/ lunes 7 de octubre de 2019

Obradorismo sin oposición

Por: Raúl Avilez Allende

Los tres grandes retos de todo gobierno son los problemas nacionales, un movimiento opositor serio y la opinión pública; sin embargo, en México no existe una oposición visible, articulada, combativa, con discurso y banderas incuestionables. A pesar de destellos de críticas escandalosas, la opinión pública es mayoritariamente a fin al gobierno, por lo que los problemas nacionales están siendo el verdadero reto a vencer para la llamada 4T. .

Actualmente, México carece de figuras que logren aglutinar el descontento o representar los intereses de sectores importantes de la sociedad. La desaprobación de la gestión del Presidente Andrés Manuel López Obrador es minoría con respecto al respaldo social que lo legitima.

El PRI tiene nula posibilidad de posicionar a un líder que pueda ser respaldado por la comunidad, incluso, me atrevería a decir que ni siquiera cuenta con un perfil que pueda ser absuelto de la negativa influencia de su partido. Para la inmensa mayoría, el PRI y sus liderazgos son sinónimo de corrupción.

De la chiquillería, los partidos satélites que giran alrededor de Morena no tiene caso hablar, simplemente se ceñirán a lo que dicte el partido mayoritario a cambio de ciertas concesiones y privilegios políticos. El PRD en cambio, lucha contra reloj por un poco de oxígeno, dividido entre los que lo pusieron a la venta y los que pelean quedarse con el registro y los pocos, pero no despreciables millones de prerrogativas; es en este contexto que vimos la crónica de una salida anunciada por parte del senador Juan Zepeda y la ex candidata a Jefa de Gobierno Alejandra Barrales.

Por último, pero no menos importante, tenemos al Partido Acción Nacional, con una predictiva fallida estrategia (si es que la tienen) y que simplemente no logra despuntar en su intento por posicionarse como el partido que encabece el movimiento anti López Obrador. Sin líderes que tengan el valor de asomar la cabeza, por miedo a perderla, el PAN se mueve en la comodidad de sus gobernadores que prefieren llevar la fiesta en paz con el Presidente, a encabezar una batalla perdida de origen.

Y para muestra tenemos el caso del gobernador Antonio Echevarría de Nayarit que, ha destacado por realizar un buen gobierno, pero que parece más cercano al Presidente Andrés Manuel que los mismos gobernadores de Morena.

Así ante la falta de una oposición verdadera, el Obradorismo tiene el camino libre para concentrarse en atender los grandes problemas nacionales; sin embargo, el partido en el poder tiene que tener mucho cuidado de no convertirse en su propio adversario. Veremos cuántas encuestas para elegir a sus dirigentes y candidatos logran resistir.


Especialista en Ciencia Política y Gobierno.

Por: Raúl Avilez Allende

Los tres grandes retos de todo gobierno son los problemas nacionales, un movimiento opositor serio y la opinión pública; sin embargo, en México no existe una oposición visible, articulada, combativa, con discurso y banderas incuestionables. A pesar de destellos de críticas escandalosas, la opinión pública es mayoritariamente a fin al gobierno, por lo que los problemas nacionales están siendo el verdadero reto a vencer para la llamada 4T. .

Actualmente, México carece de figuras que logren aglutinar el descontento o representar los intereses de sectores importantes de la sociedad. La desaprobación de la gestión del Presidente Andrés Manuel López Obrador es minoría con respecto al respaldo social que lo legitima.

El PRI tiene nula posibilidad de posicionar a un líder que pueda ser respaldado por la comunidad, incluso, me atrevería a decir que ni siquiera cuenta con un perfil que pueda ser absuelto de la negativa influencia de su partido. Para la inmensa mayoría, el PRI y sus liderazgos son sinónimo de corrupción.

De la chiquillería, los partidos satélites que giran alrededor de Morena no tiene caso hablar, simplemente se ceñirán a lo que dicte el partido mayoritario a cambio de ciertas concesiones y privilegios políticos. El PRD en cambio, lucha contra reloj por un poco de oxígeno, dividido entre los que lo pusieron a la venta y los que pelean quedarse con el registro y los pocos, pero no despreciables millones de prerrogativas; es en este contexto que vimos la crónica de una salida anunciada por parte del senador Juan Zepeda y la ex candidata a Jefa de Gobierno Alejandra Barrales.

Por último, pero no menos importante, tenemos al Partido Acción Nacional, con una predictiva fallida estrategia (si es que la tienen) y que simplemente no logra despuntar en su intento por posicionarse como el partido que encabece el movimiento anti López Obrador. Sin líderes que tengan el valor de asomar la cabeza, por miedo a perderla, el PAN se mueve en la comodidad de sus gobernadores que prefieren llevar la fiesta en paz con el Presidente, a encabezar una batalla perdida de origen.

Y para muestra tenemos el caso del gobernador Antonio Echevarría de Nayarit que, ha destacado por realizar un buen gobierno, pero que parece más cercano al Presidente Andrés Manuel que los mismos gobernadores de Morena.

Así ante la falta de una oposición verdadera, el Obradorismo tiene el camino libre para concentrarse en atender los grandes problemas nacionales; sin embargo, el partido en el poder tiene que tener mucho cuidado de no convertirse en su propio adversario. Veremos cuántas encuestas para elegir a sus dirigentes y candidatos logran resistir.


Especialista en Ciencia Política y Gobierno.