/ jueves 21 de mayo de 2020

Nueva normalidad: un paso a la vez

Hace unas semanas escribíamos sobre algunas recomendaciones para patrones con la finalidad de salvaguardar la salud de sus trabajadores en esta pandemia. Comentamos considerar negociar con ellos, con los sindicatos, anticipar vacaciones; insistir en los convenios laborales, entre otras; con la finalidad de hacer lo más terso posible la relación laboral sin trastocar los derechos de los trabajadores, así como asegurando la continuidad de las actividades de los sectores productivos permitidas, con las medidas sanitarias adecuadas.


Así, la semana pasada tuvimos un ejercicio y esfuerzo gubernamental para iniciar un proceso que ha dado mucho que decir y reflexionar a cada uno como ciudadanos, y me refiero a la nueva normalidad. Este concepto es muy importante, pues establecerá las pautas de regreso a las actividades de todos, pero, sobre todo, va a determinar de qué manera se desarrollará nuestro actuar personal y profesional, pues múltiples ocasiones se ha comentado que el virus SARS Covid-19, llegó para quedarse, y aunque hay esfuerzos para lograr una vacuna, ésta se encontrará lista hasta el próximo año con las pruebas y exámenes necesarios para su funcionamiento óptimo.


Este ejercicio consiste en la reapertura de actividades de una manera gradual, en una primera etapa, a partir del lunes 18 de mayo se reiniciaron actividades en los municipios en que no se hubieran presentado casos de COVID-19 y sin vecindad con otros que tuvieran casos de esta enfermedad.


Para algunos sectores empresariales, como la minería, construcción y fabricación de equipamiento de transporte, es el periodo del 18 al 31 de mayo para llevar a cabo acciones de preparación para la reapertura de las actividades en general, como: la elaboración de protocolos sanitarios, capacitación de personal para seguridad en el ambiente laboral, readecuación de espacios y procesos productivos, así como la implementación de filtros de ingreso, sanitización e higiene del espacio laboral, sin limitar algunas otras que establezca la Secretaría de Salud.


Y finalmente, del 1 de junio del 2020, conforme al sistema de semáforo por regiones (estatal o municipal), para la reapertura de actividades sociales, educativas y económicas.


Esto cobra trascendencia porque, aunque el Acuerdo publicado menciona a sólo tres sectores industriales, esto no va a limitar que las demás actividades que comiencen a reintegrarse en operación lo hagan en condiciones distintas, es decir, todas y cada una de las diligencias a las que nos dediquemos deberán desarrollar los ejercicios especiales de prevención y mitigación de esta enfermedad que ha aquejado a todo el mundo. Con ello, queremos decir que estamos en transición a la nueva normalidad.


Ante este nuevo esquema, es necesario tomar medidas que generen certeza jurídica de acatamiento de las medidas solicitadas por la autoridad, así como se establezca una clara relación patrón-trabajador bajo un proyecto operativo respetuoso de los derechos preexistentes.


Por ello, es necesario como punto de partida que cada centro de trabajo cuente con una planeación de las medidas sanitarias que se requieren, aún sin conocer fecha cierta para su reapertura, pues las últimas acciones gubernamentales han dado todas las pistas de los mínimos indispensables para las paulatinas reincorporaciones laborales, así como los elementos que ayudarán a demostrar, en alguna contingencia laboral o de inspección de las autoridades, que las acciones y protocolos emprendidos se encuentran apegados a los requisitos técnicos establecidos que dispongan las Secretarias de Salud, Economía, Trabajo y Previsión, así como el Instituto Mexicano del Seguro Social.


No hay fecha cierta para reincorporarnos a nuestros centros de trabajo, y es inminente que cuando lo logremos todo será en circunstancias completamente distintas a las que dejamos todo, sin embargo, hoy tenemos la oportunidad de ir preparando un escenario llano e ideal, con la determinación de personal responsable de comunicar e informar a los colaboradores sobre las indicaciones de las autoridades sanitarias; revisar que los trabajadores estén inscritos a la institución de seguridad social que le corresponde; hacer una clasificación de riesgo en el trabajo: por ejemplo la identificación de actividades que implican contacto; colocar información oficial sobre la COVID-19 en lugares visibles del centro de trabajo; difundir el teléfono de emergencia de la autoridad sanitaria; capacitar a los trabajadores sobre medidas de prevención y, por supuesto, preparar al trabajador para asumir y realizar funciones ante posibles ausentismos.


Todo ello, con la intención de anticiparnos a cualquier tipo de responsabilidad futura empresarial a la que podamos enfrentarnos.




mafrcontacto@gmail.com


Hace unas semanas escribíamos sobre algunas recomendaciones para patrones con la finalidad de salvaguardar la salud de sus trabajadores en esta pandemia. Comentamos considerar negociar con ellos, con los sindicatos, anticipar vacaciones; insistir en los convenios laborales, entre otras; con la finalidad de hacer lo más terso posible la relación laboral sin trastocar los derechos de los trabajadores, así como asegurando la continuidad de las actividades de los sectores productivos permitidas, con las medidas sanitarias adecuadas.


Así, la semana pasada tuvimos un ejercicio y esfuerzo gubernamental para iniciar un proceso que ha dado mucho que decir y reflexionar a cada uno como ciudadanos, y me refiero a la nueva normalidad. Este concepto es muy importante, pues establecerá las pautas de regreso a las actividades de todos, pero, sobre todo, va a determinar de qué manera se desarrollará nuestro actuar personal y profesional, pues múltiples ocasiones se ha comentado que el virus SARS Covid-19, llegó para quedarse, y aunque hay esfuerzos para lograr una vacuna, ésta se encontrará lista hasta el próximo año con las pruebas y exámenes necesarios para su funcionamiento óptimo.


Este ejercicio consiste en la reapertura de actividades de una manera gradual, en una primera etapa, a partir del lunes 18 de mayo se reiniciaron actividades en los municipios en que no se hubieran presentado casos de COVID-19 y sin vecindad con otros que tuvieran casos de esta enfermedad.


Para algunos sectores empresariales, como la minería, construcción y fabricación de equipamiento de transporte, es el periodo del 18 al 31 de mayo para llevar a cabo acciones de preparación para la reapertura de las actividades en general, como: la elaboración de protocolos sanitarios, capacitación de personal para seguridad en el ambiente laboral, readecuación de espacios y procesos productivos, así como la implementación de filtros de ingreso, sanitización e higiene del espacio laboral, sin limitar algunas otras que establezca la Secretaría de Salud.


Y finalmente, del 1 de junio del 2020, conforme al sistema de semáforo por regiones (estatal o municipal), para la reapertura de actividades sociales, educativas y económicas.


Esto cobra trascendencia porque, aunque el Acuerdo publicado menciona a sólo tres sectores industriales, esto no va a limitar que las demás actividades que comiencen a reintegrarse en operación lo hagan en condiciones distintas, es decir, todas y cada una de las diligencias a las que nos dediquemos deberán desarrollar los ejercicios especiales de prevención y mitigación de esta enfermedad que ha aquejado a todo el mundo. Con ello, queremos decir que estamos en transición a la nueva normalidad.


Ante este nuevo esquema, es necesario tomar medidas que generen certeza jurídica de acatamiento de las medidas solicitadas por la autoridad, así como se establezca una clara relación patrón-trabajador bajo un proyecto operativo respetuoso de los derechos preexistentes.


Por ello, es necesario como punto de partida que cada centro de trabajo cuente con una planeación de las medidas sanitarias que se requieren, aún sin conocer fecha cierta para su reapertura, pues las últimas acciones gubernamentales han dado todas las pistas de los mínimos indispensables para las paulatinas reincorporaciones laborales, así como los elementos que ayudarán a demostrar, en alguna contingencia laboral o de inspección de las autoridades, que las acciones y protocolos emprendidos se encuentran apegados a los requisitos técnicos establecidos que dispongan las Secretarias de Salud, Economía, Trabajo y Previsión, así como el Instituto Mexicano del Seguro Social.


No hay fecha cierta para reincorporarnos a nuestros centros de trabajo, y es inminente que cuando lo logremos todo será en circunstancias completamente distintas a las que dejamos todo, sin embargo, hoy tenemos la oportunidad de ir preparando un escenario llano e ideal, con la determinación de personal responsable de comunicar e informar a los colaboradores sobre las indicaciones de las autoridades sanitarias; revisar que los trabajadores estén inscritos a la institución de seguridad social que le corresponde; hacer una clasificación de riesgo en el trabajo: por ejemplo la identificación de actividades que implican contacto; colocar información oficial sobre la COVID-19 en lugares visibles del centro de trabajo; difundir el teléfono de emergencia de la autoridad sanitaria; capacitar a los trabajadores sobre medidas de prevención y, por supuesto, preparar al trabajador para asumir y realizar funciones ante posibles ausentismos.


Todo ello, con la intención de anticiparnos a cualquier tipo de responsabilidad futura empresarial a la que podamos enfrentarnos.




mafrcontacto@gmail.com