/ miércoles 16 de diciembre de 2020

Nuevo reto: emergencia climática

En los últimos meses nos hemos acostumbrado a leer o a escuchar que estamos en “emergencia climática”; sin embargo, y lamentablemente por el problema de la pandemia sanitaria, no ha sido analizado en todas sus vertientes el significado de estar en emergencia. Hace apenas unos días se celebró una conferencia virtual entre mandatarios de Estado, ya que este año no se pudo realizar la Conferencia de las Partes de Cambio Climático, y se programó para 2021 en Glasgow, Escocia.

En dicha conferencia virtual, el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas retó a los países de la comunidad internacional a que se declare un “estado de emergencia climática”, y que esto signifique ir más allá de un simple reconocimiento de los compromisos que cada país ha adquirido en torno a la reducción de los gases de efecto invernadero; y es que, a 5 años de haber firmado y ratificado el Acuerdo de París, globalmente se manifiesta una alta tendencia a continuar generando emisiones de GEI y, de continuar con la tendencia, la temperatura del planeta podría aumentar, alcanzando los 3ºC.

Cabe recordar que el Acuerdo de París tiene como objetivo mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 2ºC para evitar que las vulnerabilidades de los países se alcancen.

Hubo respuestas diversas en torno al reto, unas que merecen más aplausos que otras; por ejemplo, siendo China el país más contaminador del planeta, tiene planeada una reducción de 65% de emisiones de carbono para 2030, respecto a los niveles de 2005, y alcanzar la “neutralidad de carbono” entendiendo que las emisiones de dióxido de carbono netas son iguales a cero, lo que significa que la cantidad de CO2 que se emite a la atmósfera será igualmente retirada de ella para 2060. Es importante destacar que sí hay compromisos de este país de utilizar fuentes renovables a fin de que el consumo energético nacional sea de 25% para 2030.

India, por su parte, siendo a nivel mundial el 4to emisor de CO2, también asumió el reto y le apuesta al incremento en el uso de energías renovables para 2030.

La Unión Europea se compromete a reducir emisiones en un 55% para 2030, frente al 40% que se habían comprometido al firmar el Acuerdo de París, cinco años atrás, lo que se traduce en un incremento importante en la reducción.

Por su parte Estados Unidos, en palabras del presidente electo Joe Biden, sí regresa al Acuerdo de París y ratificó su compromiso de hacer un uso intensivo de energías renovables, así como de transitar a la electromovilidad.

Las cifras son nuevamente alentadoras, si pensamos que cuando se firmó y aprobó el Acuerdo de París, los países se habían comprometido a luchar para que el calentamiento global fuera menor a 2ºC que se veía para 2030, fecha aún lejana. Hoy ya está encima el tiempo y lo que no hagamos en los próximos 10 años va a tener consecuencias para la humanidad y seguramente traerá consigo nuevas amenazas sanitarias.

Es urgente que México se comprometa a detonar desarrollo bajo en carbono. El día de ayer, 14 de diciembre, la Comisión Intersecretarial de Cambio Climático aprobó la Contribución Nacional Determinada (CND) que es la reducción de 22% de gases de efecto invernadero y 51% de carbono negro. En este momento no se conoce el documento público aún; en el boletín de prensa de la SEMARNAT se indica que se refrenda el compromiso adquirido de reducción, por lo que habrá que leerlo detenidamente para saber si se aumentó la CND o únicamente se refrendó, como lo señala la autoridad.

Claramente las metas planteadas en México implican un trabajo coordinado entre los tres ordenes de gobierno, el sector social y la iniciativa privada. Para ello, el trabajo que encabecen los miembros del Sistema Nacional de Cambio Climático (SINACC) es clave para alcanzar compromisos y acuerdos medibles y, sin duda, el acompañamiento del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) es fundamental para que las decisiones de adaptación y mitigación vayan acordes con la información científica que se ha estado reportando como país en las COPs de cambio climático, y que para el próximo año 2021 vayamos como una delegación bien plantada a Glasgow. Hay que estar pendientes y observadores de los avances que se vayan logrando.

Como país es muy diferente decir que actuamos a la altura del llamado de la crisis climática que estamos presenciando, que somos actores responsables y no simples espectadores del trabajo de la comunidad internacional.

En los últimos meses nos hemos acostumbrado a leer o a escuchar que estamos en “emergencia climática”; sin embargo, y lamentablemente por el problema de la pandemia sanitaria, no ha sido analizado en todas sus vertientes el significado de estar en emergencia. Hace apenas unos días se celebró una conferencia virtual entre mandatarios de Estado, ya que este año no se pudo realizar la Conferencia de las Partes de Cambio Climático, y se programó para 2021 en Glasgow, Escocia.

En dicha conferencia virtual, el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas retó a los países de la comunidad internacional a que se declare un “estado de emergencia climática”, y que esto signifique ir más allá de un simple reconocimiento de los compromisos que cada país ha adquirido en torno a la reducción de los gases de efecto invernadero; y es que, a 5 años de haber firmado y ratificado el Acuerdo de París, globalmente se manifiesta una alta tendencia a continuar generando emisiones de GEI y, de continuar con la tendencia, la temperatura del planeta podría aumentar, alcanzando los 3ºC.

Cabe recordar que el Acuerdo de París tiene como objetivo mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 2ºC para evitar que las vulnerabilidades de los países se alcancen.

Hubo respuestas diversas en torno al reto, unas que merecen más aplausos que otras; por ejemplo, siendo China el país más contaminador del planeta, tiene planeada una reducción de 65% de emisiones de carbono para 2030, respecto a los niveles de 2005, y alcanzar la “neutralidad de carbono” entendiendo que las emisiones de dióxido de carbono netas son iguales a cero, lo que significa que la cantidad de CO2 que se emite a la atmósfera será igualmente retirada de ella para 2060. Es importante destacar que sí hay compromisos de este país de utilizar fuentes renovables a fin de que el consumo energético nacional sea de 25% para 2030.

India, por su parte, siendo a nivel mundial el 4to emisor de CO2, también asumió el reto y le apuesta al incremento en el uso de energías renovables para 2030.

La Unión Europea se compromete a reducir emisiones en un 55% para 2030, frente al 40% que se habían comprometido al firmar el Acuerdo de París, cinco años atrás, lo que se traduce en un incremento importante en la reducción.

Por su parte Estados Unidos, en palabras del presidente electo Joe Biden, sí regresa al Acuerdo de París y ratificó su compromiso de hacer un uso intensivo de energías renovables, así como de transitar a la electromovilidad.

Las cifras son nuevamente alentadoras, si pensamos que cuando se firmó y aprobó el Acuerdo de París, los países se habían comprometido a luchar para que el calentamiento global fuera menor a 2ºC que se veía para 2030, fecha aún lejana. Hoy ya está encima el tiempo y lo que no hagamos en los próximos 10 años va a tener consecuencias para la humanidad y seguramente traerá consigo nuevas amenazas sanitarias.

Es urgente que México se comprometa a detonar desarrollo bajo en carbono. El día de ayer, 14 de diciembre, la Comisión Intersecretarial de Cambio Climático aprobó la Contribución Nacional Determinada (CND) que es la reducción de 22% de gases de efecto invernadero y 51% de carbono negro. En este momento no se conoce el documento público aún; en el boletín de prensa de la SEMARNAT se indica que se refrenda el compromiso adquirido de reducción, por lo que habrá que leerlo detenidamente para saber si se aumentó la CND o únicamente se refrendó, como lo señala la autoridad.

Claramente las metas planteadas en México implican un trabajo coordinado entre los tres ordenes de gobierno, el sector social y la iniciativa privada. Para ello, el trabajo que encabecen los miembros del Sistema Nacional de Cambio Climático (SINACC) es clave para alcanzar compromisos y acuerdos medibles y, sin duda, el acompañamiento del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) es fundamental para que las decisiones de adaptación y mitigación vayan acordes con la información científica que se ha estado reportando como país en las COPs de cambio climático, y que para el próximo año 2021 vayamos como una delegación bien plantada a Glasgow. Hay que estar pendientes y observadores de los avances que se vayan logrando.

Como país es muy diferente decir que actuamos a la altura del llamado de la crisis climática que estamos presenciando, que somos actores responsables y no simples espectadores del trabajo de la comunidad internacional.