/ jueves 1 de noviembre de 2018

Opción por los jóvenes, desde Aparecida

VER.- Ha concluido en Roma el Sínodo sobre los jóvenes. Se aprobó el documento final, que contiene 167 puntos, todos con más de dos tercios favorables de los 249 votantes. Se entregó al Papa, para que le sirva de base al elaborar la Exhortación Post-Sinodal, que se publicará en su momento oportuno.

Al término de la Misa en San Pedro, se leyó un mensaje de los padres sinodales a los jóvenes, aprobado por la mayoría. Entre otras cosas, les dicen: “Que nuestras debilidades no les desanimen; que la fragilidad y los pecados no sean la causa de perder su confianza. La Iglesia es su madre. La Iglesia no los abandona y está dispuesta a acompañarles. La Iglesia y el mundo tienen necesidad urgente de su entusiasmo. Háganse compañeros de camino de los más débiles, de los pobres, de los heridos por la vida. Son el presente; sean el futuro más luminoso”.

En nuestras parroquias y diócesis, hay grupitos de jóvenes, pero a veces se reducen a cantar en las misas, a reuniones semanales con pocos participantes. Muchos otros están alejados, a quienes no llegamos; sólo los juzgamos y condenamos. Nos hace falta mucha más creatividad. En mi diócesis anterior, iniciamos unos retiros de fines de semana con ellos, que por su sugerencia llamamos “desiertos espirituales”, con unos diez temas, que ellos mismos compartían, después de prepararlos conjuntamente conmigo. A mí me dejaban éste: La dimensión social de la fe. Eran muy profundos, pues teníamos también momentos de adoración al Santísimo en silencio. Lamentablemente no les dimos continuidad, pero hay frutos muy consoladores. Actualmente, doy un servicio de asesoría espiritual en una universidad privada, no confesional, un día completo a la semana, para escuchar a quienes deseen compartir su vida, jóvenes universitarios, profesores, padres de familia y trabajadores. Es enorme la necesidad de ser escuchados y orientados.

PENSAR Ya compartí lo que los obispos latinoamericanos dijimos sobre esto en Río de Janeiro, Medellín, Puebla y Santo Domingo. Ahora resalto algo de lo que expresamos en Aparecida (2007): “Constatamos con preocupación que innumerables jóvenes de nuestro Continente atraviesan por situaciones que les afectan significativamente: las secuelas de la pobreza, que limitan el crecimiento armónico de sus vidas y generan exclusión; la socialización, cuya transmisión de valores ya no se produce primariamente en las instituciones tradicionales, sino en nuevos ambientes no exentos de una fuerte carga de alienación; su permeabilidad a las formas nuevas de expresiones culturales, producto de la globalización, lo cual afecta su propia identidad personal y social. Son presa fácil de las nuevas propuestas religiosas y pseudo religiosas. La crisis, por la que atraviesa la familia hoy en día, les produce profundas carencias afectivas y conflictos emocionales” (DA 444).

ACTUAR En Aparecida (No. 446) se sugieren algunas líneas de acción: “Renovar, en estrecha unión con la familia, de manera eficaz y realista, la opción preferencial por los jóvenes.

Proponer a los jóvenes el encuentro con Jesucristo vivo y su seguimiento en la Iglesia, a la luz del Plan de Dios, que les garantiza la realización plena de su dignidad de ser humano, les impulsa a formar su personalidad y les propone una opción vocacional específica: el sacerdocio, la vida consagrada o el matrimonio.

La Pastoral de Juventud ayudará a los jóvenes a formarse, de manera gradual, para la acción social y política y el cambio de estructuras”.

Obispo Emérito de San Cristóbal de las Casas

VER.- Ha concluido en Roma el Sínodo sobre los jóvenes. Se aprobó el documento final, que contiene 167 puntos, todos con más de dos tercios favorables de los 249 votantes. Se entregó al Papa, para que le sirva de base al elaborar la Exhortación Post-Sinodal, que se publicará en su momento oportuno.

Al término de la Misa en San Pedro, se leyó un mensaje de los padres sinodales a los jóvenes, aprobado por la mayoría. Entre otras cosas, les dicen: “Que nuestras debilidades no les desanimen; que la fragilidad y los pecados no sean la causa de perder su confianza. La Iglesia es su madre. La Iglesia no los abandona y está dispuesta a acompañarles. La Iglesia y el mundo tienen necesidad urgente de su entusiasmo. Háganse compañeros de camino de los más débiles, de los pobres, de los heridos por la vida. Son el presente; sean el futuro más luminoso”.

En nuestras parroquias y diócesis, hay grupitos de jóvenes, pero a veces se reducen a cantar en las misas, a reuniones semanales con pocos participantes. Muchos otros están alejados, a quienes no llegamos; sólo los juzgamos y condenamos. Nos hace falta mucha más creatividad. En mi diócesis anterior, iniciamos unos retiros de fines de semana con ellos, que por su sugerencia llamamos “desiertos espirituales”, con unos diez temas, que ellos mismos compartían, después de prepararlos conjuntamente conmigo. A mí me dejaban éste: La dimensión social de la fe. Eran muy profundos, pues teníamos también momentos de adoración al Santísimo en silencio. Lamentablemente no les dimos continuidad, pero hay frutos muy consoladores. Actualmente, doy un servicio de asesoría espiritual en una universidad privada, no confesional, un día completo a la semana, para escuchar a quienes deseen compartir su vida, jóvenes universitarios, profesores, padres de familia y trabajadores. Es enorme la necesidad de ser escuchados y orientados.

PENSAR Ya compartí lo que los obispos latinoamericanos dijimos sobre esto en Río de Janeiro, Medellín, Puebla y Santo Domingo. Ahora resalto algo de lo que expresamos en Aparecida (2007): “Constatamos con preocupación que innumerables jóvenes de nuestro Continente atraviesan por situaciones que les afectan significativamente: las secuelas de la pobreza, que limitan el crecimiento armónico de sus vidas y generan exclusión; la socialización, cuya transmisión de valores ya no se produce primariamente en las instituciones tradicionales, sino en nuevos ambientes no exentos de una fuerte carga de alienación; su permeabilidad a las formas nuevas de expresiones culturales, producto de la globalización, lo cual afecta su propia identidad personal y social. Son presa fácil de las nuevas propuestas religiosas y pseudo religiosas. La crisis, por la que atraviesa la familia hoy en día, les produce profundas carencias afectivas y conflictos emocionales” (DA 444).

ACTUAR En Aparecida (No. 446) se sugieren algunas líneas de acción: “Renovar, en estrecha unión con la familia, de manera eficaz y realista, la opción preferencial por los jóvenes.

Proponer a los jóvenes el encuentro con Jesucristo vivo y su seguimiento en la Iglesia, a la luz del Plan de Dios, que les garantiza la realización plena de su dignidad de ser humano, les impulsa a formar su personalidad y les propone una opción vocacional específica: el sacerdocio, la vida consagrada o el matrimonio.

La Pastoral de Juventud ayudará a los jóvenes a formarse, de manera gradual, para la acción social y política y el cambio de estructuras”.

Obispo Emérito de San Cristóbal de las Casas