/ jueves 5 de julio de 2018

Orar por los gobernantes

Ha terminado la fase del proceso electoral con la emisión del voto popular y los resultados preliminares, con una clara definición de las opciones partidistas para el siguiente período de gobierno. Aunque creció el porcentaje de participación, llegando a un 63% a nivel nacional, y en algunos municipios rebasó el 90%, todavía hay un elevado porcentaje que no vota, por indolencia, por falta de facilidades para hacerlo, como en los lugares más pobres y alejados de las casillas, o por definición ideológica.

Podemos estar o no de acuerdo con los resultados, satisfechos o no con las personas que fueron elegidas, pero ésta ha sido la manifestación de la voluntad popular mayoritaria, y en una sana democracia, esto es lo que cuenta. Tengamos en cuenta, sin embargo, que los cambios no dependen sólo de una persona, ni siquiera de su equipo de trabajo, sino de todos nosotros. Aunque los elegidos quieran combatir la corrupción, la impunidad, la violencia y la inseguridad, estos males están en el corazón humano de los ciudadanos, y éstos los convierten en sistema corrupto y destructor.

¿Qué nos toca hacer ahora? Por una parte, dar un margen de tiempo a los elegidos, a partir de que tomen posesión de su cargo, para que pongan en práctica sus promesas. Por otra, colaborar en todo lo que podamos para mejorar al país, empezando por nuestras personas y familias. Y, ahora y siempre, hacer oración por quienes han sido elegidos, los del actual período y los del siguiente. Aunque a los incrédulos les parezca inútil la oración, nosotros tenemos mucha fe en su eficacia. Mientras Moisés oraba en el Sinaí, el pueblo derrotaba a sus enemigos. La oración hecha con fe, de acuerdo con el Reino de Dios, tiene una eficacia increíble.

PENSAR

En su homilía del 18 de septiembre del año pasado, durante la Misa en Santa Marta, el Papa Francisco comentó lo que recomendaba el apóstol Pablo en 1 Tim 2,1-3: “Ante todo, ruego que se hagan súplicas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por toda la humanidad, por los reyes y por todas las autoridades, para que podamos llevar una vida pacífica y serena, del todo religiosa y digna. Esto es bello y grato ante Dios, nuestro Salvador”.

Al respecto, decía el Papa: “El pueblo debe rezar por los gobernantes. No podemos dejar a los gobernantes solos; debemos acompañarlos con la oración. Los cristianos deben rezar por los gobernantes.

Alguno podrá objetar: ¿Cómo voy a rezar por éste que hace tantas cosas malas? Precisamente entonces tiene más necesidad. Reza, haz penitencia por el gobernante. La oración de intercesión es por todos aquellos que están en el poder, para que podamos llevar una vida calmada y tranquila. Todo el pueblo se beneficia de esto. No rezar por los gobernantes es un pecado”.

ACTUAR

No nos quedemos en criticar a los gobernantes. Si puedes, habla con uno de ellos personalmente, o mándale algún mensaje por algún medio, y compártele tus puntos de vista. No los dejemos solos. Necesitan nuestro consejo y nuestra fraterna corrección. Y sigamos el consejo del apóstol Pablo y del Papa Francisco: oremos por nuestros gobernantes. Pidamos al Espíritu Santo que los ilumine, los enderece, los sostenga y los impulse al desgaste de su vida, para bien de nuestro pueblo, sobre todo de los pobres. Y oremos también por quienes no fueron elegidos, para que sigan luchando por el bien común, demostrando así su amor a la patria.



Ha terminado la fase del proceso electoral con la emisión del voto popular y los resultados preliminares, con una clara definición de las opciones partidistas para el siguiente período de gobierno. Aunque creció el porcentaje de participación, llegando a un 63% a nivel nacional, y en algunos municipios rebasó el 90%, todavía hay un elevado porcentaje que no vota, por indolencia, por falta de facilidades para hacerlo, como en los lugares más pobres y alejados de las casillas, o por definición ideológica.

Podemos estar o no de acuerdo con los resultados, satisfechos o no con las personas que fueron elegidas, pero ésta ha sido la manifestación de la voluntad popular mayoritaria, y en una sana democracia, esto es lo que cuenta. Tengamos en cuenta, sin embargo, que los cambios no dependen sólo de una persona, ni siquiera de su equipo de trabajo, sino de todos nosotros. Aunque los elegidos quieran combatir la corrupción, la impunidad, la violencia y la inseguridad, estos males están en el corazón humano de los ciudadanos, y éstos los convierten en sistema corrupto y destructor.

¿Qué nos toca hacer ahora? Por una parte, dar un margen de tiempo a los elegidos, a partir de que tomen posesión de su cargo, para que pongan en práctica sus promesas. Por otra, colaborar en todo lo que podamos para mejorar al país, empezando por nuestras personas y familias. Y, ahora y siempre, hacer oración por quienes han sido elegidos, los del actual período y los del siguiente. Aunque a los incrédulos les parezca inútil la oración, nosotros tenemos mucha fe en su eficacia. Mientras Moisés oraba en el Sinaí, el pueblo derrotaba a sus enemigos. La oración hecha con fe, de acuerdo con el Reino de Dios, tiene una eficacia increíble.

PENSAR

En su homilía del 18 de septiembre del año pasado, durante la Misa en Santa Marta, el Papa Francisco comentó lo que recomendaba el apóstol Pablo en 1 Tim 2,1-3: “Ante todo, ruego que se hagan súplicas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por toda la humanidad, por los reyes y por todas las autoridades, para que podamos llevar una vida pacífica y serena, del todo religiosa y digna. Esto es bello y grato ante Dios, nuestro Salvador”.

Al respecto, decía el Papa: “El pueblo debe rezar por los gobernantes. No podemos dejar a los gobernantes solos; debemos acompañarlos con la oración. Los cristianos deben rezar por los gobernantes.

Alguno podrá objetar: ¿Cómo voy a rezar por éste que hace tantas cosas malas? Precisamente entonces tiene más necesidad. Reza, haz penitencia por el gobernante. La oración de intercesión es por todos aquellos que están en el poder, para que podamos llevar una vida calmada y tranquila. Todo el pueblo se beneficia de esto. No rezar por los gobernantes es un pecado”.

ACTUAR

No nos quedemos en criticar a los gobernantes. Si puedes, habla con uno de ellos personalmente, o mándale algún mensaje por algún medio, y compártele tus puntos de vista. No los dejemos solos. Necesitan nuestro consejo y nuestra fraterna corrección. Y sigamos el consejo del apóstol Pablo y del Papa Francisco: oremos por nuestros gobernantes. Pidamos al Espíritu Santo que los ilumine, los enderece, los sostenga y los impulse al desgaste de su vida, para bien de nuestro pueblo, sobre todo de los pobres. Y oremos también por quienes no fueron elegidos, para que sigan luchando por el bien común, demostrando así su amor a la patria.