/ sábado 30 de mayo de 2020

¿Nos quedamos en casa, o no?

A pesar del marasmo de la pandemia y, en plena contradicción, el tlatoani se va de gira. Como dirían en el hipódromo: ¡Abran las puertas señores!, para que la caballada clientelar salga en estampida y cruce la meta del 2021, que es lo único que le importa.

La confusión se generaliza y la sociedad se cuestiona si debe o no quedarse en casa, si debe usar cubrebocas o si el sacrificio hecho ha sido un malentendido. Los funcionaretes se contradicen unos a otros y empieza desde lo más alto de la pirámide en la que diario se escucha: “Ya domamos la pandemia”.

¿Pensarán lo mismo los miles de deudos que perdieron a un familiar? La irresponsabilidad cava tumbas y poco terreno queda, de acuerdo a la gran cantidad de contagios.

Aquí no pasa nada, que para eso ya se inventaron un semáforo, “solución” al confinamiento. Surgen más dudas. La egregia Secretaria de Gobernación (Jamás pensé que pudiera caer tan bajo), en video conferencia declaró que se “regresaría a la normalidad” por regiones. A los pocos días, enfática y hasta enojada, dijo que todas las entidades tenían que respetar lo que saliera de sus oficinas y todos a la vez, obedecer al color en el que se encuentre el semáforo, o sería un caos. ¿Entonces?

¡Recórcholis! Contestaron gobernadores con plena curva ascendente, a pesar de los afanes vespertinos de López Gatell, que insiste en que ¡ya se aplanó! Conscientes, de lo que sucede en sus estados, se niegan a reabrir el 1 de junio, antes de ver un descenso en el número de contagios.

Se confirma a qué grado este Régimen, no se preparó para lo que se avecinaba, a pesar de los discursos del merolico encargado del tema, el tal médico que poco honor le hace a la profesión.

Tan las autoridades fueron omisas, que en plena ebullición de enfermos empezaron a llegar los aviones de China, con los materiales y equipos esenciales para la protección del personal sanitario.

De las peorcitas autoridades, Zoé Robledo, mandamás del Seguro Social, quien ni siquiera se molestó en ver que se advirtiera y se instruyera a médicos y enfermeras de la República.

Se les va en demagogia, en echar choros tipo iluminados, que propician peor incertidumbre y acaban de frustrar a la población estresada. Sus términos domingueros, como el de la “nueva normalidad”, agobian y enredan sin que se vea un fin claro a la tragedia.

El chiste es engañar, dosificar la información a modo y cumplir con un “políticamente correcto” a las aspiraciones del mero petatero, para que los tome en cuenta para algún cargo de más jerarquía.

Y sobran falacias, como la de que, a López Gatell lo va a incluir la OMS en su cuadro de epidemiólogos, o de que la hemos hecho tan bien, que los números son bajos y “somos ejemplo internacional”.

Fuera de nuestras fronteras se pellizcan incrédulos, frente a la aberración sufrida por la omisión, la negligencia y la culpable irresponsabilidad. Sin una prueba se dan bandazos de ciego y se rechazan como si fueran consejo demoniaco.

Ningún país ha levantado el confinamiento sin antes hacer pruebas masivas. El genio hipócrita –que no Hipocrático- a cargo, las rechaza porque son “caras e inútiles”. Al oído le sopla su gurú palaciego, dispuesto a meter millones en obras inútiles, pero reacio a invertir en la salud de un pueblo, al que sólo busca conquistar con espejitos dorados y cuentas de colores, en lugar de empleos productivos y autosuficiencia).

Triste e inmerecido panorama.



catalinanq@hotmail.com

@catalinanq


A pesar del marasmo de la pandemia y, en plena contradicción, el tlatoani se va de gira. Como dirían en el hipódromo: ¡Abran las puertas señores!, para que la caballada clientelar salga en estampida y cruce la meta del 2021, que es lo único que le importa.

La confusión se generaliza y la sociedad se cuestiona si debe o no quedarse en casa, si debe usar cubrebocas o si el sacrificio hecho ha sido un malentendido. Los funcionaretes se contradicen unos a otros y empieza desde lo más alto de la pirámide en la que diario se escucha: “Ya domamos la pandemia”.

¿Pensarán lo mismo los miles de deudos que perdieron a un familiar? La irresponsabilidad cava tumbas y poco terreno queda, de acuerdo a la gran cantidad de contagios.

Aquí no pasa nada, que para eso ya se inventaron un semáforo, “solución” al confinamiento. Surgen más dudas. La egregia Secretaria de Gobernación (Jamás pensé que pudiera caer tan bajo), en video conferencia declaró que se “regresaría a la normalidad” por regiones. A los pocos días, enfática y hasta enojada, dijo que todas las entidades tenían que respetar lo que saliera de sus oficinas y todos a la vez, obedecer al color en el que se encuentre el semáforo, o sería un caos. ¿Entonces?

¡Recórcholis! Contestaron gobernadores con plena curva ascendente, a pesar de los afanes vespertinos de López Gatell, que insiste en que ¡ya se aplanó! Conscientes, de lo que sucede en sus estados, se niegan a reabrir el 1 de junio, antes de ver un descenso en el número de contagios.

Se confirma a qué grado este Régimen, no se preparó para lo que se avecinaba, a pesar de los discursos del merolico encargado del tema, el tal médico que poco honor le hace a la profesión.

Tan las autoridades fueron omisas, que en plena ebullición de enfermos empezaron a llegar los aviones de China, con los materiales y equipos esenciales para la protección del personal sanitario.

De las peorcitas autoridades, Zoé Robledo, mandamás del Seguro Social, quien ni siquiera se molestó en ver que se advirtiera y se instruyera a médicos y enfermeras de la República.

Se les va en demagogia, en echar choros tipo iluminados, que propician peor incertidumbre y acaban de frustrar a la población estresada. Sus términos domingueros, como el de la “nueva normalidad”, agobian y enredan sin que se vea un fin claro a la tragedia.

El chiste es engañar, dosificar la información a modo y cumplir con un “políticamente correcto” a las aspiraciones del mero petatero, para que los tome en cuenta para algún cargo de más jerarquía.

Y sobran falacias, como la de que, a López Gatell lo va a incluir la OMS en su cuadro de epidemiólogos, o de que la hemos hecho tan bien, que los números son bajos y “somos ejemplo internacional”.

Fuera de nuestras fronteras se pellizcan incrédulos, frente a la aberración sufrida por la omisión, la negligencia y la culpable irresponsabilidad. Sin una prueba se dan bandazos de ciego y se rechazan como si fueran consejo demoniaco.

Ningún país ha levantado el confinamiento sin antes hacer pruebas masivas. El genio hipócrita –que no Hipocrático- a cargo, las rechaza porque son “caras e inútiles”. Al oído le sopla su gurú palaciego, dispuesto a meter millones en obras inútiles, pero reacio a invertir en la salud de un pueblo, al que sólo busca conquistar con espejitos dorados y cuentas de colores, en lugar de empleos productivos y autosuficiencia).

Triste e inmerecido panorama.



catalinanq@hotmail.com

@catalinanq