/ lunes 17 de febrero de 2020

Ninguna lo dude: el machismo MATA!

¡TODAS SOMOS INGRID! El grito retumbó frente a las puertas centenarias de Palacio Nacional.

¿Qué mueve a este grito? Cuidado señor Presidente si cree es de un “grupo de poder” que no lo quiere, muchas de ellas votaron por Usted. La consigna que las mueve a ellas y a TODAS es la exigencia de justicia que castigue la violencia extrema y demandan decisiones prioritarias de su gobierno para poner un alto al control nefasto de las vidas de las mujeres, y dejar de verlas como objetos sexuales, erradicar los cotidianos dichos e imágenes misóginas que evidencian animadversión a lo femenino y a las actitudes que descalifican sus capacidades. No hay garantías de que niñas y adultas están seguras en las calles, la escuela, en el trabajo, en sus casas.

Para desgracia de las mujeres mexicanas, escuchamos a gobernantes de antes y de ahora decir que serán implacables contra la violencia hacia las mujeres, que el machismo es anacronismo y que agredir a una mujer es cobardía, etc. etc. etc. Pero la realidad se impone de manera dramática y trágica: el asesinato de mujeres ha venido creciendo año con año. En 2020 el dato oficial evidencia 10 mujeres son asesinadas diariamente. Y es probable que muchos “accidentes” y suicidios sean en realidad feminicidio.

Todas las muertes violentas de mujeres por serlo, eran prevenibles.

Y hoy se reclama la ausencia de una política pública para prevenir, atender y erradicar la violencia de género en sus distintos tipos y modalidades. Y es legítimo protestar porque programas a favor de los derechos de las mujeres están desapareciendo: estancias infantiles, refugios para mujeres violentadas, derechos a su salud reproductiva y sexual; no hay diagnósticos serios sobre el qué hacer, ni actualización permanente desde la perspectiva de género de funcionarios de la administración pública y de las fiscalías. Mal mensaje pretender derogar el tipo penal del feminicidio. Todas sabemos que la alerta de violencia de género enfrenta resistencias por parte de quienes gobiernan llevándola al fracaso y ahí está el resultado: la violencia feminicida sigue impune.

Sólo cuándo hay presión y manifestaciones de las mujeres, se revisan protocolos universitarios que por cierto deben proteger a todas: maestras, académicas, trabajadoras y alumnas. Y tampoco es la respuesta ese decálogo presentado por el Presidente, porque nada tiene que ver con LA política pública, es más de lo mismo.

Urge castigar la violencia por razón de género y prevenir que las mujeres no sufran o las maten; por lo tanto es inaplazable ir a las causas que la provocan y ahí es dónde está el quid del asunto: porque la violencia en razón del género es estructural, sistémica, metida hasta los huesos generación tras generación porque se perpetúa desde las instituciones invisibles: familias, religiones, educación, las formas de discriminación social, pero también desde el desaire y omisión de las Instituciones encargadas de aplicar la LEY.

Sugiero volver a caminar a antes de los exabruptos y regaños: Ingrid no marchaba ni pintarrajeaba paredes, ella formaba parte de los dos tercios de la población femenina que han reconocido sufrir algún tipo de violencia.

Les invito a escuchar a Marcela Lagarde el porqué concibió el feminicidio este miércoles 19 a las 11 horas en el INE con Diputadas Federales, todas unidas en una voz: por la vida y la libertad de las Mujeres.

¡TODAS SOMOS INGRID! El grito retumbó frente a las puertas centenarias de Palacio Nacional.

¿Qué mueve a este grito? Cuidado señor Presidente si cree es de un “grupo de poder” que no lo quiere, muchas de ellas votaron por Usted. La consigna que las mueve a ellas y a TODAS es la exigencia de justicia que castigue la violencia extrema y demandan decisiones prioritarias de su gobierno para poner un alto al control nefasto de las vidas de las mujeres, y dejar de verlas como objetos sexuales, erradicar los cotidianos dichos e imágenes misóginas que evidencian animadversión a lo femenino y a las actitudes que descalifican sus capacidades. No hay garantías de que niñas y adultas están seguras en las calles, la escuela, en el trabajo, en sus casas.

Para desgracia de las mujeres mexicanas, escuchamos a gobernantes de antes y de ahora decir que serán implacables contra la violencia hacia las mujeres, que el machismo es anacronismo y que agredir a una mujer es cobardía, etc. etc. etc. Pero la realidad se impone de manera dramática y trágica: el asesinato de mujeres ha venido creciendo año con año. En 2020 el dato oficial evidencia 10 mujeres son asesinadas diariamente. Y es probable que muchos “accidentes” y suicidios sean en realidad feminicidio.

Todas las muertes violentas de mujeres por serlo, eran prevenibles.

Y hoy se reclama la ausencia de una política pública para prevenir, atender y erradicar la violencia de género en sus distintos tipos y modalidades. Y es legítimo protestar porque programas a favor de los derechos de las mujeres están desapareciendo: estancias infantiles, refugios para mujeres violentadas, derechos a su salud reproductiva y sexual; no hay diagnósticos serios sobre el qué hacer, ni actualización permanente desde la perspectiva de género de funcionarios de la administración pública y de las fiscalías. Mal mensaje pretender derogar el tipo penal del feminicidio. Todas sabemos que la alerta de violencia de género enfrenta resistencias por parte de quienes gobiernan llevándola al fracaso y ahí está el resultado: la violencia feminicida sigue impune.

Sólo cuándo hay presión y manifestaciones de las mujeres, se revisan protocolos universitarios que por cierto deben proteger a todas: maestras, académicas, trabajadoras y alumnas. Y tampoco es la respuesta ese decálogo presentado por el Presidente, porque nada tiene que ver con LA política pública, es más de lo mismo.

Urge castigar la violencia por razón de género y prevenir que las mujeres no sufran o las maten; por lo tanto es inaplazable ir a las causas que la provocan y ahí es dónde está el quid del asunto: porque la violencia en razón del género es estructural, sistémica, metida hasta los huesos generación tras generación porque se perpetúa desde las instituciones invisibles: familias, religiones, educación, las formas de discriminación social, pero también desde el desaire y omisión de las Instituciones encargadas de aplicar la LEY.

Sugiero volver a caminar a antes de los exabruptos y regaños: Ingrid no marchaba ni pintarrajeaba paredes, ella formaba parte de los dos tercios de la población femenina que han reconocido sufrir algún tipo de violencia.

Les invito a escuchar a Marcela Lagarde el porqué concibió el feminicidio este miércoles 19 a las 11 horas en el INE con Diputadas Federales, todas unidas en una voz: por la vida y la libertad de las Mujeres.