/ domingo 22 de marzo de 2020

Mujeres mexicanas, gran paso para el país

Y esto es así, pues sin duda los días ocho y nueve de marzo del año dos mil veinte serán recordados como históricos no sólo para el movimiento feminista mexicano sino para el país mismo. A pesar de presumir mi asistencia a las manifestaciones de protesta más nutridas de los últimos tiempos, no recuerdo una concentración tan numerosa de personas en la Ciudad de México, con el objeto de ejercer su derecho a protestar, siendo inédito, hasta donde recuerdo, que el contingente estuviera conformado solo por mujeres. Participaron, eso sí, mujeres de todos los estratos sociales y profesionales: liberales y conservadoras, “chairas” y “fifís”, amas de casa y trabajadoras, obreras y ejecutivas, empleadas domésticas y patronas etc.

Que algunas de las mujeres de nuestro círculo más cercano hayan marchado, hayan parado, o ambas cosas, es indicativo del impacto social que causó, sobre todo en los hombres, su espontánea organización contra la cultura machista que vivimos y que ellas permanentemente sufren. Estos acontecimientos, por su trascendencia, deben ser recordados cada año, como los son la protesta de 1968 y las demás luchas importantes por la democracia en México.

Fueron varios tonos en los que se expresó la protesta, se matizó según la magnitud del sentimiento de frustración, hubo de todo, desde la que con sencilla manifestación de forma tímida para unos o civilizadamente para otros, expresaba su demanda hasta quien, quiso desahogarse violentamente procurando arrasar con todo lo que se le atravesó en el camino; situación que en gran medida tenía que ver con la experiencia personal sufrida por cada una. Desde el acoso cotidiano dentro y fuera de la familia que, en forma permanente atenta contra su dignidad, hasta la pérdida de una hija, una hermana o una madre, a manos de verdaderas bestias humanas. Todas cautivas de la violencia física y moral.

Por otro lado, en el país, nunca como hoy, hubo tantas mujeres que se desempeñaran en los gobiernos federal y local como servidoras públicas al más alto nivel, lo que para muchos de nosotros es realmente esperanzador sin embargo, no supimos de muestras de su franca adhesión al movimiento, más bien lo contrario, como es el caso de la Titular de la Secretaría de la Función Pública, que lo descalificó de inmediato; también hubo quien se desdijo o cuando menos matizó su actitud, una vez que el presidente estableció distancia al respecto, es decir acusando que el movimiento feminista es manejado por los conservadores para desestabilizar a su gobierno.

Lo cierto es que en el mundo estamos ante un parteaguas en el que México ya hizo aparición a pesar de su rígida tradición patriarcal, en el que las mujeres enérgicamente reclaman su dignidad y en el que, desde luego, como en todos los movimientos sociales, es innegable la existencia de intereses que tratan de sacar una tajada, lo cual no mella un ápice la validez y legitimidad de sus demandas, que en nuestro caso son las de todos los mexicanos: seguridad, igualdad, bienestar y democracia. Siendo ellas las que primero sufren su carencia, para su persona y sus familias; luego entonces, estoy seguro que atendiéndolas como es debido, sin satanizarlas ni minimizarlas, nos veremos beneficiados todos, porque ante nuestra falta de empatía, ellas ya nos tocan a la puerta con impaciencia pues:

Ahora sí, ya las tenemos...” hasta la madre”

napoleonef@hotmail.com

Configuración


Y esto es así, pues sin duda los días ocho y nueve de marzo del año dos mil veinte serán recordados como históricos no sólo para el movimiento feminista mexicano sino para el país mismo. A pesar de presumir mi asistencia a las manifestaciones de protesta más nutridas de los últimos tiempos, no recuerdo una concentración tan numerosa de personas en la Ciudad de México, con el objeto de ejercer su derecho a protestar, siendo inédito, hasta donde recuerdo, que el contingente estuviera conformado solo por mujeres. Participaron, eso sí, mujeres de todos los estratos sociales y profesionales: liberales y conservadoras, “chairas” y “fifís”, amas de casa y trabajadoras, obreras y ejecutivas, empleadas domésticas y patronas etc.

Que algunas de las mujeres de nuestro círculo más cercano hayan marchado, hayan parado, o ambas cosas, es indicativo del impacto social que causó, sobre todo en los hombres, su espontánea organización contra la cultura machista que vivimos y que ellas permanentemente sufren. Estos acontecimientos, por su trascendencia, deben ser recordados cada año, como los son la protesta de 1968 y las demás luchas importantes por la democracia en México.

Fueron varios tonos en los que se expresó la protesta, se matizó según la magnitud del sentimiento de frustración, hubo de todo, desde la que con sencilla manifestación de forma tímida para unos o civilizadamente para otros, expresaba su demanda hasta quien, quiso desahogarse violentamente procurando arrasar con todo lo que se le atravesó en el camino; situación que en gran medida tenía que ver con la experiencia personal sufrida por cada una. Desde el acoso cotidiano dentro y fuera de la familia que, en forma permanente atenta contra su dignidad, hasta la pérdida de una hija, una hermana o una madre, a manos de verdaderas bestias humanas. Todas cautivas de la violencia física y moral.

Por otro lado, en el país, nunca como hoy, hubo tantas mujeres que se desempeñaran en los gobiernos federal y local como servidoras públicas al más alto nivel, lo que para muchos de nosotros es realmente esperanzador sin embargo, no supimos de muestras de su franca adhesión al movimiento, más bien lo contrario, como es el caso de la Titular de la Secretaría de la Función Pública, que lo descalificó de inmediato; también hubo quien se desdijo o cuando menos matizó su actitud, una vez que el presidente estableció distancia al respecto, es decir acusando que el movimiento feminista es manejado por los conservadores para desestabilizar a su gobierno.

Lo cierto es que en el mundo estamos ante un parteaguas en el que México ya hizo aparición a pesar de su rígida tradición patriarcal, en el que las mujeres enérgicamente reclaman su dignidad y en el que, desde luego, como en todos los movimientos sociales, es innegable la existencia de intereses que tratan de sacar una tajada, lo cual no mella un ápice la validez y legitimidad de sus demandas, que en nuestro caso son las de todos los mexicanos: seguridad, igualdad, bienestar y democracia. Siendo ellas las que primero sufren su carencia, para su persona y sus familias; luego entonces, estoy seguro que atendiéndolas como es debido, sin satanizarlas ni minimizarlas, nos veremos beneficiados todos, porque ante nuestra falta de empatía, ellas ya nos tocan a la puerta con impaciencia pues:

Ahora sí, ya las tenemos...” hasta la madre”

napoleonef@hotmail.com

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