/ domingo 23 de febrero de 2020

No quiero sentirme valiente, ¡imploramos sentirnos libres!

Hace tan sólo una semana traté el tema de los feminicidios; los hechos obligan a dedicar nuevamente este espacio en torno él, dado que ante las cifras, es evidente la devastación que alcanza la violencia de género en la sociedad, a manera de una enfermedad infecciosa de alguna de las plagas que el mundo padece.

La sociedad mexicana está literalmente conmocionada: las niñas y mujeres torturadas, vejadas y asesinadas, han sido muchas y, culpando al neoliberalismo y a los gobiernos anteriores, el Presidente Andrés Manuel López no atina una respuesta respecto cómo el Estado tomará medidas preventivas e intentará resolver esta criminal crisis de salud psicológica y emocional, en una administración cuyo discurso versa en torno a la igualdad, y la justicia para la sociedad.

Lo sorprendente es que los mexicanos aún nos asombramos derivado de la violencia en contra de las mujeres en el país, dos de los más recientes casos -el de Ingrid cuya pareja sentimental relató con impresionante calma y frialdad cómo la asesinó, y el de la pequeña Fátima- evidencian la incapacidad de las autoridades, refiriendo la respuesta de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, al ser cuestionada al respecto, señalando la tentativa de ser la propia familia de la menor responsable indirecta del crimen, en afán de soslayar evidentes deficiencias de la escuela y la dilación de las autoridades para actuar dentro las 24 horas clave para resolver el caso.

En definitiva, uno de los segmentos más vulnerables respecto a temas de violencia –en todos los ámbitos-, somos mujeres, sin olvidar a menores de edad y pobres; se trata de los sectores que, en teoría, encabezan la agenda gubernamental progresista e izquierdista propuesta por el presidente; no obstante, son los que menos creen y confían en las autoridades, derivado del crecimiento en cifras y de la impunidad que en el tema se ha dado: cerca de 10 por ciento de feminicidios reconocidos en 2019 fue cometido contra niñas menores de 14 años , cualquier tipo de crimen es indignante, no obstante, en nuestros días y en nuestro México, el feminicidio se ha convertido en una alarma para casi toda la población, excepto para el gobierno.

Ante la incompetencia y bajo la presión del pueblo, el Presidente ha ofrecido resucitar una fiscalía especializada en feminicidio, ya la hubo y sobrevivió, lo cierto es que hoy, la magnitud del problema exige políticas públicas eficaces y eficientes.

Hoy, vemos un movimiento creciente y cada día más visible. De ninguna manera el gobierno puede pensar que el tema pasará y las iracundas feministas abandonarán las calles una vez que el bullicio se relaje. Por supuesto que no es el gobierno federal el único responsable, pero sí urge una respuesta pública y la implementación de acciones en que se demuestre comprensión, en busca de reencontrar la paz y justicia para esta cada vez más agraviada sociedad femenina y mexicana pues en toda su extensión.

Hace tan sólo una semana traté el tema de los feminicidios; los hechos obligan a dedicar nuevamente este espacio en torno él, dado que ante las cifras, es evidente la devastación que alcanza la violencia de género en la sociedad, a manera de una enfermedad infecciosa de alguna de las plagas que el mundo padece.

La sociedad mexicana está literalmente conmocionada: las niñas y mujeres torturadas, vejadas y asesinadas, han sido muchas y, culpando al neoliberalismo y a los gobiernos anteriores, el Presidente Andrés Manuel López no atina una respuesta respecto cómo el Estado tomará medidas preventivas e intentará resolver esta criminal crisis de salud psicológica y emocional, en una administración cuyo discurso versa en torno a la igualdad, y la justicia para la sociedad.

Lo sorprendente es que los mexicanos aún nos asombramos derivado de la violencia en contra de las mujeres en el país, dos de los más recientes casos -el de Ingrid cuya pareja sentimental relató con impresionante calma y frialdad cómo la asesinó, y el de la pequeña Fátima- evidencian la incapacidad de las autoridades, refiriendo la respuesta de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, al ser cuestionada al respecto, señalando la tentativa de ser la propia familia de la menor responsable indirecta del crimen, en afán de soslayar evidentes deficiencias de la escuela y la dilación de las autoridades para actuar dentro las 24 horas clave para resolver el caso.

En definitiva, uno de los segmentos más vulnerables respecto a temas de violencia –en todos los ámbitos-, somos mujeres, sin olvidar a menores de edad y pobres; se trata de los sectores que, en teoría, encabezan la agenda gubernamental progresista e izquierdista propuesta por el presidente; no obstante, son los que menos creen y confían en las autoridades, derivado del crecimiento en cifras y de la impunidad que en el tema se ha dado: cerca de 10 por ciento de feminicidios reconocidos en 2019 fue cometido contra niñas menores de 14 años , cualquier tipo de crimen es indignante, no obstante, en nuestros días y en nuestro México, el feminicidio se ha convertido en una alarma para casi toda la población, excepto para el gobierno.

Ante la incompetencia y bajo la presión del pueblo, el Presidente ha ofrecido resucitar una fiscalía especializada en feminicidio, ya la hubo y sobrevivió, lo cierto es que hoy, la magnitud del problema exige políticas públicas eficaces y eficientes.

Hoy, vemos un movimiento creciente y cada día más visible. De ninguna manera el gobierno puede pensar que el tema pasará y las iracundas feministas abandonarán las calles una vez que el bullicio se relaje. Por supuesto que no es el gobierno federal el único responsable, pero sí urge una respuesta pública y la implementación de acciones en que se demuestre comprensión, en busca de reencontrar la paz y justicia para esta cada vez más agraviada sociedad femenina y mexicana pues en toda su extensión.

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