/ lunes 20 de mayo de 2019

No más incendios provocados

Por: María de los Ángeles Huerta del Río. Diputada federal del grupo parlamentario de Morena.

El fin de semana se contabilizó un lamentable total de casi 22 mil alertas de incendio en todo el país. Y como nunca antes, los ciudadanos estamos muy preocupados. Anhelamos un mundo más sustentable para nosotros y las generaciones que vienen. Los incendios producidos en las últimas semanas han generado problemas públicos que es un reto de todos resolver.

Dicen algunos que al disminuir el presupuesto gubernamental, pudieron haberse afectado ciertos programas en el sector forestal. Pero olvidan decir que hacer una reprogramación presupuestal era necesario para detener el derroche, la corrupción y la falta de transparencia que imperaba en muchas de las asignaciones presupuestales realizadas en otros sexenios. La prioridad hoy es cuidar bien el dinero de todos. Por supuesto también lo es no descuidar ningún programa de prevención a desastres de cualquier naturaleza. Y ese el tema principal aquí, argumentar porqué el problema de los incendios no es sólo presupuestal.

Algo que hemos aprendido en el tema de la sustentabilidad y cuidado forestal es que existen múltiples causas por la cuales la gente ha incendiado los bosques de forma deliberada.

Una primera causa, es que existe la falsa premisa de que la impunidad en la comisión de delitos ambientales podría continuar. Sobre esto, diré que por un lado, este gobierno está trabajando para sumar más esfuerzos en favor del programa de reforestación y cuidado de los bosques. Por otro, el grave problema de las formas diversas de ecocidio nos lleva a plantear que en el próximo plan nacional de desarrollo y en los planes especiales y sectoriales, así como en la normatividad que acompañará la transformación del país, se deberán establecer sanciones ejemplares a aquellos que causen daños a la naturaleza. Los incendios que están ocurriendo no fueron originados por falta de presupuesto. Son producto de la inconsciencia, la impunidad, así como de una insuficiente vigilancia social.

Una segunda causa, y acaso mucho más grave, es el intento de cambiar el uso del suelo. Esto debe ya impedirse en la ley. Hay que castigar con severidad a quienes cometen cualquier forma de ecocidio y a quienes pretendan un cambio de uso de suelo en una zona incendiada. El Código Penal dispone penas privativas de libertad de 2 a 12 años para aquél que provoque un incendio en un bosque o un área natural protegida. Este pírrico castigo tiene que incrementarse. Alguien que pone en riesgo la salud de un país ha de ser severamente castigado.

Además, desde la Cámara de Diputados promoveremos un exhorto a la autoridad correspondiente para que las áreas verdes que hayan sufrido incendios no sean susceptibles de que se les aplique ningún tipo de cambio en el uso de suelo. También debe existir la obligación de reforestación inmediata.

En el Congreso, propondremos que se eleve a delito grave, sin derecho a fianza y por lo tanto con prisión preventiva oficiosa, a todo aquel que cometa delitos de tipo ambiental. El daño al planeta es tan grave que los objetivos del milenio deben cumplirse ya. Castigar con todo el peso de la ley a quienes la infrinjan en materia ambiental es un buen modo de empezar.

En el mismo sentido, el tema de los bosques está irremediablemente ligado el asunto del agua. De qué sirve tener todo lo demás, si al final no hay agua, sin agua no hay vida. Así de simple, así de drástico.

La forma natural de recarga de acuíferos es con bosques; la forma natural de purificar el aire es con bosques; la forma natural de bajar las altas temperaturas es con bosques. Es por ello que el programa de reforestación y cuidado de los bosques y el agua son tan importante. Una mejor calidad de vida hoy y mañana, depende de cuánto cuidemos nuestros recursos naturales.

Tenemos que luchar como sociedad para que la sustentabilidad y el cuidado del ambiente también sean uno de los principales imperativos de la Cuarta Transformación.

Por: María de los Ángeles Huerta del Río. Diputada federal del grupo parlamentario de Morena.

El fin de semana se contabilizó un lamentable total de casi 22 mil alertas de incendio en todo el país. Y como nunca antes, los ciudadanos estamos muy preocupados. Anhelamos un mundo más sustentable para nosotros y las generaciones que vienen. Los incendios producidos en las últimas semanas han generado problemas públicos que es un reto de todos resolver.

Dicen algunos que al disminuir el presupuesto gubernamental, pudieron haberse afectado ciertos programas en el sector forestal. Pero olvidan decir que hacer una reprogramación presupuestal era necesario para detener el derroche, la corrupción y la falta de transparencia que imperaba en muchas de las asignaciones presupuestales realizadas en otros sexenios. La prioridad hoy es cuidar bien el dinero de todos. Por supuesto también lo es no descuidar ningún programa de prevención a desastres de cualquier naturaleza. Y ese el tema principal aquí, argumentar porqué el problema de los incendios no es sólo presupuestal.

Algo que hemos aprendido en el tema de la sustentabilidad y cuidado forestal es que existen múltiples causas por la cuales la gente ha incendiado los bosques de forma deliberada.

Una primera causa, es que existe la falsa premisa de que la impunidad en la comisión de delitos ambientales podría continuar. Sobre esto, diré que por un lado, este gobierno está trabajando para sumar más esfuerzos en favor del programa de reforestación y cuidado de los bosques. Por otro, el grave problema de las formas diversas de ecocidio nos lleva a plantear que en el próximo plan nacional de desarrollo y en los planes especiales y sectoriales, así como en la normatividad que acompañará la transformación del país, se deberán establecer sanciones ejemplares a aquellos que causen daños a la naturaleza. Los incendios que están ocurriendo no fueron originados por falta de presupuesto. Son producto de la inconsciencia, la impunidad, así como de una insuficiente vigilancia social.

Una segunda causa, y acaso mucho más grave, es el intento de cambiar el uso del suelo. Esto debe ya impedirse en la ley. Hay que castigar con severidad a quienes cometen cualquier forma de ecocidio y a quienes pretendan un cambio de uso de suelo en una zona incendiada. El Código Penal dispone penas privativas de libertad de 2 a 12 años para aquél que provoque un incendio en un bosque o un área natural protegida. Este pírrico castigo tiene que incrementarse. Alguien que pone en riesgo la salud de un país ha de ser severamente castigado.

Además, desde la Cámara de Diputados promoveremos un exhorto a la autoridad correspondiente para que las áreas verdes que hayan sufrido incendios no sean susceptibles de que se les aplique ningún tipo de cambio en el uso de suelo. También debe existir la obligación de reforestación inmediata.

En el Congreso, propondremos que se eleve a delito grave, sin derecho a fianza y por lo tanto con prisión preventiva oficiosa, a todo aquel que cometa delitos de tipo ambiental. El daño al planeta es tan grave que los objetivos del milenio deben cumplirse ya. Castigar con todo el peso de la ley a quienes la infrinjan en materia ambiental es un buen modo de empezar.

En el mismo sentido, el tema de los bosques está irremediablemente ligado el asunto del agua. De qué sirve tener todo lo demás, si al final no hay agua, sin agua no hay vida. Así de simple, así de drástico.

La forma natural de recarga de acuíferos es con bosques; la forma natural de purificar el aire es con bosques; la forma natural de bajar las altas temperaturas es con bosques. Es por ello que el programa de reforestación y cuidado de los bosques y el agua son tan importante. Una mejor calidad de vida hoy y mañana, depende de cuánto cuidemos nuestros recursos naturales.

Tenemos que luchar como sociedad para que la sustentabilidad y el cuidado del ambiente también sean uno de los principales imperativos de la Cuarta Transformación.