/ martes 9 de febrero de 2021

Ojo y agua | Siempre hemos estado listos

Por Hugo Sánchez

No hay duda de que Tigres es uno de los equipos más importantes del futbol mexicano en los últimos tiempos pese a que muchos todavía no lo consideran, erróneamente, un equipo grande.

Y no lo digo sólo porque haya conseguido, meritoriamente, avanzar a la final del Mundial de Clubes de la FIFA tras imponerse ante el Palmeiras de Brasil, proclamado, recientemente, campeón de la Copa Libertadores.

Es cierto que su gran poder adquisitivo lo pone en clara ventaja frente a muchos de los equipos, pero en el futbol actual es muy válido. Quizá, desde mi opinión, al club sólo se le podría reprochar el hecho de que no haya apoyado lo suficiente a sus fuerzas básicas, al menos no como podría y debería hacerlo.

Sin embargo, es uno de los pocos clubes del futbol mexicano que apuestan por los proyectos a largo plazo y todo lo que implican sus procesos, como lo demuestra el hecho de que Ricardo Ferretti ya lleva 11 años como técnico del equipo.

Ferretti, quien llegó a nuestro país hace casi 30 años, es visto en Brasil, su país natal, como el Alex Ferguson de México.

Y aunque las comparaciones son odiosas, en esta ocasión no es descabellada, ya que al igual que el escocés marcó historia en sus 27 años con el Manchester United; Ferretti, quien ya es más mexicano que brasileño, lo ha hecho en la última década con los Tigres de Nuevo León, equipo que hasta su llegada sólo tenía dos títulos de Liga, en torneo largos; y ahora tiene otros cinco, en torneo cortos; además de una Copa MX, una Liga de Campeones de la Concacaf y un subcampeonato en la Copa Libertadores, conseguido en 2015, cuando perdió la final frente a River Plate, con cinco jugadores mexicanos en su cuadro titular y seis más en el banco de suplentes.

Lo menciono así porque también se le reprocha el hecho de tener muchos jugadores extranjeros en su plantilla. Tanto así, que no faltaron los que negaron que Tigres representa a México en el Mundial de Clubes, e incluso hasta le desearon mala suerte en lugar de apoyarlo o simplemente mantenerse al margen, pues, sea como sea, el que terminará ganando será el futbol mexicano, tanto en presencia y prestigio, como en nivel de competición.

Para la mala suerte de aquellos malinchistas, por llamarlos de algún modo, Tigres se impuso ante el Palmeiras de Brasil, recientemente proclamado campeón de la Copa Libertadores frente al Santos del legendario Pelé, tras eliminar en las semifinales al River Plate y Boca Juniors, respectivamente.

Nunca antes un equipo mexicano ni de la Concacaf había llegado a la final del Mundial de Clubes de la FIFA, y lo hizo gracias a la anotación del francés André Pierre Gignac, ex delantero del Marsella y quien ha demostrado gran respeto y compromiso no sólo por Tigres y sus aficionados, sino por el futbol mexicano.

Hasta ahora, México sólo había conseguido el tercer lugar con Necaxa, en el 2000; con Monterrey, en 2012 y 2019; y Pachuca, en 2017.

Puede presumir haber estado presente en todas las ediciones del Mundial de Clubes, a excepción de 2005, cuando el Saprissa de Costa Rica representó a la Concacaf. Y ahora, tras las semifinales ante Palmeiras, demuestra que siempre ha tenido el nivel para competir en torneos de Conmebol, a los que ojalá pronto pueda regresar, porque el roce que se tiene con equipos de Argentina y Brasil, principalmente, ayudan a su crecimiento; muchísimo más que la propia Liga de Campeones de la Concacaf.

Por lo pronto, Tigres es digno finalista del Mundial de Clubes de la FIFA y, de aquí al jueves, cuando se enfrentará al Bayern Múnich, campeón de Europa, todos los mexicanos deberíamos desearle la mejor de las suertes por el bien del futbol de nuestro país.

Por Hugo Sánchez

No hay duda de que Tigres es uno de los equipos más importantes del futbol mexicano en los últimos tiempos pese a que muchos todavía no lo consideran, erróneamente, un equipo grande.

Y no lo digo sólo porque haya conseguido, meritoriamente, avanzar a la final del Mundial de Clubes de la FIFA tras imponerse ante el Palmeiras de Brasil, proclamado, recientemente, campeón de la Copa Libertadores.

Es cierto que su gran poder adquisitivo lo pone en clara ventaja frente a muchos de los equipos, pero en el futbol actual es muy válido. Quizá, desde mi opinión, al club sólo se le podría reprochar el hecho de que no haya apoyado lo suficiente a sus fuerzas básicas, al menos no como podría y debería hacerlo.

Sin embargo, es uno de los pocos clubes del futbol mexicano que apuestan por los proyectos a largo plazo y todo lo que implican sus procesos, como lo demuestra el hecho de que Ricardo Ferretti ya lleva 11 años como técnico del equipo.

Ferretti, quien llegó a nuestro país hace casi 30 años, es visto en Brasil, su país natal, como el Alex Ferguson de México.

Y aunque las comparaciones son odiosas, en esta ocasión no es descabellada, ya que al igual que el escocés marcó historia en sus 27 años con el Manchester United; Ferretti, quien ya es más mexicano que brasileño, lo ha hecho en la última década con los Tigres de Nuevo León, equipo que hasta su llegada sólo tenía dos títulos de Liga, en torneo largos; y ahora tiene otros cinco, en torneo cortos; además de una Copa MX, una Liga de Campeones de la Concacaf y un subcampeonato en la Copa Libertadores, conseguido en 2015, cuando perdió la final frente a River Plate, con cinco jugadores mexicanos en su cuadro titular y seis más en el banco de suplentes.

Lo menciono así porque también se le reprocha el hecho de tener muchos jugadores extranjeros en su plantilla. Tanto así, que no faltaron los que negaron que Tigres representa a México en el Mundial de Clubes, e incluso hasta le desearon mala suerte en lugar de apoyarlo o simplemente mantenerse al margen, pues, sea como sea, el que terminará ganando será el futbol mexicano, tanto en presencia y prestigio, como en nivel de competición.

Para la mala suerte de aquellos malinchistas, por llamarlos de algún modo, Tigres se impuso ante el Palmeiras de Brasil, recientemente proclamado campeón de la Copa Libertadores frente al Santos del legendario Pelé, tras eliminar en las semifinales al River Plate y Boca Juniors, respectivamente.

Nunca antes un equipo mexicano ni de la Concacaf había llegado a la final del Mundial de Clubes de la FIFA, y lo hizo gracias a la anotación del francés André Pierre Gignac, ex delantero del Marsella y quien ha demostrado gran respeto y compromiso no sólo por Tigres y sus aficionados, sino por el futbol mexicano.

Hasta ahora, México sólo había conseguido el tercer lugar con Necaxa, en el 2000; con Monterrey, en 2012 y 2019; y Pachuca, en 2017.

Puede presumir haber estado presente en todas las ediciones del Mundial de Clubes, a excepción de 2005, cuando el Saprissa de Costa Rica representó a la Concacaf. Y ahora, tras las semifinales ante Palmeiras, demuestra que siempre ha tenido el nivel para competir en torneos de Conmebol, a los que ojalá pronto pueda regresar, porque el roce que se tiene con equipos de Argentina y Brasil, principalmente, ayudan a su crecimiento; muchísimo más que la propia Liga de Campeones de la Concacaf.

Por lo pronto, Tigres es digno finalista del Mundial de Clubes de la FIFA y, de aquí al jueves, cuando se enfrentará al Bayern Múnich, campeón de Europa, todos los mexicanos deberíamos desearle la mejor de las suertes por el bien del futbol de nuestro país.