La vida está llena de ciclos. Este verano, inició uno de ellos que para algunos representa una estación cálida de días largos y noches cortas; para otros es el comienzo de un periodo vacacional que permite un cambio en la rutina; momento que posibilita el esparcimiento (con atención a la protección civil). Todo ello como parte de una especie de “navegación” por los “siete puertos de la vida”: valores humanos, salud física-mental-espiritual, familia, trabajo, autodesarrollo, participación comunitaria y esparcimiento.
Como punto de partida, un comentario expresado en esta columna hace tres años: “… todo verano nos puede parecer atemporal, sin embargo, puede marcar profundamente la historia personal y familiar. Un ejemplo de adversidad: “en esta etapa de asueto, se acompaña de una acentuada deserción escolar, principalmente de los jóvenes, al no continuar sus estudios por motivos conocidos, (…) los comportamientos antisociales tienen alta correlación en los jóvenes que no estudian ni trabajan.”
En el horizonte de este verano 2019, encontramos varios aspectos que lo hace diferente de otros. Por ejemplo, existe una oportunidad que permite vislumbrar un escenario con efectos positivos en el corto, mediano y largo plazo a favor de los jóvenes: Los nuevos programas sociales que propician mayor acceso a la universidad por nuevos espacios y cualquier joven pueda estudiar una carrera, los apoyos del programa “Jóvenes Construyendo el Futuro” y se capaciten durante un año en el trabajo. Es decir: hacer camino al andar…
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) llama la atención, a nivel mundial, sobre lo que hoy urge corregir: “… los jóvenes tienen más probabilidades que los adultos de estar desempleados y de realizar trabajos de baja calidad, de enfrentarse a desigualdades en el mercado laboral y el tránsito de la escuela a un trabajo puede ser largo e inseguro. (…) las mujeres tienen más probabilidad de estar subempleadas y recibir menos salario, así como de desempeñar trabajos a tiempo parcial y con contratos temporales”.
Al observar detenidamente lo anterior, en el marco del Día Mundial de las Habilidades de la Juventud (15 de julio), percibimos que el camino que se construye en México respecto de sus jóvenes abona hacia un cambio de paradigma. Otra área de oportunidad que avanza en la dirección del fortalecimiento de la personalidad es la Estrategia Nacional de Lectura.
Recordemos tres retos en todas las edades: Desaprender, Aprender y Reaprender. O como diría el sabio: “Haz de vaciar tu recipiente para llenarlo con un fresco líquido”. En efecto, primero desaprender (la resiliencia, acotar apegos dañinos, la transitoriedad en la existencia es la norma, aceptar el cambio, nada es inmutable, dejar atrás, cerrar puertas); seguido de aprender (estar en tiempo y forma, caer-levantarse en el juego de la vida, ser competitivos, abrir puertas); y reaprender (volver a las buenas prácticas del pasado, que, bajo las nuevas condiciones del presente son esperadas y deseadas).
Por último, reiterar el resguardo de la seguridad. Habrá de priorizar la capacidad de anticipación aplicando la prevención en lo personal, en la familia, en las comunidades e instituciones. Al tomar decisiones asertivas el tejido social se vigoriza. Salir de vacaciones en cualquier momento exige que tengamos como meta regresar a casa, al trabajo, a la escuela con “saldo blanco”.
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