/ martes 19 de junio de 2018

“No hay fecha que no se cumpla…ni plazo que no se venza.”

Reza el refrán apuntado en la Cultura a la Mexicana que, como nunca, hoy es claramente aplicable en nuestro país; cuya gente, de un tiempo para acá y sin piedad, estamos padeciendo con la resignación de santos, la “diarrea oral y gráfica” que distingue a los voceros de los grupos de poder (políticos y deportivos), interesados en favorecer a los partidos que participan en el proceso electoral que tenemos en puertas, o bien, en apoyar a la selección mexicana que una vez más va en peligrosa aventura al mundial de futbol; creando en ambos casos, un ambiente saturado de expectativas para ocupar los muchísimos cargos políticos en disputa, el ya próximo primero de julio, así como para alcanzar, cuando menos, el anhelado quinto partido en el más importante certamen de las patadas a la pelota.

Un poco antes nos toca celebrarnos el día del padre, por cierto, ¡felicidades!

Es así como los dos entretenimientos favoritos de los mexicanos en esta temporada del año son: la teoría política popular y la estrategia a utilizar en el balompié mundialista, no menos atractiva; ambos fenómenos, atiborrados de acontecimientos previos que llenan nuestro tiempo.

A las graves acusaciones que se arrojan entre sí los aspirantes (sin pedir ni dar cuartel), a la guerra de ingenio entre sus publicistas para exhibir al contrincante y a los preocupantes e indignantes homicidios de candidatos se les suman, las inconformidades con la lista de convocados al mundial, la alineación en los partidos, la animadversión hacia el técnico colombiano de nuestro equipo nacional, el morbo general que provocó la fiestecita de despedida de los seleccionados y que siguió con la manifestación de los fanáticos, para que la esposa de Héctor Miguel Herrera no le pidiera el divorcio. Claro que, si somos justos, también deberíamos incluir lo sucedido en cada capítulo de la serie sobre la vida de Luis Miguel, que tiene a casi todo el país muy pendiente de la trama.

Lo cierto es que dolorosa e injustificablemente, al ponerlos en una balanza el día de hoy, no podemos concluir, objetivamente, cuál de estos fenómenos capta una mayor atención por parte del grueso de la ciudadanía; o tal vez sea yo, quien no se atreve a confrontarlos, por temor al resultado; ello, no obstante que es muy posible que las elecciones del primero de julio sean las más importantes de nuestra historia; por el tamaño del padrón electoral, el número de puestos políticos en juego -entre ellos la presidencia de la República-, la intensidad de la guerra sucia entre las coaliciones de partidos, paralela a la que sostienen con mayor vehemencia los candidatos, tomándola en forma personal, y la enorme cantidad de recursos que nos está costando su preparación.

No me cabe la menor duda de que sea quien sea, el próximo presidente no la tendrá fácil, dada la polarización política que vivimos y que las campañas; en lugar de ser promotoras de ideas, se convirtieron en un eficaz medio de intercambio de acusaciones, amenazas e insultos. Lo que me hace pensar en que el ganador, durante los primeros tres años de su gobierno estará defendiéndose de sus intolerantes e inconformes enemigos, y los siguientes tres, se la pasará defendiéndose de sus “amigos” insatisfechos por lo obtenido. Mientras, a los ciudadanos nos corresponde cumplir con el futuro, votando, pues debemos aprender que:


“La voz del pueblo es…la voz del cielo”


napoleonef@hotmail.com

Reza el refrán apuntado en la Cultura a la Mexicana que, como nunca, hoy es claramente aplicable en nuestro país; cuya gente, de un tiempo para acá y sin piedad, estamos padeciendo con la resignación de santos, la “diarrea oral y gráfica” que distingue a los voceros de los grupos de poder (políticos y deportivos), interesados en favorecer a los partidos que participan en el proceso electoral que tenemos en puertas, o bien, en apoyar a la selección mexicana que una vez más va en peligrosa aventura al mundial de futbol; creando en ambos casos, un ambiente saturado de expectativas para ocupar los muchísimos cargos políticos en disputa, el ya próximo primero de julio, así como para alcanzar, cuando menos, el anhelado quinto partido en el más importante certamen de las patadas a la pelota.

Un poco antes nos toca celebrarnos el día del padre, por cierto, ¡felicidades!

Es así como los dos entretenimientos favoritos de los mexicanos en esta temporada del año son: la teoría política popular y la estrategia a utilizar en el balompié mundialista, no menos atractiva; ambos fenómenos, atiborrados de acontecimientos previos que llenan nuestro tiempo.

A las graves acusaciones que se arrojan entre sí los aspirantes (sin pedir ni dar cuartel), a la guerra de ingenio entre sus publicistas para exhibir al contrincante y a los preocupantes e indignantes homicidios de candidatos se les suman, las inconformidades con la lista de convocados al mundial, la alineación en los partidos, la animadversión hacia el técnico colombiano de nuestro equipo nacional, el morbo general que provocó la fiestecita de despedida de los seleccionados y que siguió con la manifestación de los fanáticos, para que la esposa de Héctor Miguel Herrera no le pidiera el divorcio. Claro que, si somos justos, también deberíamos incluir lo sucedido en cada capítulo de la serie sobre la vida de Luis Miguel, que tiene a casi todo el país muy pendiente de la trama.

Lo cierto es que dolorosa e injustificablemente, al ponerlos en una balanza el día de hoy, no podemos concluir, objetivamente, cuál de estos fenómenos capta una mayor atención por parte del grueso de la ciudadanía; o tal vez sea yo, quien no se atreve a confrontarlos, por temor al resultado; ello, no obstante que es muy posible que las elecciones del primero de julio sean las más importantes de nuestra historia; por el tamaño del padrón electoral, el número de puestos políticos en juego -entre ellos la presidencia de la República-, la intensidad de la guerra sucia entre las coaliciones de partidos, paralela a la que sostienen con mayor vehemencia los candidatos, tomándola en forma personal, y la enorme cantidad de recursos que nos está costando su preparación.

No me cabe la menor duda de que sea quien sea, el próximo presidente no la tendrá fácil, dada la polarización política que vivimos y que las campañas; en lugar de ser promotoras de ideas, se convirtieron en un eficaz medio de intercambio de acusaciones, amenazas e insultos. Lo que me hace pensar en que el ganador, durante los primeros tres años de su gobierno estará defendiéndose de sus intolerantes e inconformes enemigos, y los siguientes tres, se la pasará defendiéndose de sus “amigos” insatisfechos por lo obtenido. Mientras, a los ciudadanos nos corresponde cumplir con el futuro, votando, pues debemos aprender que:


“La voz del pueblo es…la voz del cielo”


napoleonef@hotmail.com

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