/ miércoles 28 de julio de 2021

Oda a los buenos maestros

Una profesión complicada, difícil, que exige una enorme vocación y que tiene retos desgastantes. Al maestro se le aprecia poco, se le paga menos y se le exige sacrificio. En tiempos de pandemia, las condiciones laborales se agravaron.

Hablamos de un gremio que ocupa, nada más en educación básica, a un millón casi 200 mil personas. El sindicato oficial, el SNTE, hace alarde de ser el mayor en Latinoamérica.

Un Sindicato que se ha visto en el ojo del huracán, en infinidad de ocasiones, pero que ahora parece caminar dócil bajo la férula de la 4T y sobre todo, las consecuencias del virus. Incluso la corriente opositora, la CNTE, se relaja después de su toma de las vías férreas en Michoacán, que ocasionaron perjuicios económicos terribles, a las compañías que no podían transportar sus productos a la frontera.

Un grueso sector de docentes amerita el mayor de los aplausos. La epidemia que nos asola obligó al cierre de las aulas y a la enseñanza por algún medio electrónico. Un número importante de niños se quedó a la buena de Dios, sin ni siquiera la posibilidad para acceder a un triste televisor. Es entonces cuando empezaron a proliferar ¡maestrazos!

Sobran ejemplos de quienes, en los estados y comunidades alejadas, con una combi, llegaron hasta esos poblados a auxiliar a sus alumnos. Sin miedo al contagio impartían la enseñanza en plena calle terregosa, a los chicos que se presentaban.

Hicieron gala de imaginación y creatividad para seguir conectados con los pupilos y que éstos no perdieran el año y sufrieran el retraso que implica. Profes heroicos dispuestos a ser fieles a su vocación, a pesar de las circunstancias.

La crisis económica, sobre todo para las escuelas privadas que tuvieron un enorme éxodo –los padres no podían pagar las colegiaturas-, las obligó a despedir a parte del personal. Muchos perdieron el empleo y su horizonte se cerró en vista de la falta de oferta del mercado.

Quienes conservaron su plaza tuvieron que adaptarse a las nuevas tecnologías y descubrir métodos originales que les permitieran transmitir sus conocimientos a través de una pantalla. Complejo para quienes tenían dificultades con el mundo cibernético y, en el caso de la televisión, el alumno estaba impedido de preguntar dudas y el maestro de hacer otro tanto, a fin de evaluar si entendían sus explicaciones.

Y, ¿a quienes muestran tanta dedicación se les reditúa en pesos y centavos? Los sueldos siguen siendo bajos. En el 2020 un maestro de preescolar ganaba nueve mil pesos; de primaria, diez mil y de secundaria, once mil. Ninguna cantidad como para que les permita sostenerse con decoro –en general son padres y madres de familia-, lo que los lleva a duplicar la jornada de trabajo con alguna otra chamba.

De la cantidad de docentes en funciones, el 70 por ciento son mujeres y el 30 por ciento hombres. Van de los 20 años en adelante aunque el mayor porcentaje está entre 40 y 50. Poco más de la mitad da clases en primaria, un cuarto en secundaria y el resto en preescolar. El 80 por ciento labora en educación pública y el 20, en la particular.

El bache académico que dejó la pandemia –la que todavía podría forzar a que las aulas permanezcan cerradas- será difícil de subsanar. A los ojos del mundo ha sido un año escolar perdido. Lo que no se extravió fue la inmensa vocación de tantos maestros que dieron la batalla por amainar la irremediable crisis.

¡Esperemos se les reconozca!

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

Una profesión complicada, difícil, que exige una enorme vocación y que tiene retos desgastantes. Al maestro se le aprecia poco, se le paga menos y se le exige sacrificio. En tiempos de pandemia, las condiciones laborales se agravaron.

Hablamos de un gremio que ocupa, nada más en educación básica, a un millón casi 200 mil personas. El sindicato oficial, el SNTE, hace alarde de ser el mayor en Latinoamérica.

Un Sindicato que se ha visto en el ojo del huracán, en infinidad de ocasiones, pero que ahora parece caminar dócil bajo la férula de la 4T y sobre todo, las consecuencias del virus. Incluso la corriente opositora, la CNTE, se relaja después de su toma de las vías férreas en Michoacán, que ocasionaron perjuicios económicos terribles, a las compañías que no podían transportar sus productos a la frontera.

Un grueso sector de docentes amerita el mayor de los aplausos. La epidemia que nos asola obligó al cierre de las aulas y a la enseñanza por algún medio electrónico. Un número importante de niños se quedó a la buena de Dios, sin ni siquiera la posibilidad para acceder a un triste televisor. Es entonces cuando empezaron a proliferar ¡maestrazos!

Sobran ejemplos de quienes, en los estados y comunidades alejadas, con una combi, llegaron hasta esos poblados a auxiliar a sus alumnos. Sin miedo al contagio impartían la enseñanza en plena calle terregosa, a los chicos que se presentaban.

Hicieron gala de imaginación y creatividad para seguir conectados con los pupilos y que éstos no perdieran el año y sufrieran el retraso que implica. Profes heroicos dispuestos a ser fieles a su vocación, a pesar de las circunstancias.

La crisis económica, sobre todo para las escuelas privadas que tuvieron un enorme éxodo –los padres no podían pagar las colegiaturas-, las obligó a despedir a parte del personal. Muchos perdieron el empleo y su horizonte se cerró en vista de la falta de oferta del mercado.

Quienes conservaron su plaza tuvieron que adaptarse a las nuevas tecnologías y descubrir métodos originales que les permitieran transmitir sus conocimientos a través de una pantalla. Complejo para quienes tenían dificultades con el mundo cibernético y, en el caso de la televisión, el alumno estaba impedido de preguntar dudas y el maestro de hacer otro tanto, a fin de evaluar si entendían sus explicaciones.

Y, ¿a quienes muestran tanta dedicación se les reditúa en pesos y centavos? Los sueldos siguen siendo bajos. En el 2020 un maestro de preescolar ganaba nueve mil pesos; de primaria, diez mil y de secundaria, once mil. Ninguna cantidad como para que les permita sostenerse con decoro –en general son padres y madres de familia-, lo que los lleva a duplicar la jornada de trabajo con alguna otra chamba.

De la cantidad de docentes en funciones, el 70 por ciento son mujeres y el 30 por ciento hombres. Van de los 20 años en adelante aunque el mayor porcentaje está entre 40 y 50. Poco más de la mitad da clases en primaria, un cuarto en secundaria y el resto en preescolar. El 80 por ciento labora en educación pública y el 20, en la particular.

El bache académico que dejó la pandemia –la que todavía podría forzar a que las aulas permanezcan cerradas- será difícil de subsanar. A los ojos del mundo ha sido un año escolar perdido. Lo que no se extravió fue la inmensa vocación de tantos maestros que dieron la batalla por amainar la irremediable crisis.

¡Esperemos se les reconozca!

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq