/ viernes 19 de agosto de 2022

“Noticia de un secuestro” en México 

Son espantosas las comparaciones, pero muchas historias de la novela “Noticia de un secuestro” de Gabriel García Márquez, basadas en el contexto político de Colombia a finales de los 80´ y 90’; son muy similares a los tiempos políticos del México actual. La distancia entre las capitales de estos países es de casi tres mil 200 km, pero eso no evita que haya muchas actividades en común. Algunas positivas son su fe y creencias religiosas, el gusto por el futbol, el café, la literatura; pero desafortunadamente también hay conexiones negativas como la corrupción de sus políticos profesionales, la violencia contra periodistas, los ataques y secuestros a civiles, causados en Colombia por “los extraditarles” y en México por un sin número de grupos.

El crimen organizado, teóricamente materializa instituciones llamadas poderes fácticos, y salvajes por sus prácticas de terror y propaganda, ya que sin haber obtenido el voto popular que genera una autoridad legal, ejercen su poder en diversos territorios a través de una red de líderes legítimos que se multiplican como células. Afortunadamente para México, a diferencia del país sudamericano no se puede hablar aún de un Estado fallido, pero sí de ingobernabilidad en muchos municipios del país.

En Colombia los líderes de los carteles de la droga, como Pablo Escobar y su cártel de Medellín, se opusieron a través del terror a ser extraditados a EE. UU. después de ser capturados; en México recientemente, después del 15 de julio cuando fue detenido Rafael Caro Quintero, la estrategia es la misma, ser juzgado en territorio nacional. En nuestro país por fortuna, no se han colocado bombas en aviones, ni artefactos explosivos en plazas públicas o recintos de gobierno; sin embargo, es cotidiana la quema de Oxxos y camiones, el asesinato de civiles en pizzerías, el incesante asesinato de periodistas, y la organización de motines en las cárceles; incluso en días de visita familiar, lo que ha vulnerado los códigos caneros, de no “meterse con la familia”.

Hace unos días Amazon Prime lanzó la serie basada en el libro de García Márquez, y la actualidad muestra cómo la historia reciente supera algunas de esas páginas de ficción. Por ejemplo, en los dos países se han asesinado a candidatos a la presidencia, como Luis Carlos Galán y Luis Donaldo Colosio. En México no hemos llegado a atentados en edificios de gobierno como sucedió en los alrededores de la Casa de Nariño en Bogotá, donde sus mandatarios se caracterizaban por condenar los actos de terror por parte de “los extraditarles”.

En cambio, en Palacio Nacional ante cualquier cuestionamiento en materia de seguridad, se muestran gráficas de aprobación presidencial, se responde con una autoridad moral envidiable, y se justifican los malos resultados responsabilizando a los gobiernos anteriores. Ese discurso es materia prima para una nueva edición de Tragicomedia mexicana (dixit José Agustín). Tres conclusiones: 1.-A más violencia, la población acepta gobiernos autoritarios, y justifica la presencia de militares en las calles, (ENCUP); 2.- La realidad mexicana es similar a la colombiana dominada por los poderes salvajes; y 3.- Con tristeza todos los días leemos más “noticias de un secuestro” en más territorios de nuestro país.


Comunicólogo político y académico de la FCPyS UNAM. Maestro en Periodismo Político @gersonmecalco

Son espantosas las comparaciones, pero muchas historias de la novela “Noticia de un secuestro” de Gabriel García Márquez, basadas en el contexto político de Colombia a finales de los 80´ y 90’; son muy similares a los tiempos políticos del México actual. La distancia entre las capitales de estos países es de casi tres mil 200 km, pero eso no evita que haya muchas actividades en común. Algunas positivas son su fe y creencias religiosas, el gusto por el futbol, el café, la literatura; pero desafortunadamente también hay conexiones negativas como la corrupción de sus políticos profesionales, la violencia contra periodistas, los ataques y secuestros a civiles, causados en Colombia por “los extraditarles” y en México por un sin número de grupos.

El crimen organizado, teóricamente materializa instituciones llamadas poderes fácticos, y salvajes por sus prácticas de terror y propaganda, ya que sin haber obtenido el voto popular que genera una autoridad legal, ejercen su poder en diversos territorios a través de una red de líderes legítimos que se multiplican como células. Afortunadamente para México, a diferencia del país sudamericano no se puede hablar aún de un Estado fallido, pero sí de ingobernabilidad en muchos municipios del país.

En Colombia los líderes de los carteles de la droga, como Pablo Escobar y su cártel de Medellín, se opusieron a través del terror a ser extraditados a EE. UU. después de ser capturados; en México recientemente, después del 15 de julio cuando fue detenido Rafael Caro Quintero, la estrategia es la misma, ser juzgado en territorio nacional. En nuestro país por fortuna, no se han colocado bombas en aviones, ni artefactos explosivos en plazas públicas o recintos de gobierno; sin embargo, es cotidiana la quema de Oxxos y camiones, el asesinato de civiles en pizzerías, el incesante asesinato de periodistas, y la organización de motines en las cárceles; incluso en días de visita familiar, lo que ha vulnerado los códigos caneros, de no “meterse con la familia”.

Hace unos días Amazon Prime lanzó la serie basada en el libro de García Márquez, y la actualidad muestra cómo la historia reciente supera algunas de esas páginas de ficción. Por ejemplo, en los dos países se han asesinado a candidatos a la presidencia, como Luis Carlos Galán y Luis Donaldo Colosio. En México no hemos llegado a atentados en edificios de gobierno como sucedió en los alrededores de la Casa de Nariño en Bogotá, donde sus mandatarios se caracterizaban por condenar los actos de terror por parte de “los extraditarles”.

En cambio, en Palacio Nacional ante cualquier cuestionamiento en materia de seguridad, se muestran gráficas de aprobación presidencial, se responde con una autoridad moral envidiable, y se justifican los malos resultados responsabilizando a los gobiernos anteriores. Ese discurso es materia prima para una nueva edición de Tragicomedia mexicana (dixit José Agustín). Tres conclusiones: 1.-A más violencia, la población acepta gobiernos autoritarios, y justifica la presencia de militares en las calles, (ENCUP); 2.- La realidad mexicana es similar a la colombiana dominada por los poderes salvajes; y 3.- Con tristeza todos los días leemos más “noticias de un secuestro” en más territorios de nuestro país.


Comunicólogo político y académico de la FCPyS UNAM. Maestro en Periodismo Político @gersonmecalco