/ domingo 5 de agosto de 2018

Naturaleza pródiga y economía

Como la de México, la de Campeche, ha sido una historia de altibajos en medio de una naturaleza pródiga que nos ha dado casi todo para desarrollar comunidades prósperas y felices. Pues el desarrollo, lo que hoy conocemos así, no es otra cosa que la utilización inteligente, prudente y moderada de esos recursos que la madre naturaleza nos puso ahí.

Cada región de México tiene, o ha tenido, sus propias fortalezas. Las de Campeche han sido varias. Fue uno de los puertos más importantes, junto con el de Veracruz, durante la colonia. Por ahí sacaban los europeos nuestra gran riqueza en palo de tinte y maderas preciosas, caoba y cedro (de ahí que los piratas merodearan nuestras costas, para robar la riqueza que se transportaba, y por ello se edificaron las murallas y fuertes que hoy distinguen a nuestra capital como ciudad amurallada).

El descubrimiento de colorantes artificiales le quitó valor, pero ya los mayas y sus descendientes nos habían enseñado otra riqueza natural: el chicle.

Fueron famosos los campamentos chicleros (y sus decenas de historias fascinantes) en medio de las montañas vírgenes donde crecían de punta al cielo los zapotes cuya savia transformada en goma más tarde era sacada a lomo de mula para, finalmente, ser enviada a mercados norteamericanos y europeos para hacer la goma de mascar pero también materiales adhesivos, barnices, etcétera.

Pero el chicle también fue sustituido en buena medida por gomas artificiales que podían hacerse en cualquier empresa, mucho más barato que la goma natural cosechada en medio de la selva y sacada en mulas. Nuestra madre naturaleza, sin embargo, nos tenía en reserva el riquísimo camarón rosado de la Sonda de Campeche. ¡Inigualable!

Al fin que junto al inmenso mar, la vocación de muchos de nuestros pueblos es la pesca. Y el camarón nos proporcionó por años los recursos que se dejaron de percibir por el palo de tinte, las maderas preciosas y el chicle.

No fueron pocas las familias que emigraron de tierra adentro del estado e incluso de otras partes del país a la famosa Isla del Carmen, sólo porque el marisco era fuente inagotable de vida. ¿Inagotable? No. La flota camaronera creció y la sobreexplotación nos advirtió que también ese recurso natural renovable había que dejarlo descansar, que se repusiera naturalmente.

De por medio la ambición desmedida del hombre, claro, que ha roto casi todos los equilibrios y atentado contra su propia preeminencia y permanencia sobre la faz de la tierra, no muchos hicieron caso y junto con decisiones gubernamentales erróneas (como la transferencia de la flota al sector social) acabaron con la enorme actividad camaronera y su riqueza. De ella Quedaron despojos.

Sin embargo ya estaba en ciernes de descubrimiento y explotación la mayor riqueza natural de Campeche y México: el petróleo. Los “veneros del petróleo” que nos escrituró el diablo, escribiría López Velarde. Riqueza que prohijó los mejores y los peores augurios. Riqueza a la vista que nos pertenece y que ha pasado casi de largo.

El “boom” petrolero llevó a Campeche, a Ciudad del Carmen, a miles de familias y obreros del país y del extranjero. Los ojos del mundo de posaron ansiosos y ambiciosos sobre el Cantarell y otros complejos de los que se extraían millones de barriles de petróleo cada día.

Pemex la mayor empresa paraestatal (hoy empresa del estado) daba para crear fortunas y alimentar al mismo gobierno federal a través de impuestos. La ordeña fue diaria, sin descanso, durante las últimas cuatro décadas. Pero se está agotando

Hoy en Campeche el petróleo ha dejado de ser la palanca y principal promotor de nuestra economía que fue por años, se ha convertido casi en un mito, Por las calles vemos pasar la desolación, tristeza y desanimo representada en cada trabajador que hoy no tiene un empleo, particularmente en la Isla del Carmen.

Pero el mismo petróleo es hoy todavía una de nuestras fortalezas y oportunidades de desarrollo, junto con el turismo. La promesa del que será el nuevo gobierno de la república de trasladar las oficinas centrales de Pemex a la Isla del Carmen, seguro refrescará la economía, hundida desde hace tres años por la caída de los precios internacionales del petróleo y la pérdida de más de 30 mil empleos.

Refiero igual el turismo como oportunidad de desarrollo, pero también está la ganadería y el campo con sus potencialidades: el maíz, la caña, el arroz, el sorgo y más recientemente la palma de aceite.

Al final, Campeche como México, también necesitará el amor de sus hijos y Su responsabilidad de cuidar su entorno, de heredar a nuestros descendientes mejores condiciones de vidas y oportunidades de lo que conocemos como desarrollo.


Desde luego Para vivir como todos deseamos, como todos queremos que vivan nuestros hijos y nietos.


¡Para vivir felices, más felices, muy felices!

Senador del PRI


Como la de México, la de Campeche, ha sido una historia de altibajos en medio de una naturaleza pródiga que nos ha dado casi todo para desarrollar comunidades prósperas y felices. Pues el desarrollo, lo que hoy conocemos así, no es otra cosa que la utilización inteligente, prudente y moderada de esos recursos que la madre naturaleza nos puso ahí.

Cada región de México tiene, o ha tenido, sus propias fortalezas. Las de Campeche han sido varias. Fue uno de los puertos más importantes, junto con el de Veracruz, durante la colonia. Por ahí sacaban los europeos nuestra gran riqueza en palo de tinte y maderas preciosas, caoba y cedro (de ahí que los piratas merodearan nuestras costas, para robar la riqueza que se transportaba, y por ello se edificaron las murallas y fuertes que hoy distinguen a nuestra capital como ciudad amurallada).

El descubrimiento de colorantes artificiales le quitó valor, pero ya los mayas y sus descendientes nos habían enseñado otra riqueza natural: el chicle.

Fueron famosos los campamentos chicleros (y sus decenas de historias fascinantes) en medio de las montañas vírgenes donde crecían de punta al cielo los zapotes cuya savia transformada en goma más tarde era sacada a lomo de mula para, finalmente, ser enviada a mercados norteamericanos y europeos para hacer la goma de mascar pero también materiales adhesivos, barnices, etcétera.

Pero el chicle también fue sustituido en buena medida por gomas artificiales que podían hacerse en cualquier empresa, mucho más barato que la goma natural cosechada en medio de la selva y sacada en mulas. Nuestra madre naturaleza, sin embargo, nos tenía en reserva el riquísimo camarón rosado de la Sonda de Campeche. ¡Inigualable!

Al fin que junto al inmenso mar, la vocación de muchos de nuestros pueblos es la pesca. Y el camarón nos proporcionó por años los recursos que se dejaron de percibir por el palo de tinte, las maderas preciosas y el chicle.

No fueron pocas las familias que emigraron de tierra adentro del estado e incluso de otras partes del país a la famosa Isla del Carmen, sólo porque el marisco era fuente inagotable de vida. ¿Inagotable? No. La flota camaronera creció y la sobreexplotación nos advirtió que también ese recurso natural renovable había que dejarlo descansar, que se repusiera naturalmente.

De por medio la ambición desmedida del hombre, claro, que ha roto casi todos los equilibrios y atentado contra su propia preeminencia y permanencia sobre la faz de la tierra, no muchos hicieron caso y junto con decisiones gubernamentales erróneas (como la transferencia de la flota al sector social) acabaron con la enorme actividad camaronera y su riqueza. De ella Quedaron despojos.

Sin embargo ya estaba en ciernes de descubrimiento y explotación la mayor riqueza natural de Campeche y México: el petróleo. Los “veneros del petróleo” que nos escrituró el diablo, escribiría López Velarde. Riqueza que prohijó los mejores y los peores augurios. Riqueza a la vista que nos pertenece y que ha pasado casi de largo.

El “boom” petrolero llevó a Campeche, a Ciudad del Carmen, a miles de familias y obreros del país y del extranjero. Los ojos del mundo de posaron ansiosos y ambiciosos sobre el Cantarell y otros complejos de los que se extraían millones de barriles de petróleo cada día.

Pemex la mayor empresa paraestatal (hoy empresa del estado) daba para crear fortunas y alimentar al mismo gobierno federal a través de impuestos. La ordeña fue diaria, sin descanso, durante las últimas cuatro décadas. Pero se está agotando

Hoy en Campeche el petróleo ha dejado de ser la palanca y principal promotor de nuestra economía que fue por años, se ha convertido casi en un mito, Por las calles vemos pasar la desolación, tristeza y desanimo representada en cada trabajador que hoy no tiene un empleo, particularmente en la Isla del Carmen.

Pero el mismo petróleo es hoy todavía una de nuestras fortalezas y oportunidades de desarrollo, junto con el turismo. La promesa del que será el nuevo gobierno de la república de trasladar las oficinas centrales de Pemex a la Isla del Carmen, seguro refrescará la economía, hundida desde hace tres años por la caída de los precios internacionales del petróleo y la pérdida de más de 30 mil empleos.

Refiero igual el turismo como oportunidad de desarrollo, pero también está la ganadería y el campo con sus potencialidades: el maíz, la caña, el arroz, el sorgo y más recientemente la palma de aceite.

Al final, Campeche como México, también necesitará el amor de sus hijos y Su responsabilidad de cuidar su entorno, de heredar a nuestros descendientes mejores condiciones de vidas y oportunidades de lo que conocemos como desarrollo.


Desde luego Para vivir como todos deseamos, como todos queremos que vivan nuestros hijos y nietos.


¡Para vivir felices, más felices, muy felices!

Senador del PRI