/ miércoles 26 de junio de 2019

Nacionalismo, diálogo y acuerdos

A pesar de que la incertidumbre continuará por más tiempo, los nubarrones sobre México se disipan en el corto plazo frente al amago del presidente de EEUU, con base en los buenos oficios del secretario de relaciones exteriores y la delegación mexicana que estuvo dispuesta a reposicionar la agenda migratoria de México y el plan de desarrollo de Centroamérica.

Aún no inician las campañas en EEUU y ya se empieza a sentir el ambiente polarizante y los posicionamientos extremos, que no necesariamente, ponen los asuntos estratégicos sobre la mesa, sino los que tienen rentabilidad electoral y mediática.

El neopopulismo ha logrado fuertes cambios en EU, en especial que las políticas industriales se centren en la seguridad nacional y con ello, la replicación de diversos criterios como las soberanías energética y alimentaria, que en México tienen su expresión en políticas nacionalistas que buscan recuperar la producción nacional, mejorar los costos de transacción y modernizar a ambos sectores con productividad.

Frente a las posiciones nacionalistas, están los que piensan que dejar al mercado su autoregulación y competencia, es la mejor vía para una economía más articulada e incluyente. En esta materia, los principios son convergentes en el sentido de mejorar los flujos de inversión, generar empleo y reducir la vulnerabilidad, o en su caso la dependencia del exterior. Los posicionamientos de unidad nacional se despliegan con el fervor antiinmigrante en EU por un lado, y en México el nacionalismo de la cuarta transformación que no pone objeción, ni ha escatimado esfuerzos para dialogar y negociar lo posible.

Sin duda, los acercamientos diplomáticos y amistosos que se activaron para coadyuvar con el proceso de ratificación del TMEC en EU, especialmente con sindicatos, empresarios y congresistas han ayudado a mejorar la imagen de México, y por primera vez en mucho tiempo, ser objeto de solidaridad y apoyo en contra de las medidas arancelarias del presidente de EU.

En México se ve con optimismo tal acercamiento y visibilidad que favorece, en el corto plazo, un proceso acelerado de ratificación del T MEC ante las posibilidades de su reapertura y renegociación que han manifestado los demócratas. El diálogo entre posiciones extremas ayudó a interconectar los puntos de la agenda bilateral que se encontraban dislocados por la prevalencia del TMEC y la guerra comercial de EU.

La incertidumbre persiste, pero la tormenta ha pasado, a pesar de la baja en la estimación de las calificadoras crediticias, que insisten en proyecciones menores de crecimiento económica, en señalar la débil inversión pública y privada, en enfatizar la desaceleración económica, emitir severos cuestionamientos a la estrategia de rescate Pemex y el manejo de su deuda, así como incertidumbre en las políticas públicas del nuevo gobierno, han centrado las críticas de las calificadoras que se adelantaron a los resultados de la negociación con EU para poner aún más sombrío el panorama.

La economía mexicana resistió a la amenaza por la vía de la diplomacia y se posiciona mejor para la ratificación del TMEC, bajo nuevas expectativas que permiten mayor unidad de propósito, la participación de todos los sectores y el rechazo unánime a la guerra comercial, a la cerrazón, a la falta de diálogo y al incumplimiento de las leyes. Triunfa también la cooperación para el desarrollo para incidir en las causas que provocan la migración: la falta de oportunidades, la desigualdad, la pobreza y la violencia.

Para los presidentes de México y EU, se mejoraron sus índices de aprobación, para ambas economías se visualizan mejores expectativas, y sobre todo, México se va saliendo poco a poco del radar conflictivo de la agenda electoral en EEUU, ya sea porque se está haciendo la tarea de reducir el déficit comercial y los flujos migratorios, o porque México va consolidando sus proyectos de inversión con reglas claras y de largo plazo, con sólidos negocios en ambos lados de la frontera.

En la agenda nacional de México viene el debate, la discusión más amplia sobre derechos humanos, la retórica de la diversificación económica y de mercados, así como una reflexión estratégica sobre el estado de derecho y la capacidad del país de aplicar sus leyes correctamente en todas las materias, no sólo en el caso de migración, que claramente marcó el diferendo con EU.

A pesar de que la incertidumbre continuará por más tiempo, los nubarrones sobre México se disipan en el corto plazo frente al amago del presidente de EEUU, con base en los buenos oficios del secretario de relaciones exteriores y la delegación mexicana que estuvo dispuesta a reposicionar la agenda migratoria de México y el plan de desarrollo de Centroamérica.

Aún no inician las campañas en EEUU y ya se empieza a sentir el ambiente polarizante y los posicionamientos extremos, que no necesariamente, ponen los asuntos estratégicos sobre la mesa, sino los que tienen rentabilidad electoral y mediática.

El neopopulismo ha logrado fuertes cambios en EU, en especial que las políticas industriales se centren en la seguridad nacional y con ello, la replicación de diversos criterios como las soberanías energética y alimentaria, que en México tienen su expresión en políticas nacionalistas que buscan recuperar la producción nacional, mejorar los costos de transacción y modernizar a ambos sectores con productividad.

Frente a las posiciones nacionalistas, están los que piensan que dejar al mercado su autoregulación y competencia, es la mejor vía para una economía más articulada e incluyente. En esta materia, los principios son convergentes en el sentido de mejorar los flujos de inversión, generar empleo y reducir la vulnerabilidad, o en su caso la dependencia del exterior. Los posicionamientos de unidad nacional se despliegan con el fervor antiinmigrante en EU por un lado, y en México el nacionalismo de la cuarta transformación que no pone objeción, ni ha escatimado esfuerzos para dialogar y negociar lo posible.

Sin duda, los acercamientos diplomáticos y amistosos que se activaron para coadyuvar con el proceso de ratificación del TMEC en EU, especialmente con sindicatos, empresarios y congresistas han ayudado a mejorar la imagen de México, y por primera vez en mucho tiempo, ser objeto de solidaridad y apoyo en contra de las medidas arancelarias del presidente de EU.

En México se ve con optimismo tal acercamiento y visibilidad que favorece, en el corto plazo, un proceso acelerado de ratificación del T MEC ante las posibilidades de su reapertura y renegociación que han manifestado los demócratas. El diálogo entre posiciones extremas ayudó a interconectar los puntos de la agenda bilateral que se encontraban dislocados por la prevalencia del TMEC y la guerra comercial de EU.

La incertidumbre persiste, pero la tormenta ha pasado, a pesar de la baja en la estimación de las calificadoras crediticias, que insisten en proyecciones menores de crecimiento económica, en señalar la débil inversión pública y privada, en enfatizar la desaceleración económica, emitir severos cuestionamientos a la estrategia de rescate Pemex y el manejo de su deuda, así como incertidumbre en las políticas públicas del nuevo gobierno, han centrado las críticas de las calificadoras que se adelantaron a los resultados de la negociación con EU para poner aún más sombrío el panorama.

La economía mexicana resistió a la amenaza por la vía de la diplomacia y se posiciona mejor para la ratificación del TMEC, bajo nuevas expectativas que permiten mayor unidad de propósito, la participación de todos los sectores y el rechazo unánime a la guerra comercial, a la cerrazón, a la falta de diálogo y al incumplimiento de las leyes. Triunfa también la cooperación para el desarrollo para incidir en las causas que provocan la migración: la falta de oportunidades, la desigualdad, la pobreza y la violencia.

Para los presidentes de México y EU, se mejoraron sus índices de aprobación, para ambas economías se visualizan mejores expectativas, y sobre todo, México se va saliendo poco a poco del radar conflictivo de la agenda electoral en EEUU, ya sea porque se está haciendo la tarea de reducir el déficit comercial y los flujos migratorios, o porque México va consolidando sus proyectos de inversión con reglas claras y de largo plazo, con sólidos negocios en ambos lados de la frontera.

En la agenda nacional de México viene el debate, la discusión más amplia sobre derechos humanos, la retórica de la diversificación económica y de mercados, así como una reflexión estratégica sobre el estado de derecho y la capacidad del país de aplicar sus leyes correctamente en todas las materias, no sólo en el caso de migración, que claramente marcó el diferendo con EU.