ES MEJOR TENER LA BOCA CERRADA Y PARECER ESTÚPIDO QUE ABRIRLA Y DISIPAR LA DUDA.
Mark Twain.
Pese a las innumerables recomendaciones de los principales dirigentes del mundo en materia de salud, sabemos la negativa de varios de los principales protagonistas del Gobierno Federal, comenzando por el Presidente Andrés López, secundado por la Secretaria de Gobernación Olga Sánchez, y por el mismísimo Subsecretario de Salud Hugo López para utilizar –y pregonar con el ejemplo-, el incomodo pero necesario aditamento que, hoy por hoy, se ha convertido en parte de nuestro “outfit” cotidiano.
A decir de los principales actores del mundo en materia de salud, la confianza de los ciudadanos en sus gobiernos es uno de los elementos más importantes respecto a la respuesta de la sociedad ante la pandemia de Covid-19; sin embargo líderes de diferentes países han minimizado esta práctica con mensajes confusos, tal y como lo ha advertido el propio Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Si los gobiernos no se comunican claramente con los ciudadanos e integran una estrategia comprensiva enfocada en suprimir la transmisión y salvar vidas, si la poblaciones no siguen los principios básicos de distanciamiento físico, lavado de mano, uso de cubrebocas, estornudo de etiqueta y permanecer en casa cuando están enfermos , si no se atienden estas medidas básicas, la pandemia va a empeorar, empeorar y empeorar”, fueron las palabras de Adhanom Ghebreyesus durante una de las conferencias de la OMS para informar el avance del virus y las medidas recomendadas.
Bien, hace algunas semanas Arturo Herrera, titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, dijo que el uso del cubrebocas sería uno de los elementos más importantes para proteger a la población, pero también para relanzar con mayor éxito la economía. Al día siguiente, el presidente López Obrador lo contradijo en “la mañanera” al asegurar que si las mascarillas fueran una “opción para la reactivación económica” él se la pondría inmediatamente.
“Es la sana distancia y la libertad”, aseguró AMLO al referirse a las medidas necesarias y correctas para tratar de contener la propagación de los contagios por Covid-19.
Desde el inicio de la pandemia hemos visto declaraciones presidenciales tales como que el Covid no le daba a los pobres, estamos preparados, vamos a salir rápido… López Obrador ha minimizado el problema y así llevamos ya más de cuatro meses, y los números no ceden, y ahora López Gatell anuncia un Plan “B”, y se trata de mandar un mensaje sobre la solidez y firmeza de la 4T, y la figura del cubrebocas podría ser símbolo de recesión económica, de la pérdida de empleos, un motivo para darle puntos a sus adversarios, y eso no se puede ni se quiere asumir... Además, sabemos el lenguaje del presidente basado en imágenes no verbales, su jugueteo con las manos y las expresiones del rostro y boca, por lo que el uso del cubrebocas limitaría mucho esos recursos, es decir, el cubrebocas le estorba...
Recientemente se ha dado a conocer un nuevo estudio relativo a la pertinencia en el uso del cubrebocas; tras examinar varios casos, se concluye que éste reduce la carga viral a la que estaríamos expuestos y, de contagiarnos, la manifestación de la enfermedad sería más leve o inclusive asintomática.
La investigación realizada por los doctores Monica Gandhi y Eric Goosby, de la Universidad de California, y el doctor Chris Beyrer, de la Universidad Johns Hopkins, resalta que la exposición al coronavirus sin consecuencias severas debido al uso de mascarillas podría generar una inmunidad a nivel comunitario y reducir la propagación mientras se desarrolla una vacuna contra el virus.
Se dice que los portadores de mascarillas están expuestos a una carga viral menor por lo que la infección sería más leve, ello sustentado en el estudio de tres importantes cúmulos de evidencia: virológica –dependiendo del diseño y material de la mascarilla, se filtra la mayoría de las partículas virales, aunque no todas: la exposición a una menos cantidad de partículas muy probablemente producen una enfermedad menos severa; epidemiológica -los altos índices de mortalidad que se vieron al inicio de la pandemia parecen estar asociados a la intensa exposición a la alta carga viral antes de que se introdujera el uso de mascarillas; y ecológica -la investigación concluye también que, quienes acostumbran a usar mascarillas para el control de infecciones, como Japón, Hong Kong, Taiwán, Singapur, Tailandia y Corea del Sur, no han sufrido tanto en cuanto índices de la severidad de la enfermedad y la mortalidad.
Los números no mienten y al día de hoy, después de 50 mil vidas víctimas de la pandemia y ante la recesión mundial que padecemos, resulta muy difícil estimar los daños que en todos aspectos acarreará este mal. Sobra decir que, de haber atendido desde un inicio las recomendaciones de los expertos y conforme al ejemplo de países que sí lo hicieron con mucho mejores resultados, no tendríamos estas cifras de luto y caos.
México no puede dar lecciones de salud al mundo, es necesario exigir la adopción de una medida tan sencilla y eficaz como usar un cubrebocas, empezando por el presidente y sus secuaces, sirve de que se calla tantito, nos hará bien a todos…
gamogui@hotmail.com
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