/ sábado 18 de noviembre de 2017

Mujeres en busca de sexo / Por el Honor

Uno siempre viaja por los temas que le apasionan y se hace de aquellas cosas (objetos, memorias o lecturas), que contribuyen a esos afectos.

Hace tiempo, recuerdo que un maestro mío comentó sobre: Un artista del mundo flotante, de Kazuo Ishiguro (sí, el hoy Premio Nobel de Literatura), y de inmediato lo quise, solo había leído: Nunca me abandones. Suelo ir mucho a las librerías, así que en una ocasión, lo compré en inglés, pero lo regalé a una amiga que adora leer en la lengua de Shakespeare. Tiempo después, di con el libro en español, tenía una veintena para leer antes, y lo presté, junto con La venus de las pieles, a otra amiga. Debo decir que prestar un libro que no he leído, solo a alguien que quiero mucho y creo lo apreciará, obviamente, no ocurre así en ocasiones.

Todo esto viene al caso, porque recuerdo que mi maestro dijo que esa novela –y lo recuerdo bien-, hablaba de grandes orgías y cuestiones sexuales que se presentaban pródigas en los sueños del artista (personaje central, que por alguna razón intuí sería escritor y no), motivo por el que no había podido prohibirse… Si ocurre en sueños, “todo está permitido”. ¡Qué tal!

El caso es que al fin, con el libro en mi poder, ese obscuro objeto del deseo, comienzo la lectura, y nada tiene que ver… Espero y espero la llegada de aquellos sueños del artista del mundo flotante, y nada. Sin embargo, el texto me dejó más que si hubiese leído sobre cualquier orgía o bacanal sin ton ni son, obviamente.

Aquí se habla del orgullo, del honor, de la familia, de la vejez, del quehacer del artista, del maestro y el alumno, y también, de cómo se pierde identidad frente a la globalización o aceptación de costumbres que vienen de fuera, sin poner reparo en las propias. Incluso el personaje se cuestiona, sobre sus errores o no en su toma de decisiones, al final de su vida.

Ono es pintor y no escritor. Su padre desde niño, intentó disuadirlo, señalando que no tenía el carácter para dedicarse a ello, lo que hizo que creciera su ambición. Talentoso como era, tuvo maestros que se inspiraban en el mundo flotante. “Lo mejor en la vida…, se vive una noche y desaparece con el día”, señala en la novela. Eran esos espacios nocturnos del placer, el ocio y la embriaguez, de los que había que desprender la belleza que por la mañana se

disolvía.

Todo iba bien, hasta que cuestionó al maestro, y hace una certera y profunda reflexión sobre esa necesidad de madurar y hacer lo propio; comprendiendo también al maestro, que ha brindado tiempo, conocimientos, herramientas de trabajo e incluso, ha permitido que el público asocie su nombre al del discípulo. Una bella y aguda reflexión sobre los conocimientos artísticos brindados, pero también los valores y creencias, que en el joven quedaron.

El artista expone que: “La lealtad se gana”, y agrega: “Actualmente, todo el mundo habla de lealtad y, en realidad, lo único que hace es obedecer ciegamente las órdenes que recibe”. ¿Acaso podríamos aprender algo de esto?

“A los ojos de muchos jóvenes, el placer aparece a menudo como un pecado, y creo que ése era mi caso”, dice el personaje durante su vejez. Sin duda opinaba que pasar el tiempo en esos sitios, consagrar el talento o elogiar algo tan fugaz, resultaba pérdida de tiempo, porque “no es fácil apreciar la belleza de un mundo cuando se duda de su valor”. ¿Es la belleza lo que ha de reflejar un artista?

Así que de estos sueños sobre bacanales, nada y de sutilezas, mucho. De un espíritu de observación y contemplación, que permite atender el mundo y sus actos. La búsqueda de Ono fue por hacer de Japón un país en que nuevamente su gente se interesara por el otro y se viviera mejor. Uno de sus interlocutores en la novela, le comenta que, “el gran talento de muchos artistas consiste en mantenerse apartados del mundo”. Ustedes dirán, queridos

lectores.

“Un hombre que aspira a destacarse sobre todos los demás, a dejar a un lado la mediocridad y llegar a ser alguien, merece que se lo admire aunque al final fracase y su ambición lo deje en la ruina”, ¿no creen?… “Después de todo, es un consuelo y una gran satisfacción mirar hacia atrás y ver que solo hemos fracasado en algo que otras personas no han pensado ni intentado llevar a cabo”. ¿Qué queremos hacer nosotros verdaderamente? ¿Cuál es nuestra apuesta?

Un libro que habla de temas fundamentales, de lo instantáneo y de lo transformador, de responsabilizarnos por nuestras acciones, de la dignidad; de esa falta de respeto e incomprensión, empezando por los cercanos, a una vejez orgullosa y honorable.

Por eso esta entrega se llama *Por el Honor, porque existen palabras que deben escribirse con mayúscula, para hacerlas nombre propio.

Comentarios: celiatgramos@gmail.com

Uno siempre viaja por los temas que le apasionan y se hace de aquellas cosas (objetos, memorias o lecturas), que contribuyen a esos afectos.

Hace tiempo, recuerdo que un maestro mío comentó sobre: Un artista del mundo flotante, de Kazuo Ishiguro (sí, el hoy Premio Nobel de Literatura), y de inmediato lo quise, solo había leído: Nunca me abandones. Suelo ir mucho a las librerías, así que en una ocasión, lo compré en inglés, pero lo regalé a una amiga que adora leer en la lengua de Shakespeare. Tiempo después, di con el libro en español, tenía una veintena para leer antes, y lo presté, junto con La venus de las pieles, a otra amiga. Debo decir que prestar un libro que no he leído, solo a alguien que quiero mucho y creo lo apreciará, obviamente, no ocurre así en ocasiones.

Todo esto viene al caso, porque recuerdo que mi maestro dijo que esa novela –y lo recuerdo bien-, hablaba de grandes orgías y cuestiones sexuales que se presentaban pródigas en los sueños del artista (personaje central, que por alguna razón intuí sería escritor y no), motivo por el que no había podido prohibirse… Si ocurre en sueños, “todo está permitido”. ¡Qué tal!

El caso es que al fin, con el libro en mi poder, ese obscuro objeto del deseo, comienzo la lectura, y nada tiene que ver… Espero y espero la llegada de aquellos sueños del artista del mundo flotante, y nada. Sin embargo, el texto me dejó más que si hubiese leído sobre cualquier orgía o bacanal sin ton ni son, obviamente.

Aquí se habla del orgullo, del honor, de la familia, de la vejez, del quehacer del artista, del maestro y el alumno, y también, de cómo se pierde identidad frente a la globalización o aceptación de costumbres que vienen de fuera, sin poner reparo en las propias. Incluso el personaje se cuestiona, sobre sus errores o no en su toma de decisiones, al final de su vida.

Ono es pintor y no escritor. Su padre desde niño, intentó disuadirlo, señalando que no tenía el carácter para dedicarse a ello, lo que hizo que creciera su ambición. Talentoso como era, tuvo maestros que se inspiraban en el mundo flotante. “Lo mejor en la vida…, se vive una noche y desaparece con el día”, señala en la novela. Eran esos espacios nocturnos del placer, el ocio y la embriaguez, de los que había que desprender la belleza que por la mañana se

disolvía.

Todo iba bien, hasta que cuestionó al maestro, y hace una certera y profunda reflexión sobre esa necesidad de madurar y hacer lo propio; comprendiendo también al maestro, que ha brindado tiempo, conocimientos, herramientas de trabajo e incluso, ha permitido que el público asocie su nombre al del discípulo. Una bella y aguda reflexión sobre los conocimientos artísticos brindados, pero también los valores y creencias, que en el joven quedaron.

El artista expone que: “La lealtad se gana”, y agrega: “Actualmente, todo el mundo habla de lealtad y, en realidad, lo único que hace es obedecer ciegamente las órdenes que recibe”. ¿Acaso podríamos aprender algo de esto?

“A los ojos de muchos jóvenes, el placer aparece a menudo como un pecado, y creo que ése era mi caso”, dice el personaje durante su vejez. Sin duda opinaba que pasar el tiempo en esos sitios, consagrar el talento o elogiar algo tan fugaz, resultaba pérdida de tiempo, porque “no es fácil apreciar la belleza de un mundo cuando se duda de su valor”. ¿Es la belleza lo que ha de reflejar un artista?

Así que de estos sueños sobre bacanales, nada y de sutilezas, mucho. De un espíritu de observación y contemplación, que permite atender el mundo y sus actos. La búsqueda de Ono fue por hacer de Japón un país en que nuevamente su gente se interesara por el otro y se viviera mejor. Uno de sus interlocutores en la novela, le comenta que, “el gran talento de muchos artistas consiste en mantenerse apartados del mundo”. Ustedes dirán, queridos

lectores.

“Un hombre que aspira a destacarse sobre todos los demás, a dejar a un lado la mediocridad y llegar a ser alguien, merece que se lo admire aunque al final fracase y su ambición lo deje en la ruina”, ¿no creen?… “Después de todo, es un consuelo y una gran satisfacción mirar hacia atrás y ver que solo hemos fracasado en algo que otras personas no han pensado ni intentado llevar a cabo”. ¿Qué queremos hacer nosotros verdaderamente? ¿Cuál es nuestra apuesta?

Un libro que habla de temas fundamentales, de lo instantáneo y de lo transformador, de responsabilizarnos por nuestras acciones, de la dignidad; de esa falta de respeto e incomprensión, empezando por los cercanos, a una vejez orgullosa y honorable.

Por eso esta entrega se llama *Por el Honor, porque existen palabras que deben escribirse con mayúscula, para hacerlas nombre propio.

Comentarios: celiatgramos@gmail.com