/ martes 19 de septiembre de 2017

#NiUnaMás

En México hemos vivido crisis de todo perfil, desde las económicas, hasta las derivadas de desastres naturales, pero ninguna tan lamentable como la de una profunda falta de valores en todo sentido, que ha llevado a la carencia de respeto por la vida humana y que hoy se refleja en feminicidios, asesinatos de género, llevados a cabo por homicidas que actúan incentivados por sus propias distorsiones, por sectores de la sociedad que revictimizan a las mujeres que sufren estos crímenes y por supuesto, por una impunidad que prácticamente se convierte en salvoconducto para delinquir.

Casos al respecto los conocemos con frecuencia y lamentablemente hay muchos más que quedan perdidos, en la marginación de colonias perdidas o de pueblos olvidados, donde se roban a las mujeres, ya sea para abusar de ellas y asesinarlas o para hacer entrega de ellas a las redes de trata de personas, tanto con fines de prostitución, como de trabajo esclavizado a nivel nacional como internacional.

El caso más reciente del que se ha hecho difusión es el de Mara Fernanda Castilla, en la ciudad de Puebla, una estudiante de la Universidad Popular Autónoma del estado de Puebla (UPAEP), quien celebraba en un bar con amistades el ingreso a la citada casa de estudios, tras lo cual debió pedir un servicio de automóvil de la empresa Cabify, buscando seguridad para llegar a su casa, lo que no ocurrió, ya que aunque el chofer la llevó a la unidad habitacional en que vivía, ella no descendió del vehículo y éste terminó llevándola a un motel cercano, donde abusó sexualmente de la joven, la asesinó ahorcándola y terminó arrojando su cuerpo en un paraje cercano a la autopista México-Puebla.

Insisto, el citado es un caso del que nos enteramos y del que habían pasado apenas ocho días, cuando la propia sociedad ya revictimizaba a la asesinada Mara, con declaraciones como las hechas por el rector de la Universidad Madero, Job César Romero, quien expresó que “por desorden social y exceso de libertad, agreden a las mujeres”.

Este, lamentablemente es un tema que ha dejado de restringirse a unas cuantas entidades de la República, siendo ya un perfil delictivo que opera a nivel nacional, como ocurre en Durango, donde en los últimos meses se ha incrementado el número de feminicidios, superando los 14 en lo que va del año, cuando en todo el pasado 2016 se registraron 12 casos. Tengamos siempre presente que uno solo ya es demasiado, simple y sencillamente se trata de un tipo de crimen que no debe existir, pues exhibe todo lo peor que como sociedad vivimos.

Una mujer tiene derecho a divertirse si así lo desea; el hecho de usar escote, minifalda, leggins u otro tipo de prenda, es cuando más, un ejercicio de libertades que bajo ningún concepto justifica una falta de respeto y mucho menos una violación o asesinato.

Parte importante de la impunidad con que se cometen este tipo de crímenes, radica en la total lentitud con que actúan las autoridades, que, en múltiples casos, cuando los padres acuden a denunciar la desaparición, preguntan primero ni no se habrá fugado con el novio o estará “de parranda” en algún lugar.

Es importante tener presente que las primeras horas e incluso minutos que transcurren tras la desaparición de una mujer, son las decisivas para poder encontrarlas con vida o aún por el rumbo en el que se encontraban, en los casos de trata de personas. La desidia de autoridades, es parte fundamental de la impunidad.

Hoy insisto, además de impunidad, hay revictimización, tanto de parte de una sociedad machista, como por parte de empresas como Cabify, que, al referirse al caso de Mara, aún lo describe como “fallecimiento”. No señores, se trató de un feminicidio cometido por uno de sus choferes, quien seguramente pretendía salir

impune.

* Senadora de la República

correo: yolandadelatorre@senado.gob.mx

FB: YolandaDeLaTorreV

Tw: @Yoladelatorre

En México hemos vivido crisis de todo perfil, desde las económicas, hasta las derivadas de desastres naturales, pero ninguna tan lamentable como la de una profunda falta de valores en todo sentido, que ha llevado a la carencia de respeto por la vida humana y que hoy se refleja en feminicidios, asesinatos de género, llevados a cabo por homicidas que actúan incentivados por sus propias distorsiones, por sectores de la sociedad que revictimizan a las mujeres que sufren estos crímenes y por supuesto, por una impunidad que prácticamente se convierte en salvoconducto para delinquir.

Casos al respecto los conocemos con frecuencia y lamentablemente hay muchos más que quedan perdidos, en la marginación de colonias perdidas o de pueblos olvidados, donde se roban a las mujeres, ya sea para abusar de ellas y asesinarlas o para hacer entrega de ellas a las redes de trata de personas, tanto con fines de prostitución, como de trabajo esclavizado a nivel nacional como internacional.

El caso más reciente del que se ha hecho difusión es el de Mara Fernanda Castilla, en la ciudad de Puebla, una estudiante de la Universidad Popular Autónoma del estado de Puebla (UPAEP), quien celebraba en un bar con amistades el ingreso a la citada casa de estudios, tras lo cual debió pedir un servicio de automóvil de la empresa Cabify, buscando seguridad para llegar a su casa, lo que no ocurrió, ya que aunque el chofer la llevó a la unidad habitacional en que vivía, ella no descendió del vehículo y éste terminó llevándola a un motel cercano, donde abusó sexualmente de la joven, la asesinó ahorcándola y terminó arrojando su cuerpo en un paraje cercano a la autopista México-Puebla.

Insisto, el citado es un caso del que nos enteramos y del que habían pasado apenas ocho días, cuando la propia sociedad ya revictimizaba a la asesinada Mara, con declaraciones como las hechas por el rector de la Universidad Madero, Job César Romero, quien expresó que “por desorden social y exceso de libertad, agreden a las mujeres”.

Este, lamentablemente es un tema que ha dejado de restringirse a unas cuantas entidades de la República, siendo ya un perfil delictivo que opera a nivel nacional, como ocurre en Durango, donde en los últimos meses se ha incrementado el número de feminicidios, superando los 14 en lo que va del año, cuando en todo el pasado 2016 se registraron 12 casos. Tengamos siempre presente que uno solo ya es demasiado, simple y sencillamente se trata de un tipo de crimen que no debe existir, pues exhibe todo lo peor que como sociedad vivimos.

Una mujer tiene derecho a divertirse si así lo desea; el hecho de usar escote, minifalda, leggins u otro tipo de prenda, es cuando más, un ejercicio de libertades que bajo ningún concepto justifica una falta de respeto y mucho menos una violación o asesinato.

Parte importante de la impunidad con que se cometen este tipo de crímenes, radica en la total lentitud con que actúan las autoridades, que, en múltiples casos, cuando los padres acuden a denunciar la desaparición, preguntan primero ni no se habrá fugado con el novio o estará “de parranda” en algún lugar.

Es importante tener presente que las primeras horas e incluso minutos que transcurren tras la desaparición de una mujer, son las decisivas para poder encontrarlas con vida o aún por el rumbo en el que se encontraban, en los casos de trata de personas. La desidia de autoridades, es parte fundamental de la impunidad.

Hoy insisto, además de impunidad, hay revictimización, tanto de parte de una sociedad machista, como por parte de empresas como Cabify, que, al referirse al caso de Mara, aún lo describe como “fallecimiento”. No señores, se trató de un feminicidio cometido por uno de sus choferes, quien seguramente pretendía salir

impune.

* Senadora de la República

correo: yolandadelatorre@senado.gob.mx

FB: YolandaDeLaTorreV

Tw: @Yoladelatorre