/ miércoles 11 de agosto de 2021

No habrá sistema integrado

El 3 de julio de 2019, el Secretario de Movilidad de la Ciudad de México anunció que el Metrobús haría “tururú”, como el metro, como una forma simbólica de expresar que todo es un sistema. Han pasado dos años y está claro que no sólo el tururú se olvidó, también la meta de un Sistema Integrado.

El nombre de Movilidad Integrada, con el que esta administración bautizó al Sistema Integrado de Transporte Público, sigue presente en las tarjetas de prepago y en los cubrebocas de los funcionarios, pero en realidad, la integración del transporte no sólo no se concreta, sino que se alimenta su fragmentación.

Este fin de semana, durante la inauguración de la línea 2 del Cablebús, el icono de este servicio, originalmente planeado para estar en azul claro, quedó plasmado en la propaganda oficial en el color guinda del Gobierno de México, y su partido, como si la Regencia estuviera de vuelta. Si bien se trataba sólo del acto inaugural en realidad es la consumación de eventos que dejan claro que no habrá Sistema Integrado.

La lógica de los Sistemas Integrados es que las personas no se suban a servicios de transporte aislados uno del otro, sino que a partir de que aborden el primer modo de transporte, sin importar cuántos deban tomar, siempre estén bajo un paraguas institucional: un solo mapa, horarios, transbordos cómodos, un medio de pago y, cuando sea posible, transbordos incluidos. Detrás de la integración debe haber un amplio respaldo al usuario sin importar si venía en autobús o en tren, incluyendo un centro único de atención.

La tarjeta de prepago ya existía, pero a este gobierno se le puede reconocer que ahora es utilizada en más servicios, con una identidad clara. Pero seguimos acumulando tarifas distintas: RTP $2, $4 y $5; Trolebús, $2 y $4; Tren ligero, $3; Metro, $5; Metrobús, $6; Cablebús, $7; concesionados siguen sin aceptar la tarjeta. A nadie se le ha ocurrido, por ejemplo, establecer la misma tarifa para los corredores Cero Emisiones del trolebús y el Metrobús y permitir los transbordos con un sólo pago, lo que haría una red más grande que la del metro. El hecho mismo de que el Cablebús no integre su tarifa a los servicios existentes sino que establezca una propia es señal de que la integración tarifaria no avanzará.

De la integración física, es decir, cómo los modos de transporte facilitan los transbordos, hay acciones que podríamos elogiar, como la existencia de pasillos de conexión del metro al Cablebús, sólo que en las tres correspondencias entre ambos servicios se asignó al teleférico el espacio que sobraba, no el idóneo porque en realidad el desorden en estos sitios sigue y seguirá.

No hay un mapa único. El Cablebús llega con su propio mapa y se suma a los existentes. Tampoco hay una página única; cualquier usuario que vaya a visitar, por primera vez, el transporte público de la Ciudad de México tendrá que hacer media docena de búsquedas, por lo menos, antes de tomar una decisión.

La integración del transporte no es un proceso sencillo. Sí se ha avanzado, pero está claro que ha dejado de ser una prioridad para este gobierno, y esto se le suma que la comunicación política se vuelve apabullante si nadie asume que debe defender detalles tan finos, como el azul claro del icono del Cablebús, durante un evento en el que se quería hacer ver quién manda. Obviamente, el Sistema Integrado no manda.

El 3 de julio de 2019, el Secretario de Movilidad de la Ciudad de México anunció que el Metrobús haría “tururú”, como el metro, como una forma simbólica de expresar que todo es un sistema. Han pasado dos años y está claro que no sólo el tururú se olvidó, también la meta de un Sistema Integrado.

El nombre de Movilidad Integrada, con el que esta administración bautizó al Sistema Integrado de Transporte Público, sigue presente en las tarjetas de prepago y en los cubrebocas de los funcionarios, pero en realidad, la integración del transporte no sólo no se concreta, sino que se alimenta su fragmentación.

Este fin de semana, durante la inauguración de la línea 2 del Cablebús, el icono de este servicio, originalmente planeado para estar en azul claro, quedó plasmado en la propaganda oficial en el color guinda del Gobierno de México, y su partido, como si la Regencia estuviera de vuelta. Si bien se trataba sólo del acto inaugural en realidad es la consumación de eventos que dejan claro que no habrá Sistema Integrado.

La lógica de los Sistemas Integrados es que las personas no se suban a servicios de transporte aislados uno del otro, sino que a partir de que aborden el primer modo de transporte, sin importar cuántos deban tomar, siempre estén bajo un paraguas institucional: un solo mapa, horarios, transbordos cómodos, un medio de pago y, cuando sea posible, transbordos incluidos. Detrás de la integración debe haber un amplio respaldo al usuario sin importar si venía en autobús o en tren, incluyendo un centro único de atención.

La tarjeta de prepago ya existía, pero a este gobierno se le puede reconocer que ahora es utilizada en más servicios, con una identidad clara. Pero seguimos acumulando tarifas distintas: RTP $2, $4 y $5; Trolebús, $2 y $4; Tren ligero, $3; Metro, $5; Metrobús, $6; Cablebús, $7; concesionados siguen sin aceptar la tarjeta. A nadie se le ha ocurrido, por ejemplo, establecer la misma tarifa para los corredores Cero Emisiones del trolebús y el Metrobús y permitir los transbordos con un sólo pago, lo que haría una red más grande que la del metro. El hecho mismo de que el Cablebús no integre su tarifa a los servicios existentes sino que establezca una propia es señal de que la integración tarifaria no avanzará.

De la integración física, es decir, cómo los modos de transporte facilitan los transbordos, hay acciones que podríamos elogiar, como la existencia de pasillos de conexión del metro al Cablebús, sólo que en las tres correspondencias entre ambos servicios se asignó al teleférico el espacio que sobraba, no el idóneo porque en realidad el desorden en estos sitios sigue y seguirá.

No hay un mapa único. El Cablebús llega con su propio mapa y se suma a los existentes. Tampoco hay una página única; cualquier usuario que vaya a visitar, por primera vez, el transporte público de la Ciudad de México tendrá que hacer media docena de búsquedas, por lo menos, antes de tomar una decisión.

La integración del transporte no es un proceso sencillo. Sí se ha avanzado, pero está claro que ha dejado de ser una prioridad para este gobierno, y esto se le suma que la comunicación política se vuelve apabullante si nadie asume que debe defender detalles tan finos, como el azul claro del icono del Cablebús, durante un evento en el que se quería hacer ver quién manda. Obviamente, el Sistema Integrado no manda.

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