/ viernes 19 de junio de 2020

No puede haber paz sin justicia en las calles

Por: Tania Naanous

“El fin podría justificar los medios mientras haya algo que justifique el fin” - León Trotsky

El asesinato de George Floyd a manos de la policía desestabilizó el mundo y desató una serie de protestas. Este asesinato fue la gota que derramó el vaso en un ambiente en donde permea la violencia y el racismo estructural, así como los asesinatos de personas afroamericanas a manos de la policía. Y así, todas las protestas radicales y violentas pueden ser entendidas por medio de algunos factores derivados de la desigualdad y violencia, en ocasiones perpetuadas por el mismo estado.

Las protestas nos gustan para mirar de lejos, se admiran en Estados Unidos o Chile, pero criticamos las que suceden en México, ya sean pintas feministas o encapuchados hartos de la desigualdad. Lo que es importante destacar es que, las protestas radicales suceden bajo un entorno de injusticias e inacción por parte del Estado a las necesidades de millones de personas.

Dentro del contexto actual que impera en el mundo por “Black Lives Matter”, hace algunas semanas en Jalisco, policías asesinaron a golpes a Giovanni López, un albañil que estaba saliendo de trabajar y no estaba utilizando mascarilla. El asesinato de Giovanni desató una serie de protestas en México, que llevó a varias decenas de encapuchados a arremeter con piedras y proyectiles en contra de las ventanas de comercios y edificios de departamentos en calles del barrio de Polanco y Reforma, en donde se escribió con grafiti “para que seas rico, hacen falta mil pobres”, “fuego a la burguesía”, “¿cómo se ve el hambre desde su balcón?”, entre otras.

La protesta cuestiona el uso de la fuerza policial, la inmensa desigualdad que impera en el país y los problemas económicos existentes antes de la pandemia del COVID-19, pero potencializados por esta misma.

Así, el enojo colectivo de la extrema desigualdad cobra voz en un contexto de contingencia, hambre e incertidumbre y en torno a establecida violencia policial y militarización actual del gobierno. El enojo está relacionado con la injusticia que continúa imperando en el país, aunada a las condiciones de racismo y clasismo. Las protestas no responden a solamente un evento, sino a un sistema de injusticia que opera tiempo atrás.

Es por eso por lo que, no puede haber paz en las calles sin existir justicia, porque miles de mexicanos continúan viviendo en situaciones deplorables, porque por lo menos 10 mujeres continúan siendo asesinadas todos los días. Porque para lograr la paz, necesitamos instituciones funcionales y sociedades comprometidas con el cambio.

Por: Tania Naanous

“El fin podría justificar los medios mientras haya algo que justifique el fin” - León Trotsky

El asesinato de George Floyd a manos de la policía desestabilizó el mundo y desató una serie de protestas. Este asesinato fue la gota que derramó el vaso en un ambiente en donde permea la violencia y el racismo estructural, así como los asesinatos de personas afroamericanas a manos de la policía. Y así, todas las protestas radicales y violentas pueden ser entendidas por medio de algunos factores derivados de la desigualdad y violencia, en ocasiones perpetuadas por el mismo estado.

Las protestas nos gustan para mirar de lejos, se admiran en Estados Unidos o Chile, pero criticamos las que suceden en México, ya sean pintas feministas o encapuchados hartos de la desigualdad. Lo que es importante destacar es que, las protestas radicales suceden bajo un entorno de injusticias e inacción por parte del Estado a las necesidades de millones de personas.

Dentro del contexto actual que impera en el mundo por “Black Lives Matter”, hace algunas semanas en Jalisco, policías asesinaron a golpes a Giovanni López, un albañil que estaba saliendo de trabajar y no estaba utilizando mascarilla. El asesinato de Giovanni desató una serie de protestas en México, que llevó a varias decenas de encapuchados a arremeter con piedras y proyectiles en contra de las ventanas de comercios y edificios de departamentos en calles del barrio de Polanco y Reforma, en donde se escribió con grafiti “para que seas rico, hacen falta mil pobres”, “fuego a la burguesía”, “¿cómo se ve el hambre desde su balcón?”, entre otras.

La protesta cuestiona el uso de la fuerza policial, la inmensa desigualdad que impera en el país y los problemas económicos existentes antes de la pandemia del COVID-19, pero potencializados por esta misma.

Así, el enojo colectivo de la extrema desigualdad cobra voz en un contexto de contingencia, hambre e incertidumbre y en torno a establecida violencia policial y militarización actual del gobierno. El enojo está relacionado con la injusticia que continúa imperando en el país, aunada a las condiciones de racismo y clasismo. Las protestas no responden a solamente un evento, sino a un sistema de injusticia que opera tiempo atrás.

Es por eso por lo que, no puede haber paz en las calles sin existir justicia, porque miles de mexicanos continúan viviendo en situaciones deplorables, porque por lo menos 10 mujeres continúan siendo asesinadas todos los días. Porque para lograr la paz, necesitamos instituciones funcionales y sociedades comprometidas con el cambio.