/ miércoles 29 de enero de 2020

Niñez en guerra

En el marco de la lucha contra el narcotráfico en México, de 2006 a 2019 más de 16 000 niñas y niños han sido asesinados y 7 mil continúan desaparecidos. Según datos de la Red por los Derechos de la Infancia en México, cada día mueren 3 menores y desaparecen 4, en total impunidad.

2019 cerró con un saldo de más de 35 mil homicidios dolosos. De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, al día son asesinadas 97 personas en el país. Hemos experimentado una escalada en la violencia, que paulatinamente se exacerbó por la pobreza y la desigualdad.

Hace unos días, llegaron las imágenes de niños armados, integrantes de la policía comunitaria de Ayahualtempa, en el municipio de Chilapa, Guerrero. En reportes de UNICEF hemos conocido sobre niños en situaciones de conflicto en África y Medio Oriente. Duele ver que los hay en México también. Llegan sentimientos de preocupación, pero sobre todo una profunda tristeza respecto a esta realidad en el país.

Estos niños se han visto forzados a dejar la escuela (aunque el lunes se informó que las escuelas abrirán nuevamente) para evitar ser blanco de ataques por parte de los grupos criminales que operan en la región y que se encuentran abiertamente en conflicto con sus comunidades. Unirse al cuerpo de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias de los Pueblos Fundadores (CRAC-PF) resulta, hasta cierto punto, lógico cuando lo que se quiere es ayudar y proteger todo lo que conocen: su familia, sus amigos, su tierra y a sí mismos.

Huérfanos que perdieron a sus familias, unos. Víctimas ante el embate de violencia y criminalidad de la región, todos. Estas niñas y niños nos obligan a ver la crudeza de los efectos del conflicto armado que se vive en México, desde las comunidades más pobres.

La precariedad de la situación que atraviesan estas comunidades se nota hasta en lo viejo de los rifles que portan, tan desgastados como sus ropas. Las fotografías muestran niños en fila, con armas y paliacates cubriendo sus rostros. Portan las playeras verde olivo marcadas como uniforme de la policía comunitaria. Playeras grandes y descoloridas que, a juzgar por la talla, probablemente les fueron heredadas de otros integrantes que están o murieron en la lucha.

Esto es reflejo de 15 años de violencia, crimen, desapariciones y todo tipo de violaciones a los derechos humanos. México se perfila hacia un cambio de rumbo, pero esta realidad nos sirve de guía para saber hacia dónde impulsarlo. Evitar que más niños pierdan su infancia debe ser prioridad en todos los niveles de gobierno y de la sociedad entera; garantizarles seguridad, educación y una vida digna, la urgente e inaplazable necesidad del Estado.


#NiñezenGuerra

#Violencia

@ClauCorichi

En el marco de la lucha contra el narcotráfico en México, de 2006 a 2019 más de 16 000 niñas y niños han sido asesinados y 7 mil continúan desaparecidos. Según datos de la Red por los Derechos de la Infancia en México, cada día mueren 3 menores y desaparecen 4, en total impunidad.

2019 cerró con un saldo de más de 35 mil homicidios dolosos. De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, al día son asesinadas 97 personas en el país. Hemos experimentado una escalada en la violencia, que paulatinamente se exacerbó por la pobreza y la desigualdad.

Hace unos días, llegaron las imágenes de niños armados, integrantes de la policía comunitaria de Ayahualtempa, en el municipio de Chilapa, Guerrero. En reportes de UNICEF hemos conocido sobre niños en situaciones de conflicto en África y Medio Oriente. Duele ver que los hay en México también. Llegan sentimientos de preocupación, pero sobre todo una profunda tristeza respecto a esta realidad en el país.

Estos niños se han visto forzados a dejar la escuela (aunque el lunes se informó que las escuelas abrirán nuevamente) para evitar ser blanco de ataques por parte de los grupos criminales que operan en la región y que se encuentran abiertamente en conflicto con sus comunidades. Unirse al cuerpo de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias de los Pueblos Fundadores (CRAC-PF) resulta, hasta cierto punto, lógico cuando lo que se quiere es ayudar y proteger todo lo que conocen: su familia, sus amigos, su tierra y a sí mismos.

Huérfanos que perdieron a sus familias, unos. Víctimas ante el embate de violencia y criminalidad de la región, todos. Estas niñas y niños nos obligan a ver la crudeza de los efectos del conflicto armado que se vive en México, desde las comunidades más pobres.

La precariedad de la situación que atraviesan estas comunidades se nota hasta en lo viejo de los rifles que portan, tan desgastados como sus ropas. Las fotografías muestran niños en fila, con armas y paliacates cubriendo sus rostros. Portan las playeras verde olivo marcadas como uniforme de la policía comunitaria. Playeras grandes y descoloridas que, a juzgar por la talla, probablemente les fueron heredadas de otros integrantes que están o murieron en la lucha.

Esto es reflejo de 15 años de violencia, crimen, desapariciones y todo tipo de violaciones a los derechos humanos. México se perfila hacia un cambio de rumbo, pero esta realidad nos sirve de guía para saber hacia dónde impulsarlo. Evitar que más niños pierdan su infancia debe ser prioridad en todos los niveles de gobierno y de la sociedad entera; garantizarles seguridad, educación y una vida digna, la urgente e inaplazable necesidad del Estado.


#NiñezenGuerra

#Violencia

@ClauCorichi