La Ciudad de México cruza uno de los peores períodos por la pandemia de COVID-19. El número de contagios rebasa los doscientos mil y los datos de personas fallecidas es impresionante. La Jefa de Gobierno realiza una gran labor en la gestión y solución de la pandemia, pero esto no ha sido suficiente por varias razones.
La federación y las entidades federativas no han generado políticas públicas uniformes, coordinadas y constantes a lo largo de estos meses. En Chihuahua pasa una cosa, en Baja California otra, Chiapas actúa en otro sentido y la Ciudad de México despliega sus propias acciones. Esto no es un problema de federalismo. Tenemos un ente constitucional que debería de estar al frente del problema, pero, esa alegoría constitucional no ha tenido un papel protagónico en este lapso. La zona conurbada del Valle de México no ha sido la excepción en la falta de coordinación. Así las cosas, es casi imposible parar la cadena de contagios si no se trabaja en armonía con las entidades que conforman la zona conurbada. Se necesitan pruebas y más pruebas en la zona metropolitana.
La ciudadanía no ha hecho los esfuerzos necesarios. Los medios de comunicación dan cuenta de bodas, reuniones, fiestas, bares clandestinos y un centenar de actividades indeseables a la mitad de una pandemia ¿Qué se necesita para remediar esto?- No sé. El cúmulo de noticias y alarmas sobre el COVID es muy amplio, pero muchos ciudadanos no quieren entender. El clásico dilema de Economía Vs. Salud no está en la ecuación de las bodas y los bares clandestinos. Sin embargo, allí está el problema y parece que no se va a solucionar. Los ciudadanos no hemos decidido usar el cubre-bocas de manera voluntaria. Incluso, en la Ciudad de México, cada día hay más personas que lo dejan de usar o lo emplean mal. La fatiga y el hartazgo han triunfado sobre las ganas de estar sano o vivo.
El doctor Hugo López-Gatell no manda un mensaje claro y contundente sobre la necesidad del uso del cubre-bocas. Sin embargo, sobre eso se ha escrito y dicho mucho. Ya no tiene sentido abundar. Sin embargo, hay todo un debate sobre el uso obligatorio del cubre-bocas como un tema de violación a los derechos humanos (dilema de salud que solo aplica al COVID). No existe duda del daño que provoca el tabaco y, por ello, se emplean medidas en contra de los fumadores, como restricción de zonas, una llamada de atención verbal o una multa. Todos coincidimos en la necesidad del uso del cinturón de seguridad en el automóvil, y la aplicación de una multa en caso de no usarlo. Es más, hay consenso en multar a quien venda alimentos chatarra a niños y niñas. Pues bien, en la Ciudad de México no se puede reflexionar en llamadas de atención verbales, escritas o multas con relación al uso del cubre-bocas o la sana distancia. Se dice que esto violaría derechos humanos. La política pública conocida como alcoholímetro ha salvado muchas vidas; cuando se implementó se decía que violaba derechos humanos pues la sanción es un arresto administrativo.
La Jefa de Gobierno hace bien su trabajo, pero está rebasada por la falta de coordinación nacional, los problemas de la zona metropolitana, una ciudadanía poco comprometida con su propia salud y el debate de derechos humanos Vs. el cubre-bocas. Ojalá que mejore gobierno federal y ciudadanía, pues, la vacuna no es una solución de corto plazo a la pandemia.