofos han preferido olvidarlas, tal vez después de haberse apropiado de sus ideas”, advierte Gilles Ménage en su obra Historia de las mujeres filósofas. Nuestras ideas han recreado el mundo, aunque no tengamos el crédito.

Hermila Galindo, en los tiempos revolucionarios, alzó la voz cuando las mujeres no accedían al sufragio universal. “Ustedes nos dan a cumplir todas las obligaciones, pagamos impuestos, cuidamos el hogar y nuestros hijos, pero no tenemos ninguna prerrogativa”, expresó cuando les fue negado el derecho al voto por el Constituyente del 1917. La lucha continuó porque las mujeres no podemos quedarnos tranquilas ante una sociedad profundamente desigual.

En México, en la actualidad, con la reforma constitucional en materia de paridad, se hace más tangible la igualdad entre hombres y mujeres. Sin embargo, gran trecho falta por recorrer si pensamos que las mujeres, aún con el principio de paridad, no accedemos a los puestos de decisiones. Es una lástima que en nuestro país aún no haya llegado una mujer a la presidencia de la República. No sorprende. Hoy, de las 32 entidades federativas, sólo siete son gobernadas por mujeres; de 11 ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sólo cuatro son mujeres; y de los 15 Grupos Parlamentarios de las Cámaras de Diputados y de Senadores, solo dos son encabezados por mujeres. Ambas en la Cámara de Senadores. Las estructuras machistas y patriarcales han mermado seriamente los derechos político-electorales de las mujeres. El camino que recorremos está plagado de estigmas, prejuicios e ideas erróneas.

Las mujeres a través de la historia nos han enseñado el camino: luchar por nuestros derechos. Reivindicar el camino. Esa es la apuesta. Como dijera Estela Hernández, hasta que la dignidad se haga costumbre.

Senadora por el PT