/ sábado 14 de agosto de 2021

Nicaragua, el peligroso retorno

“Pero ahora que ya sos libre, Nicaragüita

Yo te quiero mucho más”

Carlos Mejía Godoy


La vida da vueltas, afirman los viejos sabios. En la Antigüedad se pensaba que la diosa Fortuna se encargaba, precisamente, de las fortunas y adversidades de toda la humanidad. Se le representaba con una rueda o ruleta, además de ser reconocida como una deidad caprichosa. Lo mismo se podía estar arriba, en la gloria, la cima, e instantes después abajo, en la más terrible calamidad, en la sima; para luego volver a ascender y así, cíclicamente

De alguna manera, esos ciclos se han observado en el curso de las naciones antiguas y modernas. ¿Hay forma de “escapar” de aquel adagio que condena a repetir la historia por no conocerla? Aquí es necesario pensar las ocasiones en que la historia se manipula desde los discursos oficiales, provocando, inevitablemente, que algunas situaciones se repitan. Quizá a algunos les convengan esas manipulaciones.

Tal es el caso de Daniel Ortega, actual presidente de Nicaragua, que está por concluir su cuarto mandato en medio de fuertes controversias. Lo que resulta extraño con Ortega, más allá de su prolongado mandato, es el vuelco que representa: Quien fuera uno de los personajes claves para entender una transición fundamental y revolucionaria de América Latina (con epicentro en Nicaragua), se ha convertido en todo aquello que combatió hace casi cincuenta años.

Su primer periodo (1985-1990) estuvo antecedido por su vital actividad en la construcción democrática de Nicaragua. Combatió civil e intelectualmente la dictadura de los Somoza desde el Frente Sandinista de Liberación Nacional, consumando el triunfo de la revolución en 1979 bajo la bandera de la teología de la liberación.

El ascenso del sandinismo fue interrumpido en 1990 por un grupo contrarrevolucionario llamado Resistencia Nicaragüense. Ortega se postuló varias veces hasta que volvió a ser presidente y, desde 2007 a la fecha, ha pisoteado la Constitución con tal de no dejar el poder. La revolución mutó en corrupción y en persecución política de la disidencia, la cual va desde el encarcelamiento hasta la muerte de los opositores al régimen orteguista.

El próximo 7 de noviembre habrá elecciones presidenciales en Nicaragua, pero, desde finales de mayo, en una acción digna de cualquier manual totalitario, las autoridades han detenido a 32 líderes de la oposición, incluyendo siete aspirantes a la presidencia y entre los que se encuentra Cristina Chamorro: hija de Violeta Barrios (quien le ganó a Ortega en 1990).

En 1972, Carlos Mejía Godoy escribió una canción que, unos años después, pasaría a considerarse un segundo himno nacional con el triunfo de la revolución. Hoy, Carlos y su hermano Luis Enrique viven en el exilio por sus críticas contra la dictadura sandinista: "No ceso de reclamarle al gobierno que usen nuestras canciones como 'banda sonora' del crimen, el terror y el genocidio. Pero ellos, en su arrogancia, creen, en el paroxismo de la mitomanía, que sus 'vidas ejemplares' nos han inspirado nuestras trovas…”.

Desde México hago votos para que pronto puedan retornar a su patria y entonar con orgullo su canto.


¡Viva Nicaragua Libre!

“Pero ahora que ya sos libre, Nicaragüita

Yo te quiero mucho más”

Carlos Mejía Godoy


La vida da vueltas, afirman los viejos sabios. En la Antigüedad se pensaba que la diosa Fortuna se encargaba, precisamente, de las fortunas y adversidades de toda la humanidad. Se le representaba con una rueda o ruleta, además de ser reconocida como una deidad caprichosa. Lo mismo se podía estar arriba, en la gloria, la cima, e instantes después abajo, en la más terrible calamidad, en la sima; para luego volver a ascender y así, cíclicamente

De alguna manera, esos ciclos se han observado en el curso de las naciones antiguas y modernas. ¿Hay forma de “escapar” de aquel adagio que condena a repetir la historia por no conocerla? Aquí es necesario pensar las ocasiones en que la historia se manipula desde los discursos oficiales, provocando, inevitablemente, que algunas situaciones se repitan. Quizá a algunos les convengan esas manipulaciones.

Tal es el caso de Daniel Ortega, actual presidente de Nicaragua, que está por concluir su cuarto mandato en medio de fuertes controversias. Lo que resulta extraño con Ortega, más allá de su prolongado mandato, es el vuelco que representa: Quien fuera uno de los personajes claves para entender una transición fundamental y revolucionaria de América Latina (con epicentro en Nicaragua), se ha convertido en todo aquello que combatió hace casi cincuenta años.

Su primer periodo (1985-1990) estuvo antecedido por su vital actividad en la construcción democrática de Nicaragua. Combatió civil e intelectualmente la dictadura de los Somoza desde el Frente Sandinista de Liberación Nacional, consumando el triunfo de la revolución en 1979 bajo la bandera de la teología de la liberación.

El ascenso del sandinismo fue interrumpido en 1990 por un grupo contrarrevolucionario llamado Resistencia Nicaragüense. Ortega se postuló varias veces hasta que volvió a ser presidente y, desde 2007 a la fecha, ha pisoteado la Constitución con tal de no dejar el poder. La revolución mutó en corrupción y en persecución política de la disidencia, la cual va desde el encarcelamiento hasta la muerte de los opositores al régimen orteguista.

El próximo 7 de noviembre habrá elecciones presidenciales en Nicaragua, pero, desde finales de mayo, en una acción digna de cualquier manual totalitario, las autoridades han detenido a 32 líderes de la oposición, incluyendo siete aspirantes a la presidencia y entre los que se encuentra Cristina Chamorro: hija de Violeta Barrios (quien le ganó a Ortega en 1990).

En 1972, Carlos Mejía Godoy escribió una canción que, unos años después, pasaría a considerarse un segundo himno nacional con el triunfo de la revolución. Hoy, Carlos y su hermano Luis Enrique viven en el exilio por sus críticas contra la dictadura sandinista: "No ceso de reclamarle al gobierno que usen nuestras canciones como 'banda sonora' del crimen, el terror y el genocidio. Pero ellos, en su arrogancia, creen, en el paroxismo de la mitomanía, que sus 'vidas ejemplares' nos han inspirado nuestras trovas…”.

Desde México hago votos para que pronto puedan retornar a su patria y entonar con orgullo su canto.


¡Viva Nicaragua Libre!

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