/ martes 27 de abril de 2021

Niñas jugando, no pariendo

Por Elizabeth Alfaro

Al día, durante 2019, un promedio de 27 niñas y adolescentes se convirtieron en madres. Muchas de ellas se fueron a vivir con sus parejas mayores de edad, mientras que otras criaron solas o con las posibilidades que pudiera brindarles su familia. Con la creencia de formar una familia basada en las ideas románticas del amor y de la maternidad, o con miedo de denunciar a su agresor sexual, desde ahora forman parte de las estadísticas de embarazo infantil y adolescente en Coahuila que, solo en 2019, registraron 9 mil 948 partos en niñas y adolescentes de 11 a 19 años.

Escucharlas, informarlas sobre sus derechos sexuales y reproductivos para que puedan interrumpir el embarazo si así lo desean, así como acompañarlas y enfrentar los obstáculos para acceder a los servicios de salud en medio de estigmas religiosos y morales no ha sido fácil. Sin embargo, es el camino que hemos decidido emprender como Matatena, una organización coahuilense de mujeres en la que diariamente nos enfocamos en las maternidades.

La primera vez que escuchamos a una adolescente embarazada decir que sentía miedo, pero que al menos sabía que no volvería a estar sola, nos estrujó cuerpo y alma. A partir de ahí, decidimos hacer un análisis contextual de esta problemática a través del primer informe “Maternidad infantil y adolescente en Coahuila: 2019”.

Este documento pone en evidencia las precariedades del sistema de salud público y privado, la ineficiencia del sistema de justicia que deja en estado de indefensión a miles de niñas y adolescentes, así como una voluntad política que no ha sido eficaz ni suficiente para prevenir, atender, sancionar y erradicar la maternidad infantil y adolescente.

Las estadísticas son apabullantes: en 2019, la edad promedio de las madres adolescentes fue de 18 años. Sin embargo, se presentaron también 221 nacimientos en niñas cuya edad promedio se encuentra en los 14 años. Asimismo, mediante solicitudes de información, se obtuvieron datos de la Secretaría de Salud de Coahuila que confirmaron cuatro nacimientos en niñas de 10 años durante el mismo periodo. La edad promedio de los progenitores va de los 18 a 25 años, sin embargo, en uno de los casos se trata de un hombre de 67 años; esto a pesar de que las relaciones entre niñas y adolescentes y mayores de edad constituyen un delito.

La “Norma Oficial Mexicana 046-SSA2-2005 Violencia Familiar, Sexual y Contra las Mujeres” establece que las instituciones prestadoras de servicios de atención médica, deben ofrecer anticoncepción de emergencia y, en caso de embarazo por violación, las instituciones de salud deben prestar el servicio de interrupción voluntaria del embarazo. Durante 2019 hubo 788 avisos al Ministerio Público por violencia sexual en niñas y adolescentes entre los 10 y 19 años pero, según la información proporcionada por la Secretaría de Salud, sólo se aplicó la Norma en 29 casos, situación que perpetúa la falta de atención e impunidad para los agresores.

Este es el contexto en el que se da la maternidad infantil y adolescente. El informe contiene un análisis estadístico profundo y un marco teórico que da sustento a la lucha por la garantía de acceso, promoción y exigibilidad de los derechos de las niñas y adolescentes. El panorama, no obstante, es desalentador. La violencia no da tregua. Actualmente trabajamos en el informe del 2020, un año que agravó todas las vulnerabilidades de las mujeres, ya que muchas se vieron obligadas a convivir con sus agresores.

Con el informe de Matatena buscamos dar voz a nuestras niñas y adolescentes. Queremos niñas jugando, no pariendo y queremos que todas las maternidades sean deseadas, acompañadas y conscientes.

Por Elizabeth Alfaro

Al día, durante 2019, un promedio de 27 niñas y adolescentes se convirtieron en madres. Muchas de ellas se fueron a vivir con sus parejas mayores de edad, mientras que otras criaron solas o con las posibilidades que pudiera brindarles su familia. Con la creencia de formar una familia basada en las ideas románticas del amor y de la maternidad, o con miedo de denunciar a su agresor sexual, desde ahora forman parte de las estadísticas de embarazo infantil y adolescente en Coahuila que, solo en 2019, registraron 9 mil 948 partos en niñas y adolescentes de 11 a 19 años.

Escucharlas, informarlas sobre sus derechos sexuales y reproductivos para que puedan interrumpir el embarazo si así lo desean, así como acompañarlas y enfrentar los obstáculos para acceder a los servicios de salud en medio de estigmas religiosos y morales no ha sido fácil. Sin embargo, es el camino que hemos decidido emprender como Matatena, una organización coahuilense de mujeres en la que diariamente nos enfocamos en las maternidades.

La primera vez que escuchamos a una adolescente embarazada decir que sentía miedo, pero que al menos sabía que no volvería a estar sola, nos estrujó cuerpo y alma. A partir de ahí, decidimos hacer un análisis contextual de esta problemática a través del primer informe “Maternidad infantil y adolescente en Coahuila: 2019”.

Este documento pone en evidencia las precariedades del sistema de salud público y privado, la ineficiencia del sistema de justicia que deja en estado de indefensión a miles de niñas y adolescentes, así como una voluntad política que no ha sido eficaz ni suficiente para prevenir, atender, sancionar y erradicar la maternidad infantil y adolescente.

Las estadísticas son apabullantes: en 2019, la edad promedio de las madres adolescentes fue de 18 años. Sin embargo, se presentaron también 221 nacimientos en niñas cuya edad promedio se encuentra en los 14 años. Asimismo, mediante solicitudes de información, se obtuvieron datos de la Secretaría de Salud de Coahuila que confirmaron cuatro nacimientos en niñas de 10 años durante el mismo periodo. La edad promedio de los progenitores va de los 18 a 25 años, sin embargo, en uno de los casos se trata de un hombre de 67 años; esto a pesar de que las relaciones entre niñas y adolescentes y mayores de edad constituyen un delito.

La “Norma Oficial Mexicana 046-SSA2-2005 Violencia Familiar, Sexual y Contra las Mujeres” establece que las instituciones prestadoras de servicios de atención médica, deben ofrecer anticoncepción de emergencia y, en caso de embarazo por violación, las instituciones de salud deben prestar el servicio de interrupción voluntaria del embarazo. Durante 2019 hubo 788 avisos al Ministerio Público por violencia sexual en niñas y adolescentes entre los 10 y 19 años pero, según la información proporcionada por la Secretaría de Salud, sólo se aplicó la Norma en 29 casos, situación que perpetúa la falta de atención e impunidad para los agresores.

Este es el contexto en el que se da la maternidad infantil y adolescente. El informe contiene un análisis estadístico profundo y un marco teórico que da sustento a la lucha por la garantía de acceso, promoción y exigibilidad de los derechos de las niñas y adolescentes. El panorama, no obstante, es desalentador. La violencia no da tregua. Actualmente trabajamos en el informe del 2020, un año que agravó todas las vulnerabilidades de las mujeres, ya que muchas se vieron obligadas a convivir con sus agresores.

Con el informe de Matatena buscamos dar voz a nuestras niñas y adolescentes. Queremos niñas jugando, no pariendo y queremos que todas las maternidades sean deseadas, acompañadas y conscientes.